Si no fuera por las subidas del precio del acero y por los retrasos con el nuevo aerogenerador 5.X y con varios proyectos eólicos que han forzado multimillonarias indemnizaciones, todo lo que está ocurriendo en Gamesa parece salido de un guión. Hasta el punto de que no es difícil adivinar qué va a ocurrir a partir de ahora con esta empresa, otrora estandarte de la ingeniería vasca en medio mundo. Y es que los alemanes son así de organizados y, por tanto, previsibles.
Siemens entró en Gamesa con la clara intención de controlar la compañía de arriba abajo, como hace con todos los negocios en los que participa. Largó desde el primer día a Ignacio Martín, el ejecutivo que había rescatado a la eólica vasca cuando el Gobierno de España dejó de subvencionar las renovables, y colocó a sus propios ejecutivos.
Solo aguantó uno, David Mesonero, el yerno de Ignacio Sánchez Galán, que se aburría tanto que empezó a pasar mucho tiempo en Twitter. Duró muy poco. Más o menos lo que Iberdrola tardó en darse cuenta de que ya no pintaba nada en una empresa en la que imperaba el rigor alemán. Y la eléctrica vendió sus acciones a un precio que, por cierto, es superior al de la OPA que ha lanzado esta semana Siemens sobre el 100% del capital.
Que la multinacional alemana querría hacerse tarde o temprano con todas las acciones era fácil de prever. Hasta el punto de que se podría incluso sospechar que ha inflado las pérdidas para suavizar políticamente la absorción de Gamesa. ¿Qué pegas me van a poner si rescato la compañía porque no paro de dar pérdidas?
Si estás en un negocio que te gusta y que controlas férreamente, lo lógico es que también te quieras llevar el 100% de los beneficios y reportar lo mínimo posible a terceros. Si no estás a gusto, vendes, como por cierto ha hecho Siemens con otra empresa vasca, la antigua Guascor, hace un par de meses.
Siemens va a seguir apostando por la energía eólica, aunque con menos transparencia y en el marco de una compañía dedicada íntegramente a temas energéticos, lo que incluye también el hidrógeno, las baterías y hasta la solar. Y esto es muy positivo, porque suena a futuro y a inversión, aunque no necesariamente se producirá en Euskadi.
Está claro, por tanto, que a los alemanes les gusta Gamesa. Y también, por qué no, venirse de vez en cuando a España, que no tanto a Bilbao, que tiene un clima más germánico. Se da por tanto lo más básico, que es que Siemens va a seguir apostando por la energía eólica, aunque lo va a hacer con menos transparencia y en el marco de una compañía dedicada íntegramente a temas energéticos, lo que incluye también el hidrógeno, las baterías y hasta la solar.
Y esto es muy positivo, porque suena a futuro y a inversión, aunque no necesariamente se producirá en Euskadi. Si se hacen las cosas bien, lo que pasa por mantener eso que se llama competitividad y que supone más o menos mantener los costes siempre por debajo de Alemania, las plantas vascas y la central de Zamudio pueden salir ganando.
Habrá más recursos, pero "la sede" de Gamesa cada día se parecerá más a lo que hoy en día es la fábrica de Mercedes de Vitoria. Lo más importante se decidirá en Alemania y Euskadi quedará solo como un lugar en el que montar ciertos proyectos con menores costes y con calidad y conocimiento de la actividad. Con una excepción: el mantenimiento de los parques onshore (los que están en tierra), que sigue siendo un negocio muy rentable.
Esto implica muchos trabajadores, alguna innovación subvencionada, actividad a medio plazo para los proveedores y una eterna dependencia de Hamburgo y de Munich, sedes respectivas de Siemens Energy y de la corporación. Es lo que llamo "mercedesización". Lamentablemente para este país, muchos parecen conformarse con este modelo, que es verdad que es mejor que el de playa y fiesta pero que no otorga muchas oportunidades a gran parte de los licenciados que generan las universidades vascas.
Yo habría preferido una Gamesa con firmes raíces en Euskadi, también accionariales, que hubiera sido capaz de reinventarse una vez más
Yo habría preferido una Gamesa con firmes raíces en Euskadi, también accionariales, que hubiera sido capaz de reinventarse una vez más. Si los molinos onshore ya no generan beneficios porque hay demasiada competencia, estoy seguro de que, de la mano de Ignacio Martín, la empresa habría sido capaz de extender sus tentáculos hacia los offshore. Por cierto, en ello estaba, con un aliado francés, cuando llegó Siemens.
¿Qué habríamos necesitado para que Gamesa siguiera siendo vasca? Algo tan sencillo como que Iberdrola, que era su principal accionista, hubiera tenido fuertes vínculos con Euskadi. Los tenía hasta que llegó Xabier Sagredo a la presidencia de BBK y se dedicó a vender las acciones de la eléctrica para mantener el control de Kutxabank y evitar que saliera a bolsa. ¡Un crack!
Lo que realmente debería evitar que conciliáramos el sueño es que no haya más gamesas. Si Euskadi no genera nuevas empresas de nivel global o las que crea las compran multinacionales al poco de nacer, nuestra economía va a sufrir sobremanera
Aunque lo que más me preocupa en este momento no es que Gamesa se convierta en una mera fábrica alemana. Lo que realmente debería evitar que conciliáramos el sueño es que no haya más gamesas. Si Euskadi no genera nuevas empresas de nivel global o las que crea las compran multinacionales al poco de nacer (léase Ticketbis o Biotech Foods), nuestra economía va a sufrir sobremanera.
Por cierto, Gamesa es un ejemplo supremo de lo que la colaboración público-privada puede conseguir. La compañía eólica se financió inicialmente con dineros de BBVA e Iberdrola pero creció gracias a que a sus clientes les financiaba la administración con las subvenciones a las renovables. Primero en España y después por todo el mundo, incluido EE.UU.
El emprendedor de la futura Gamesa necesita dinero, claro está, pero también una administración que impulse su negocio. No necesariamente con subvenciones directas sino con algo tan fundamental como fomentar que sus productos tengan salida en el mercado. Utilizar bien el dinero público es, por tanto, tan importante como que haya fondos de capital riesgo.