Hace apenas 3 años, desde una fundación aragonesa se atrevieron a salir a la calle y preguntar a ciudadanos y ciudadanas si sabían que eran los ODS. Las respuestas fueron de lo más variopintas pero la conclusión era clara: el conocimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, que estableció la ONU en 2015 para fijar una hoja de ruta común que evitara la degradación del planeta, era prácticamente inexistente. Lamentablemente, si hoy volviéramos a salir a nuestras calles a realizar la misma pregunta los resultados no serían muy diferentes.
Este desconocimiento general de la Agenda 2030 parece que no lo es tanto entre las empresas, al menos si hacemos caso al último estudio publicado la semana pasada por una de las entidades más prestigiosas del sector, la sección española del Pacto Mundial, el organismo de Naciones Unidas que agrupa al sector empresarial. Una encuesta entre más de 2.500 empresas españolas, de las que 130 eran vascas, aseguraba que 9 de cada 10 firmas consultadas realizaban acciones para contribuir a los ODS, el 73% eran grandes compañías, el 42% pymes y el 39% autónomos. Y, curiosamente, el estudio reflejaba un dato aún más elocuente, el 79% reconocía que la implantación de los ODS en su organización les había proporcionado ventajas competitivas en su mercado, es decir, les había ayudado a hacer crecer su negocio.
No es la primera vez que en este espacio de opinión insistimos en esta idea fuerza: ser sostenible es muy rentable, es más, no serlo puede significar el final de una actividad económica. Las empresas tienen mucho que hacer y que decir en todos y cada uno de los 17 ODS que plantea la ONU, es más, sin su colaboración sería imposible alcanzar muchos de ellos. Además, el futuro más inmediato pasa por la adopción de políticas y, sobre todo, de medidas que ayuden a aspectos tan variados como el cambio climático, la igualdad de género, el fin de la pobreza o la mejora de nuestra salud y bienestar. Quizás está diferencia entre políticas propuestas y medidas concretas a implementar sea el mayor hándicap para seguir progresando en una nueva manera de hacer negocios.
Tenemos ejemplos muy recientes que dañan enormemente la imagen del sector empresarial y que es necesario corregir y acabar con ellos de una manera radical. Es absolutamente impresentable el caso que acaba de destapar la justicia española que ha demostrado que las principales constructoras de este país llevaban más de 2 décadas poniéndose de acuerdo para falsear la competencia y repartirse los concursos públicos, estoy casi seguro de que todas ellas realizaban "maravillosos" informes de sostenibilidad y tenían perfectamente definidas sus políticas de buen gobierno y transparencia. Lo mismo le pasara a UBER, que después de demostrarse sus malas prácticas y presiones a instituciones para favorecer su implantación en diferentes mercados europeos lo único que se les ocurre decir es que eso se debía a su anterior equipo directivo. Ya no basta con decir, hay que hacer y, además, medir y evaluar su impacto.
Si tuviéramos que medirlos en términos económicos, el daño a la reputación de todas estas compañías sería de millones de euros, desde luego mucho más que el de la exigua multa puesta por la justicia
Si tuviéramos que medirlos en términos económicos, el daño a la reputación de todas estas compañías sería de millones de euros, desde luego mucho más que el de la exigua multa puesta por la justicia. La coherencia y la apuesta decidida por la sostenibilidad y la integración de los ODS en las políticas y acciones de empresa van a ser cada vez más valores al alza. Así lo demuestra, por ejemplo, que según el estudio del Pacto Mundial, son los clientes y los empleados los que más demandan este tipo de políticas pero también lo hacen cada vez más los propios inversores, más del 35%. Entre los ODS más trabajados por las empresas españolas están el de igualdad de género, el trabajo decente y crecimiento económico, el de producción y consumo responsable y el de energía asequible y no contaminante.
En Euskadi tenemos algunos muy buenos ejemplos de empresas que han activado esta implantación de la hoja de ruta de la Agenda 2030 y también iniciativas para fomentar los ODS desde una perspectiva multinivel, como el caso de la Alianza Alavesa para el Desarrollo Sostenible. Sin embargo, todavía hay mucho margen de mejora y a ello deberían contribuir las diferentes organizaciones empresariales de los 3 territorios, sobre todo para ayudar a las pymes, que siempre tienen menos tiempo y menos recursos para implementar estas nuevas acciones.
También la progresiva adopción de las Agendas Urbanas 2030 en las ciudades pueden ayudar a que el sector económico asuma más rápidamente esta nueva forma de generar riqueza. De hecho, debe jugar un papel fundamental en el cambio que deben hacer nuestros municipios para linearse con los 17 ODS. Ya hay 3 ciudades vascas que han dado el paso siendo seleccionados como proyectos pilotos para la implantación de las Agendas Urbanas en España. Se tratan de Vitoria-Gasteiz, Ermua y Barakaldo, que en septiembre lanzarán sus planes de acción, en el caso de la capital vasca va precedido por una campaña de sensibilización para incentivar el conocimiento de los ODS y su impacto directo en las ciudad por parte de su ciudadanía.
Por mucho que lo impongan en una normativa, el gas y la energía nuclear no son energías verdes ni merecen llamarse así, ni obtener subvenciones
Este planeta tiene una hoja de ruta común que nos incumbe a todos y que todos debemos intentar seguirla con coherencia y sin hacernos trampas al solitario, por mucho que seas la propia Comisión Europea. No señores y señoras que impulsan el Pacto Verde europeo, por mucho que lo impongan en una normativa, el gas y la energía nuclear no son energías verdes ni merecen llamarse así, ni obtener subvenciones. Otra cosa es que podamos necesitar tirar de ellas en estos momentos de transición ecológica para superar crisis como la derivada de la guerra de Ucrania.
Con acciones como la reciente aprobación de su inclusión dentro del paquete de energías sostenibles, lo único que consiguen es confundir a la gente y poner palos en la rueda de una transición ecológica que necesita ser acelerada y justa. ODS 7 Energía asequible y NO contaminante. Seamos competitivos pero, sobre todo, seamos coherentes.