La forma en la que una red social conforma un estilo propio está muy ligada a las condiciones técnicas que ofrece a los usuarios, ya sea el grado de protagonismo de la fotografía, del vídeo; la extensión de los textos o la duración de los mensajes visuales o sonoros.
Pero además de la singularidad del diseño de la plataforma, cada una se ha orientado conforme a una línea editorial que la ha definido. En el caso de las redes sociales, la línea editorial, a falta de mensajes propios que expresen sus opiniones, se reconoce por la forma de censurar la opinión y la expresión de sus usuarios.
La llegada de Elon Musk a Twitter ha arrancado, precisamente, con una serie de despidos tendentes a la modificación de la línea editorial
La llegada de Elon Musk a la dirección de Twitter ha arrancado, precisamente, con una serie de despidos tendentes a la modificación de la línea editorial de la compañía. Su propósito es reorientar la plataforma, que hasta ahora estaba muy identificada con la izquierda. Así se percibía dada la sucesión de expulsiones que habían recibido líderes de la derecha, particularmente, Donald Trump, que fue expulsado aún siendo presidente de Estados Unidos, mientras que cuentas de terroristas de la yihad seguían emitiendo sus contenidos criminales.
Musk se ha declarado “un absolutista de la libertad de expresión”, lo que no parece que sea un mal punto de partida para repartir juego a través de una red social que cuenta con unos 400 millones de usuarios por todo el mundo.
Musk se ha declarado 'un absolutista de la libertad de expresión', lo que no parece que sea un mal punto de partida
Esa actitud no ha sido bien encajada por una parte de la opinión pública y de los usuarios de Twitter que se muestran partidarios, no sólo de que la compañía mantenga la censura sobre mensajes que consideran inadecuados, sino que, además, temen que el algoritmo que reparte juego en la red social promocione contenidos menos favorables a lo que consideran políticamente correcto.
Si, como anuncia Musk, Twitter actúa con menor tendenciosidad y abre juego rebajando la actividad censora habrá enriquecido la utilidad social de la compañía, lo que alentará tantas o más controversias y disputas entre sus usuarios, que es lo que caracteriza y populariza a Twitter.
Hay, además, otra área en la que el multimillonario quiere cambiar los modos de operar de la red social, como es verificar la identidad de los usuarios. Hoy las cuentas anónimas son muy elevadas y las que están guiadas por inteligencia artificial podrían elevarse hasta el 20% de todas las que operan en Twitter.
Esa quinta parte de cuentas falsas no aportan valor económico a la empresa, ya que no son consumidoras, no pueden ser clientes de los anunciantes. A su vez, alteran la calidad y el ritmo espontáneo de los usuarios reales, por lo que sí que puede ser útil su eliminación.
Sin embargo, hay multitud de cuentas que operan bajo una imagen falsa y que, sin embargo, están gestionadas por personas reales que ocultan su identidad por pudor, por discreción o por garantizarse la libertad que otorga el anonimato. La personalidad de la red social que Musk ha comprado por 44.000 millones de dólares se basa, en buena medida, en disfrutar del descaro y la libertad que otorga intervenir desde una identidad falsa, muy pocos se atreverían a expresarse con la misma libertad si fuera su verdadera imagen la que soporta los twitts y, particularmente, las respuestas que reciben.
A su vez, son muchas las personas que han abandonado Twitter por el rechazo que les ha causado la acidez y la causticidad de los debates, el nulo respeto hacia la persona y la falta de equilibrio en las acusaciones que se cruzan entre unos y otros.
Sin embargo, la impunidad del agravio, la libertad de humillar anónimamente y, también, la irrelevancia del fracaso desde una identidad falsa han hecho de Twitter una de las referencias de las redes sociales y que sea considerada la que está inspirada por el pecado capital de la ira, así como Tinder se identifica con la lujuria o Facebook con la vanidad. Cada pecado tiene su público, su demanda y su espacio de expresión.
Musk tendrá, además, interés en rentabilizar su apuesta económica, por lo que Twitter se va a convertir en un laboratorio de comunicación social de primerísimo interés en el que vamos a poder ver los efectos que tendrá cualquier alteración que se aplique al modelo que alcanzó el éxito. Musk ha comprado Twitter para divertirse, no sé si lo logrará, pero seguro que nosotros sí que nos divertiremos con ello.