Dicen de los irlandeses que han construido su épica y su nacionalismo a base de cantar, hermosamente, sus repetidas, y pretendidamente heroicas, derrotas. 

Algo de eso hizo el domingo el lehendakari Urkullu en Gamiz, Bizkaia, donde se acercó a conmemorar la ruptura del Cinturón de Hierro por parte de las tropas sublevadas contra la República Española.

Ante una audiencia compuesta en su inmensa mayoría por cargos y votantes nacionalistas, el lehendakari dijo que perdimos militarmente pero ganamos la batalla de la dignidad. Si con el plural mayestático el lehendakari se refería al PNV, tal era el paisaje y paisanaje del domingo, habrá que decirle que igual tiene razón pero que, en mi humilde opinión, lo de Santoña y eso no es que rebose dignidad.

Pero como es el lehendakari, supongo que hablaba de los vascos y de las vascas y en este punto tampoco estoy de acuerdo, ya que también eran vascos y navarros los 6.000 requetés que asaltaron las crestas de Gamiz. Los que ganaron militarmente ¡Vaya! Es que era una guerra civil. También entre vascos.

 

Pero como es el lehendakari supongo que hablaba de los vascos y de las vascas y en este punto tampoco estoy de acuerdo, ya que también eran vascos y navarros los 6.000 requetés que asaltaron las crestas de Gamiz

 

Aunque igual los que perdimos, a los que mencionaba Urkullu, fueron los demócratas españoles y vascos que bajo la bandera tricolor aguantaron dos años más los valores republicanos de igualdad, laicidad o justicia social. Pero dicho esto también tenemos que admitir que en bando legal y leal había unos cuantos totalitarios. Así que continúo sin saber de que nos estaba hablando realmente.

Luego enterraron los restos de, según ETB, uno o varios gudaris encontrados y desenterrados del campo de batalla. Me chocó la rotundidad en la adscripción política de las víctimas, aunque igual Paco Etxebarria, el reconocido forense vasco, que también estaba allí, tiene más datos que descarten que fuera un miliciano republicano, del Batallón Zabalbide, por ejemplo, o un requeté guipuzcoano y sublevado, en lugar de un gudari nacionalista.

La Memoria Histórica, con mayúsculas, debe ser restaurativa con las familias de las víctimas, pero también inclusiva y fiel a la verdad, sin mitos y disfraces. Sin cuentos y leyendas. Quizá, si en esta conmemoración se hubieran visto también a las familias de los republicanos y de los sublevados que combatieron y murieron en esa batalla, y en la posterior de Artxanda, la fotografía de la Guerra Civil en Euskadi estaría más completa.

 

La Memoria Histórica, con mayúsculas, debe ser restaurativa con las familias de las víctimas, pero también inclusiva y fiel a la verdad, sin mitos y disfraces. Sin cuentos y leyendas

 

Heinrich Boll decía que los irlandeses cantan a la derrota porque a algo tendrán que cantar", una épica que aburre un poco, como diría Javier Reverte, autor de “Canta Irlanda”. En una entrevista, el fallecido autor madrileño destacaba que si pensamos un poco en los grandes irlandeses - Wilde, Joyce, Beckett, Yeats, Shaw-, notamos un fenómeno curioso. Todos se fueron de Irlanda para añorarla y empoderarse patrióticamente … a distancia. 

En Euskadi, también cantamos a la sangre derramada, a la madre del detenido, al prisionero fugado, a tomar el relevo del caído, a los últimos defensores de un castillo…  En definitiva, a la épica de la derrota. Sin embargo, el bardo Iparraguirre, aventurero y viajero como los irlandeses citados en el párrafo anterior, fue capaz de componer una canción, un himno, que nos uniera a todos, Gernikako Arbola, sin aludir a enfrentamientos, derrotas y muertos. Solo hablando de un árbol, como elemento de unión de los vascos. Tal vez si hubiéramos empezado por ahí.

 

En Euskadi, también cantamos a la sangre derramada, a la madre del detenido, al prisionero fugado, a tomar el relevo del caído, a los últimos defensores de un castillo… 

 

Pero el PNV prefirió que todos nos aprendiéramos el suyo. Así que cuando suena, la mayoría le ponemos la misma letra que al himno de España. Lo-lo-lo.