La violencia intrafamiliar no es lo mismo que la violencia machista. Lo mas importante, además de diferenciarlas, es que la existencia de una no niega la otra.  Meter todo en el mismo saco solo nos lleva a que cada víctima no sea atendida en sus necesidades y, desde luego, no contribuye a atajar las causas que dan lugar a cada una de ellas. Luego el interés por mezclarlas solo puede ser producto, bien de la ignorancia, bien de la intencionalidad de diluir como un azucarillo en agua, la violencia que sufrimos las mujeres solo por el mero hecho de serlo.

Los ejemplos siempre ayudan a visualizar y explicar mejor las distinciones, tergiversadas por intereses en los que mas adelante profundizaremos. Por eso, cuando alguien acude al ambulatorio por una dolencia, ésta es identificada por el médico de cabecera y derivada por los canales de atención que requiere. Un dolor coronario será diagnosticado, tratado y subsanado por cardiología. Del mismo modo que un cáncer será derivado al área de oncología. Ambas dolencias importantes, pero cada una requiere conocimientos y herramientas de curación específicas y diferentes.

 

Meter todo en el mismo saco solo nos lleva a que cada víctima no sea atendida en sus necesidades y, desde luego, no contribuye a atajar las causas que dan lugar a cada una de ellas

 

De igual manera sucede con la violencia intrafamiliar y la violencia machista, ambas son violencias, pero cada una tiene causas y orígenes  particulares. Por eso, deben ser abordadas de manera singular para poder contribuir al final de las mismas. 

Parece mentira tener que recordar que cualquier violencia ejercida en el ámbito familiar ya está penada con las medidas que aporta el derecho por su gravedad, intensidad, etc... Es decir, el Código Penal contempla condenas y sanciones a quien ejerce violencia en el seno de la familia; hijos contra los padres, abuelos o viceversa.

Ahora que los conceptos están más claros y habiendo abierto los ojos y las leyes al reconocimiento de la violencia de género volvemos a vivir la amenaza del retroceso desde el ámbito político. Desde la irrupción de la extrema derecha en el panorama político estatal y su discurso antifeminista, un raca- raca constante retumba contra el Ministerio de Igualdad, los llamados “txiringuitos feminazis”, Departamentos, Consejerías y todas las políticas que nos permiten a las mujeres ir ganando terreno en el reconocimiento de derechos. Y así, condicionados por este discurso, se vislumbran las urgencias políticas de la derecha tradicional por el miedo a la pérdida de votantes, que cambia su discurso girando el eje de consensos sociales y políticos que hasta ese momento habían sido nucleares, entre otras cosas, por su transversalidad.

 

Ahora que los conceptos están más claros y habiendo abierto los ojos y las leyes al reconocimiento de la violencia de género volvemos a vivir la amenaza del retroceso desde el ámbito político

 

El inexplicable discurso del Presidente de la junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco, tras su pacto con Vox sin nombrar la violencia machista al ser preguntado, al Consejero de Salud y familia, Jesús Aguirre, en Andalucía afirmando que hablar de violencia intrafamiliar es mejor porque abarca mas, hasta la extraordinaria metedura de pata del futuro presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijoó, al dejarse envolver por estos discursos y negar, hasta darse cuenta del error,  la violencia vicaria. Son señales de alarma de un viraje que inequívocamente nos pone a las mujeres en peligro.

Queda determinar el por qué. Si, como ya se ha explicado, la existencia de una violencia no niega otras y que cada una está contemplada en las leyes y el código penal, entonces, por qué hacer este ejercicio de negacionismo y abanderarse una causa así.

Nada lo justifica, pero si podemos dar algunas claves que lo expliquen. Y es que hay un electorado, esencialmente masculino fiel a este discurso machista. Que considera que la igualdad, el feminismo, criminaliza al hombre. Que se destinan demasiados recursos para una causa que no la requiere. Ayuso, la Presidenta madrileña, tras el cónclave de los presidentes autonómicos en La Palma volvió a disparar en este sentido, requiriendo detraer 20.000 millones del Ministerio de Igualdad para ayudar a las familias en este momento de crisis energética. Un presupuesto que en realidad engloba varios ministerios y que contribuye, entre otras cosas, a la conciliación y a la educación 0-3 años. Pero nunca se llega al fondo en estas cuestiones, basta el titular para significarse y guiñar el ojo a los agraviados por la igualdad.

 

Nada lo justifica, pero si podemos dar algunas claves que lo expliquen. Y es que hay un electorado, esencialmente masculino fiel a este discurso machista. Que considera que la igualdad, el feminismo, criminaliza al hombre

 

Sin embargo, la violencia machista, la que se ejerce sobre las mujeres por parte de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones de afectividad (parejas o ex-parejas), llegando hasta el asesinato, es la expresión máxima de la desigualdad entre hombres y mujeres. Incuestionable. 

Las cifras sobrecogen, desde 2003, fecha en la que en la que se comienza a registrar y contabilizar estos crímenes, son 1.131 las mujeres asesinadas. Insisto, mujeres asesinadas en el marco de una relación afectiva. Luego ni siquiera se recogen todos los feminicidios. En esta lista infame, no se registran los homicidios en el ámbito de una relación desigual, por ejemplo, los de las mujeres prostituidas, grandes víctimas olvidadas en el cajón de la vergüenza social.

 

Las cifras sobrecogen, desde 2003, fecha en la que en la que se comienza a registrar y contabilizar estos crímenes, son 1.131 las mujeres asesinadas.

 

Dentro de la violencia machista hay una mas concreta y en mi opinión, la expresión mas brutal y extrema de ésta, se llama violencia vicaria.  Es aquella ejercida sobre los hijos e hijas para causar el mayor dolor a la madre. Uno de los casos mas sangrantes y recordados fue el de José Bretón quien quemó a sus hijos. El asesinato de los pequeños Ruth y José no se juzgó bajo la Ley de Violencia de Género, pese a que la propia sentencia establecía que Bretón mató a sus dos hijos “como venganza contra su esposa” por separarse. Este caso, del que ha pasado mas de una década, hizo que la violencia que ejercen los padres sobre los hijos como forma de dañar a la madre se regulara como violencia de género y que, a día de hoy, los menores se consideren víctimas directas por ley. Ni un paso atrás.