Después del paréntesis obligado y necesario de la Semana Santa, volvemos a la cruda realidad de nuestra economía: inflación galopante, crisis energética, escasez de algunos materiales esenciales y de fondo, la imperiosa necesidad de cambiar nuestro modelo económico para afrontar el verdadero reto: la mitigación y adaptación al cambio climático que, más allá de las consecuencias medioambientales, está teniendo ya un grave impacto económico en muchos países y en sus empresas.
En este contexto, creo que se hace más necesario que nunca recordar el lema de una empresa española que está transformando en los últimos años el sector de la moda: “There is not Planet B”. Ecoalf ha conseguido traspasar todas las fronteras llevando este slogan a la práctica a través del upcycling, el aprovechamiento de materiales de desecho y residuos para fabricar otros nuevos. Basuras marinas que se transforman en jerseys, abrigos o impermeables. Una práctica realizada también por firmas vascas como Ternua, que además tiene una larga trayectoria en este campo. Ecoalf es también una de las 110 empresas españolas y 4.400 mundiales que forman parte de una nueva red, las B Corp: empresas que crean un impacto positivo en la sociedad. Compañías entre las que se encuentran empresas vascas, como Ekomodo.
En este contexto, creo que se hace más necesario que nunca recordar el lema de una empresa española que está transformando en los últimos años el sector de la moda: “There is not Planet B”
Sin duda alguna, ha llegado el momento de las empresas B, igual que el de las administraciones B o la ciudadanía B, sobre todo si entendemos por B buscar una manera diferente de hacer las cosas para no seguir degradando el planeta y para conseguir una transición justa que ayude al desarrollo de todas las comunidades. El movimiento B Corp es un claro ejemplo de como un sector puede convertirse en parte de la solución, no del problema, yendo más allá del necesario beneficio económico y teniendo en cuenta también aspectos sociales, ambientales, comunitarios o de transparencia. Es demostrar la increíble fuerza que pueden tener las empresas como motor de cambio de una sociedad que lo necesita de manera imperiosa. Cambiar es comenzar a transformar uno de los sectores más contaminantes como la moda con iniciativas de upcycling, pero también dejar de empeñarse en fabricar productos que consumen combustibles fósiles para innovar y apostar por otros que fomentan el uso de energías no contaminantes o reducir drásticamente el consumo de agua en su producción. Las empresas que trabajan en esta línea son, sin duda, las empresas del futuro, las que parten de mejor posición para conseguir mejores inversiones y para asegurarse su sostenibilidad a lo largo del tiempo. Ya lo dejó, una vez más, bien claro Larry Fink, el CEO de Black Rock, la mayor gestora de fondos de inversión del mundo, en su carta anual a sus inversores.
No podemos presumir de eliminar todas nuestras emisiones de carbono y al mismo tiempo generar una competencia desleal o promover oligopolios, por ejemplo
Aunque en el movimiento B Corp todavía no hay muchas grandes empresas, si que están algunas como Danone o Más Móvil, son cada vez más las que están girando su timón 180 grados para adaptarse y liderar la nueva situación. Algunas se centran en un aspecto estrechamente relacionado con el cambio climático, como la neutralidad en las emisiones de carbono. Es el caso de The Climate Pledge, un movimiento que reúne ya a más de 300 empresas, liderado por Amazon, que pretende llegar a la neutralidad en carbono para 2040, 10 años antes, por ejemplo, que lo exigido por la UE. Si embargo, no debemos olvidarnos que el medioambiental es sólo uno de los tres aspectos claves en política de responsabilidad social empresarial, también lo son el económico y el social. No podemos presumir de eliminar todas nuestras emisiones de carbono y al mismo tiempo generar una competencia desleal o promover oligopolios, por ejemplo.
Estoy absolutamente convencido de que en Euskadi hay muchas empresas B, firmas que generan un impacto positivo en su entorno y que trabajan cada día por afrontar los retos que tenemos como sociedad. Empresas que, por ejemplo, buscan soluciones para crear ciudades más amables para las personas, con una movilidad más sostenible y que fomenten nuevos espacios de relación y comercio. Empresas que logran reducir drásticamente los consumos de otras empresas. Empresas que promueven el desarrollo rural, planteando nuevas respuestas al abandono del campo. Empresas que, en definitiva, buscan obtener un beneficio económico a la vez que generan un impacto positivo.
Estoy absolutamente convencido de que en Euskadi hay muchas empresas B, firmas que generan un impacto positivo en su entorno y que trabajan cada día por afrontar los retos que tenemos como sociedad
Hace unos días algunos expertos se quejaban de que Euskadi estaba perdiendo empuje en el contexto económico nacional y europeo. Estoy completamente seguro de que para volver o continuar siendo una potencia económica es necesario llenar nuestro tejido industrial de empresas B, de directivos y trabajadores B. La competitividad futura de nuestras empresas, de todas, pasa por seguir incorporando impactos positivos a la sociedad y también por saber medir esos impactos para seguir mejorando. Si, además, somo capaces de mejorar nuestra comunicación y contarlo para generar un efecto contagio, la ecuación final será perfecta. Impulsemos empresas B para seguir teniendo un planeta A.