Estos días han empezado a ocupar espacios algunos de los inquilinos del BAT, siglas de B Accelerator Tower, el espacio de Torre Bizkaia reservado para startups y empresas más antiguas que quieren innovar de la mano de los emprendedores. El otrora conocido como centro de emprendimiento internacional al que el diputado general Unai Rementeria se ha referido varias veces como "Guggenheim del emprendimiento" tiene ante sí varios retos.



El primero en el que piensan los que se dedican a la política es el encauzamiento de un proyecto que empezó mal por la falta de candidatos internacionales para liderarlo y el amago de recurso judicial de uno de los pocos que se atrevieron a presentarse en la segunda vuelta. El concurso público para gestionar el centro de emprendimiento generó una sensación de ranciedad y opacidad que no casaban bien con lo que se pretendía hacer en su interior: generar innovación.



De lavar esta imagen se están encargando el tiempo y los dineros. Los retrasos, que casan mal con la palabra "accelerator", suelen ayudar a olvidar. Y la división local de PwC, la firma encargada de este proyecto, ha utilizado parte de su minuta de 15 millones de euros para involucrar a otras empresas que cuentan a priori con más experiencia en este tipo de menesteres.

 

Y es que los emprendedores más apañados van a compartir mesas. Los más ricos, que en este terreno también suelen ser los más subvencionados, tendrán despachos propios





A priori, no lo han hecho mal. Las tres plantas preparadas para acoger a los emprendedores en la primera fase cuentan con todas las comodidades necesarias. Desde una cocina repleta de neveras y microondas hasta cabinas individuales para hablar por teléfono sin que se enteren todos los coworkers.



Y es que los emprendedores más apañados van a compartir mesas. Los más ricos, que en este terreno también suelen ser los más subvencionados, tendrán despachos propios. Las "corporates", que es el nombrecito inventado para referirse a los equipos de innovación de un puñado de grandes empresas tradicionales tipo Iberdrola o Petronor, también dispondrán de espacios independientes.



A diferencia de la mayor parte de centros similares del mundo, que normalmente solo están habitados por emprendedores, el de Bizkaia tendrá muchos asalariados de grandes compañías. Hay dos razones: la puramente comercial, que pasa por llenar el espacio a cualquier precio, y la que tiene que ver con la generación de un ecosistema en el que se creen nuevas startups y se innove.

 

Sea como fuere, el principal reto de BAT es atraer startups a Bilbao. Y lo va a tener muy difícil con las de casa





¿Casarán bien los directivos de BBVA o Mondragon con los emprendedores? Hay razones para pensar una cosa pero también la contraria. Sin ir más lejos, algunos emprendedores temen que las

"corporates" utilicen este espacio para cazar talentos. Pero también es verdad que un buen cliente, al que en el argot se denomina tractor, es probablemente el que más y mejor puede apoyar a una startup y que ésta tiene mucho que aportar, en flexibilidad e innovación, a una gran empresa. 

Sea como fuere, el principal reto de BAT es atraer startups a Bilbao. Y lo va a tener muy difícil con las de casa. En primer lugar, porque los alquileres en Torre Bizkaia van a ser más caros que en el entorno, una dificultad que la Diputación quiere solventar con generosas subvenciones.



En segundo lugar, porque en Euskadi hoy en día no hay demasiadas vocaciones emprendedoras. Es mucho más cómodo y seguro opositar y a Jon Uriarte, el recién elegido presidente del Athletic, los millenials lo ven más como un líder con carisma que como un modelo a seguir. Trabajarían para él pero no seguirían su camino.

 

Hay que reconocer y hasta aplaudir a las instituciones vizcaínas por apoyar el emprendimiento con este y otros proyectos. Pero en la ejecución hay muchos tics que recuerdan más al pasado, que fue tan glorioso como opaco





Prueba de esta falta de vocaciones es que entre los 120 nuevos inquilinos de la aceleradora que ha montado el fundador de Mercadona en Valencia solo hay uno vasco. Y es una empresa gestada hace nueve años, por lo que el término "startup" se le queda muy grande.



De ahí que la gran apuesta de la Diputación sea la atracción de empresas de nueva creación de otros puntos del mundo. Tampoco va a ser fácil. Fundamentalmente, porque hay mucha competencia y otras aceleradoras cuentan con el respaldo de marcas tan potentes como Google, que no ha debido ver mucho interés en venirse a Bilbao.



Hay que reconocer y hasta aplaudir a las instituciones vizcaínas por apoyar el emprendimiento con este y otros proyectos. Pero en la ejecución hay muchos tics que recuerdan más al pasado, que fue tan glorioso como opaco, que a una modernidad que demanda apertura, creatividad e informalidad. Sin ir más lejos, la prohibición de hacer fotos a los primeros emprendedores que ocupan espacios en Torre Bizkaia, para evitar que apaguen la inauguración política, es un síntoma de miedo escénico. El protagonista debe ser el emprendedor, no el que corta la cinta.