Empleo versus desempleo. O lo que es lo mismo, dime de qué quieres hablar o a quién representas, y te ofrezco unos argumentos o los contrarios. En este momento, esto del empleo o del desempleo, conviene cogerlo en paralelo, para intentar tener una visión lo más objetiva posible de la jugada.
La realidad de los datos que son tan contundentes como objetivos, es que vivimos en un país con más de 3 millones de parados, una cifra “histórica” para quienes se consideran adalides de la creación de empleo, pero desorbitantemente elevada si nos comparamos con Alemania, por poner un ejemplo, y una cifra que choca con el hecho de que ya hay diagnosticados más de 100.000 empleos disponibles, que no pueden cubrirse por falta de perfiles profesionales en unos casos, o porque nadie los quiere, en otros.
Está claro que tenemos un problema, o más bien dos, y que además, se irán haciendo más grandes conforme pasa el tiempo, si no se adoptan las soluciones adecuadas. Con todos mis respetos a los parados, 3 millones de parados, son nada más y nada menos que 3 millones de dramas, creo que nos deben preocupar en este momento, no sé si más, pero desde luego mucho, todos esos puestos que están ofertándose y que no se cubren, y que en pocos meses se irán incrementando, hasta que la dificultad para cubrirlos sea inasumible.
Los sectores donde faltan profesionales son de lo más variopinto: no hay gente para trabajar en hostelería o en algunos comercios, pero tampoco hay soldadores, encofradores, a los camioneros se los rifan, y tampoco tenemos perfiles técnicos lo suficientemente formados para afrontar la transición digital o la energética, que es, según todas las voces cualificadas, por donde apunta el futuro.
Está claro que lo que está fallando es una formación adecuada y bien dirigida, a aquellos nichos de empleo que van apareciendo
En algunos casos esto puede atribuirse a las condiciones de trabajo y al hecho de que algunos puestos no sean lo suficientemente atractivos, en otros, está claro que lo que está fallando es una formación adecuada y bien dirigida, a aquellos nichos de empleo que van apareciendo. Y además, también es cierto que entre los desempleados nos encontramos con dos perfiles bien diferentes. Un buen número de los parados que engrosan las listas, lo son por falta de formación mientras hay otros, que están sobrecualificados, y buscan algo más que lo que el mercado les ofrece.
En resumen, estamos ante un escenario en el que tenemos el paro más alto de la Unión Europea, con un déficit que va subiendo, de profesionales en algunos campos, y con parados con problemas de formación en unos casos por exceso, y en otros por defecto.
Y a partir de este somero análisis, habría que construir obviamente con más datos, la ecuación del empleo. Parece evidente que una de las claves estriba en la formación. Es prioritario dotar de formación a los que no pueden acceder al mercado laboral por falta de ella, y es imprescindible, urgente y una cuestión de supervivencia, que no se queden puestos sin cubrir por falta de profesionales cualificados. Tenemos una tendencia perniciosa a crear primero el puesto de trabajo y luego a buscar a los profesionales, cuando el proceso debiera ser en el peor de los casos en paralelo. Para poder hacerlo anticipadamente es imprescindible analizarmuy bien por donde se mueve el mercado, qué es lo que va a demandar en el corto, medio y largo plazo y jugar con ventaja.
la revolución de la energía nos está arrastrando como un auténtico tsunami
Difícilmente vamos a poder formar profesionales en transformación energética y llegar a tiempo cuando la revolución de la energía nos está arrastrando como un auténtico tsunami. Es un ejemplo que puede extrapolarse a muchas otras cuestiones. En plena revolución de la industria 4.0, y cuando ya todos hablamos de la “digital factory”, todavía son muchas las empresas que tienen que asumir la responsabilidad de formar íntegramente a sus trabajadores, porque no se da en los distintos centros educativos la formación adecuada.
Si no apostamos por una formación estratégica, avanzada y adelantada a los tiempos será complicado atraer y retener el talento, y la incógnita de la ecuación del empleo quedará sin despejar.