Que después de agosto llega septiembre y que al verano le sucede el otoño es tan de perogrullo como que tras las ansiadas y necesarias vacaciones los problemas que dejábamos aparcados iban a seguir ahí, y que lejos de minimizarse crecerían como si algún ser maligno los hubiera estado alimentando a conciencia.
Y así ha sido, así está siendo. Los gravísimos problemas que en materia económica ya eran peliagudos antes del periodo vacacional, son ahora mayores, y las soluciones propuestas, que además son escasas, se quedan muy, muy cortas para frenar problemas que a muchos sectores económicos empresariales y a los ciudadanos en general, nos están desangrando.
Era evidente, se podía saber, que la carestía de la energía no se iba a frenar, que la inflación iba a seguir disparada, y que el conflicto entre Rusia y Ucrania no tenía visos, de hecho, no los tiene, de resolverse en el corto plazo, sino bien al contrario de enquistarse y seguir pasándonos una factura importante a todos en general, y a los europeos en particular.
En cada casa y empresa intentamos cuadrar las cuentas mientras las administraciones "nos sorprenden" con medidas que quienes tenemos dos dedos de frente ya aplicamos desde hace mucho tiempo
Mientras tanto, lo que sí hemos hecho algunos aprovechando la vuelta, ha sido echar cuentas. Ahora ya sabemos que quienes perciben un sueldo medio necesitan, necesitamos, la friolera de 38 días de trabajo para pagar la factura energética. Si a esto le añadimos los meses que trabajamos para pagar nuestros impuestos…en fin, es mejor no saberlo porque es absolutamente desmotivador.
En cada casa, en cada unidad familiar, en cada empresa súmanos y restamos, para intentar cuadrar una cuentas que en muchos casos ni siquiera se arreglan aplicando todos los métodos de ingeniería financiera, mientras que desde las administraciones “nos sorprenden” con medidas que quienes tenemos dos dedos de frente, ya aplicamos desde hace mucho tiempo y con ayudas que, ojo, nunca vienen mal, pero que se quedan absolutamente cortas. Y la pregunta es ¿no se puede hacer más? Sí, por supuesto que se puede y además se debe.
Lo que ya no podemos permitir es que estando las cosas como están, y que nadie dude que vamos a pasar frío en invierno, literal y figuradamente, nos toque asistir a un debate en el Senado en el que supuestamente se va a trabajar sobre las medidas para minimizar el impacto del coste energético y lo que nos encontremos sea un cara a cara entre líderes políticos que resultó de todo menos aleccionador. Y lo peor es que ya ni nos llama la atención porque, desgraciadamente, esto también se podía saber.
Las crisis solo refuerzan a los que de verdad son lideres. Los mediocres acaban fuera antes o después, pero en el proceso son como el caballo de Atila: por donde pasan no crece la hierba
El día que los políticos aparquen sus intereses y sus perspectivas siempre en clave electoral, y se centren de verdad en los problemas reales y en trabajar para resolverlos estaremos en otra…no perdamos la esperanza.
Pero hasta que eso se dé, si es que conseguimos verlo alguna vez, nuestra obligación es seguirles exigiendo responsabilidad y, sobre todo, altura de miras porque las crisis solo refuerzan a los que de verdad son lideres. Los mediocres acaban fuera antes o después, pero en el proceso son como el caballo de Atila que por donde pasan no crece la hierba.
Nos hacen falta soluciones, no parches destinados a contentar de forma breve e inmediata a los votantes, sino medidas estructurales que de verdad ayuden a superar los malos momentos y de paso, a mejorar en el proceso. Que nuestro modelo energético era obsoleto no sólo se sabía, sino que muchos expertos en el tema lo venían denunciado desde hace años, que la dependencia excesiva de un país para cualquier cosa es mala se sabe, pero no nos hemos preocupado de acotarla…y así un buen número de cuestiones que nos negamos a ver hasta que nos estallan en la cara generando una hemorragia para la que sólo tenemos tiritas.
De los que nos gobiernan debemos esperar respuestas, previsión y anticipación, porque de apagar la luz y la calefacción para ahorrar o porque directamente no la podemos pagar ya nos encargamos nosotros. No necesitamos que nadie nos aplique por decreto más restricciones, ya nos flagelamos bastante.