Gregorio Villalabeitia abandonará la presidencia de Kutxabank este año. Al margen de sus problemas personales con el representante de su mayor accionista y su difícil adaptación a Bilbao, lo más llamativo es que la entidad financiera no tiene relevo. Ni lo tiene ni lo va a encontrar fácilmente.

Como resultado de múltiples integraciones y de una escasa renovación de la plantilla que se ha ido jubilando, la edad media de los trabajadores es muy alta. Javier García Lurueña, el actual consejero delegado que sería el relevo natural de Villalabeitia porque conoce la casa al dedillo, cumplirá pronto los 65 años.

Xabier Sagredo, el actual presidente de BBK que aspira desde hace tiempo a sustituir a Villalabeitia, tiene el aval del PNV pero no cuenta con la experiencia financiera necesaria para que su nombre sea aprobado en Bruselas. Así que a Kutxabank no le queda más remedio que pescar en otros caladeros.

Y no va a ser fácil. Si antes Bilbao era la cantera de los principales banqueros de España, en apenas 20 años se ha convertido en una plaza de segunda o incluso tercera categoría. Todos los grandes ejecutivos del sector trabajan en Madrid o, como mucho, en Barcelona, todavía sede de dos grandes entidades, Caixabank y Sabadell.

 

Xabier Sagredo, el actual presidente de BBK que aspira desde hace tiempo a sustituir a Villalabeitia, tiene el aval del PNV pero no cuenta con la experiencia financiera necesaria para que su nombre sea aprobado en Bruselas



Sin olvidar a Londres, una plaza financiera en la que se han curtido los principales banqueros de inversión del País. Sin ir más lejos, Jon Uriarte, uno de los candidatos a la presidencia del Athletic Club, trabajó varios años en la capital británica para Morgan Stanley y Merrill Lynch antes de regresar a Bilbao.

Es un ejecutivo de este tipo el que busca Kutxabank. Alguien que lleve años trabajando en la city y que aspire a regresar a su casa. Pero hay dos inconvenientes de calibre: tendrá que sacrificar en cierta medida su carrera profesional y su destino, una caja de tamaño mediano, no es el más atractivo del sector.

Aunque Villalabeitia ha gestionado Kutxabank con rigor y cierto éxito, apenas ha conseguido aumentar su tamaño en un mercado que tiene tres grandes líderes. Más allá del crecimiento orgánico a través de la venta de hipotecas, fondos y seguros, la caja vasca es actualmente ocho veces más pequeña que la Caixabank de Goirigolzarri en términos de depósitos de clientes. Sus rivales son entidades mediocres como Cajamar, Ibercaja o Abanca.

 

Aunque Villalabeitia ha gestionado Kutxabank con rigor y cierto éxito, apenas ha conseguido aumentar su tamaño en un mercado que tiene tres grandes líderes



A priori, el puesto de presidente de Kutxabank solo parece atractivo para alguien que aspire a cierta tranquilidad y que no tenga excesivas ambiciones. Y a poder ser, que no pertenezca a una de las generaciones más jóvenes, porque en digitalización también está muy a la cola.

Sus principales retos van a ser mantener felices a los trabajadores, algo relativamente fácil por los altos sueldos que sigue abonando a los más veteranos, y seguir cerrando oficinas para que la relación gastos-ingresos no se desestabilice en ningún momento. Sin olvidar terminar de colocar algunas participaciones que la caja vasca todavía mantiene en empresas como Ingeteam, Ibermática, Petronor o CAF.

Así que el futuro presidente de Kutxabank será un desconocido. Un tipo que tendrá un puesto muy bien remunerado para lo que se suele pagar en Euskadi, alrededor de un millón de euros, pero sin grandes aspiraciones más allá de la gestión del día a día. A no ser que el proyecto de sustitución de Villalabeitia vaya más lejos e incluya la integración con otra entidad, algo que se lleva especulando desde hace tiempo y que sí sería un reto en sí mismo por los diversos equilibrios políticos que habría que buscar.