Nunca olvidaré a ese empresario que me contó, bajo secreto de confesión, que agradecía los contratos públicos que le adjudicaban pagando autobuses para llevar militantes al alderdi eguna o incluso bokatak y kalimotxo, con coca-cola eso sí. Era una práctica relativamente extendida entre los suyos y que se correspondía con una época en la que las licitaciones de la administración eran un cachondeo.
Digamos que formalmente se adjudicaban "en concurrencia competitiva" pero que estaban dadas desde la última comida del que contrataba con todos los empresarios que iban a recibir su correspondiente parte. Si las paredes de los txokos hablaran, podrían dar muchos detalles sobre cómo se han creado y mantenido muchos medios de comunicación en Euskadi y algunos otros "negocios" que en condiciones normales nunca habrían existido.
Viene todo esto a cuenta de la crisis que está padeciendo el alderdi eguna y, en general, todos los eventos de partido
Xabier Arzalluz no tuvo en su día pelos en la lengua a la hora de reconocer estas prácticas. "No ocultas a los empresarios que tu partido tiene necesidades que cubre con mucha dificultad", escribió en su biografía, después de comparar el 3% que abonaban en comisiones las constructoras en Cataluña con la mayor limpieza que imperaba en la política vasca.
Viene todo esto a cuenta de la crisis que está padeciendo el alderdi eguna y, en general, todos los eventos de partido. Ha escrito sobre ello Iñaki Anasagasti, que con cierta nostalgia aporta fotos de las muchedumbres de otras reuniones similares para compararlas con los amplios huecos de las campas de Foronda de este año.
El ex diputado propone varias ideas para levantar el día del PNV, lo cual ha generado una apasionante discusión en su blog y perfil de Facebook. La desmovilización y hasta apatía que Anasagasti percibe en muchos militantes se unen, a su juicio, a cierto distanciamiento de los cuadros del partido respecto de la sociedad vasca.
Hay en cualquier caso ciertas tendencias sociales que van en contra de este evento y de otros similares. Por una parte, que los escenarios cada día son más digitales. Por otra parte, que la juventud vasca cada día es más multicultural y probablemente menos militante. Los millenials prefieren escuchar a Ibai Llanos que a Andoni Ortuzar, salvando las distancias.
De las respuestas que ha recibido Anasagasti me llaman la atención especialmente las que hacen referencia a funcionarios e incluso altos cargos de las instituciones vascas a los que, al parecer, se echó de menos en el alderdi eguna. Vienen a criticar la ingratitud de quienes tienen un trabajo seguro gracias al partido y se quedaron en casa.
Se suman estos, que año tras año tienen que acudir a este evento como si fuera una especie de rito de agradecimiento a jaungoikoa, con aquellos, los que lo concebían como una forma de seguir haciendo negocios con las administraciones. Y así, confundiendo política con bolsillo personal, se llena cualquier campa vasca, tal y como una empresa convoca a sus empleados para la cena de navidad.