En los últimos días el BBVA, cuyas siglas los más jóvenes ignoran que incluyen los términos geográficos Bilbao y Vizcaya, ha inaugurado una sede tecnológica en la ciudad en la que nació hace 165 años y ha confirmado que volverá a celebrar ahí la entrega de sus premios anuales "Fronteras del Conocimiento". Por si fuera poco, siguiendo lo que se ha convertido en una tradición anual, su presidente se ha sentado un rato con algunos líderes empresariales de la región. ¿Está apostando realmente el BBVA por Bilbao?
Hay que reconocer que desde que el banco lo preside Carlos Torres el escenario ha cambiado sustancialmente. Ese enemigo de todo lo vasco que era Francisco González (FG), un informático que dominaba lastécnicas de especulación bursátil y que se hizo banquero por mera conveniencia y en gran medida por enchufe, hizo todo lo posible por llevarse el BBVA lejos de Bilbao. Solo le faltó pasarse por la notaría para cambiar la sede social.
Su carácter áspero marcado por las mil batallas en las que había luchado antes de convertirse en presidente del BBVA contrasta con la sonrisa que suele adornar la cara de un Carlos Torres que está casado con una vizcaína de apellidos vascos y familia nacionalista. El estilo agresivo de FG, que podría llevarle a la cárcel por sus todavía presuntos coqueteos con Villarejo con el dinero de la entidad financiera bilbaina, no tiene nada que ver con la diplomacia que emana de gran parte de los actos públicos del actual máximo responsable del banco.
Es como comparar a un ejecutivo agresivo con un mago de la inteligencia emocional. O como poner frente a frente al gestor del látigo con el que basa su puesto en el liderazgo y el carisma.
Es como comparar a un ejecutivo agresivo con un mago de la inteligencia emocional. O como poner frente a frente al gestor del látigo con el que basa su puesto en el liderazgo y el carisma. Sin ser tan buen banquero como él, Torres se parece mucho más a José Ignacio Goirigolzarri, el que debería haber sido presidente del BBVA de no haberse encontrado en su camino con un destructor de talentos que pudieran hacerle sombra.
FG tiene más similitudes con el padre de Torres, con el que tuvo cierta amistad, lo que explica en parte por qué su hijo le sucedió en el banco. Ambos, González y Torres senior, los dos de origen gallego, fueron agentes de bolsa y jugaron con fuego. El que luego fuera presidente del BBVA vendió la agencia que había creado a Merrill Lynch en 1996, justo el mismo año que Aznar accedía al poder en España. Esta operación, que superó los 22 millones de euros, fue investigada, primero por la CNMV y después por la Fiscalía Anticorrupción, y finalmente archivada tras desaparecer la auditoría de Deloitte en el incendio de la Torre Windsor. Torres padre, por su parte, fue detenido en los ochenta por formar parte de una trama de evasión de capitales, aunque no consta que fuera condenado.
Torres hijo, sin embargo, tiene cara de no haber roto nunca un plato y aprovecha esa imagen para desplegar su diplomacia. Ahí encaja su aparente apuesta por Bilbao, que tiene más de márketing que de movimiento real. El consejo de administración solo mantiene a la vasca Susana Rodríguez Vidarte entre sus miembros y ningún ejecutivo ni alto ni medio trabaja ya en la capital vizcaína, que se ha convertido, de la mano de FG, en una mera sede regional. Es más vasca la Caixabank de Gonzalo Gortázar y Goirigolzarri que el BBVA de Torres y Onur Genç.
¿Qué pretende entonces el BBVA en Euskadi? Poco más que llevarse bien con todo el que se deje querer.
Los premios Frontera del Conocimiento son un acto folclórico y las sedes informáticas están más relacionadas con la absoluta imposibilidad de encontrar programadores en Madrid que con una estrategia de bilbainización. Solo queda la reunión anual con el Círculo de Empresarios Vascos, un lobby privado que en realidad no representa más que a sus miembros. Dicho de otra forma, es como si Torres se reuniera con sus principales clientes en la zona, una actividad que ya realiza en otras comunidades autónomas pero sin foto ni nota de prensa. Es un teatrillo con un escenario tan clasista como el del Club Marítimo del Abra.
¿Qué pretende entonces el BBVA en Euskadi? Poco más que llevarse bien con todo el que se deje querer. Sin ir más lejos, que operaciones como una eventual integración de Kutxabank en el BBVA sean factibles. Sería una minucia para un banco que pese a la gestión de FG sigue formando parte del "top 100" mundial, pero todo suma en la carrera de la consolidación. Sin olvidar las grandes operaciones de deuda de las administraciones vascas, que mantienen buenos ratings y generan suculentas comisiones para sus gestores.
No hay que olvidar que los bancos Bilbao y Vizcaya, tanto separados como juntos, estuvieron detrás de la mayor parte de los proyectos industriales e inmobiliarios gestados en Euskadi durante más de 100 años.
¿Por qué hay entonces pocas fotos de Torres con el lehendakari Urkullu? Fundamentalmente, porque al PNV ya no le interesa un banco que ni compra en Euskadi ni invierte en la industria vasca. Lo dijo así de claro Josu Jon Imaz cuando presidía el partido. No hay que olvidar que los bancos Bilbao y Vizcaya, tanto separados como juntos, estuvieron detrás de la mayor parte de los proyectos industriales e inmobiliarios gestados en Euskadi durante más de 100 años. Desde Iberduero hasta Gamesa, pasando por Petronor o incluso multinacionales con sede local como Pepsico o Nestlé, que integraron a Kas y Miko.
Hoy en día el BBVA solo está en la Tubos Reunidos porque no encuentra comprador. En contraste, mantiene posiciones en Telefónica, una inversión ruinosa que solo se justifica por los intereses políticos que llevaron en su día a FG al BBVA y a Villalonga al operador. IBV, otrora gran tractor de la economía vasca, fue dinamitado por Francisco González, muy a pesar de un Alfonso Basagoiti que echó por ello un rapapolvos a Torres en una de sus reuniones con el Círculo de Empresarios Vascos.
Sea como fuere, conviene pasar página. El BBVA nunca volverá a Euskadi. Es materialmente imposible, porque ya no quedan ejecutivos bancarios de nivel en Bilbao. La cantera de Deusto se ha esfumado y los pocos vascos que brillan en el sector emigran rápido a Madrid, una ciudad que seduce precisamente por su dinamismo. A Euskadi le queda la industria y lo que sí urge es que el BBVA y otros muchos fomenten la creación y el crecimiento de empresas que el día de mañana sean capaces de sustituir a los Gamesas o Iberdrolas. Otro día hablamos de Deusto...