No es la primera vez que hablamos en esta columna de residuos, es uno de esos grandes retos a resolver de nuestra sociedad, uno más en el que cada vez es más urgente actuar y transformar su generación y tratamiento. Justo antes de la celebración de la Semana Europea de los Residuos, Gobierno vasco acaba de presentar su hoja de ruta 2030 para minimizar los residuos en el territorio. Un plan que prevé reducir más de 10 millones de toneladas de vertido entre 2022 y 2030 y bajar el 15% los desechos generados en la CAPV. Otra de las medidas, la reducción del número de vertederos en Euskadi a 8, ya ha levantado cierta controversia porque implica que esos 8 tendrán que aumentar su capacidad de vertido y en algunos casos admitir nuevos residuos y ya sabemos como van estas cosas, todos generamos residuos pero ninguno queremos tenerlos cerca de nuestras casas.
Abordar de verdad este problema comienza por ir a su raíz, la excesiva generación de residuos en nuestra sociedad fruto de una economía lineal que ha promovido y promueve un consumo excesivo, sin tener en cuenta lo que eso supone para la degradación de todo nuestro entorno. Algunos dicen que esto se puede abordar realizando un consumo más responsable, sin embargo otros expertos, como el divulgador científico especialista en cambio climático, Fernando Valladares, opinan que el foco debería colocarse sobre una producción responsable, que tenga en cuenta un ecodiseño que minimice al máximo la generación de residuos y que promueva la reutilización y su reciclaje.
El margen de mejora es tan grande que cualquier pequeño avance o cambio es todo un logro
En Euskadi estamos todavía muy lejos de lograr un tratamiento adecuado de los residuos que generamos, muy lejos de los porcentajes de reciclaje que nos obliga Europa y muy lejos de que la ciudadanía tenga la suficiente sensibilización para hacer un cambio de hábitos colectivo. La responsabilidad es de todos pero, sin duda alguna, los mayores culpables son las respectivas administraciones que han practicado muchas veces la política de la avestruz, escondiendo un problema al que ya no se le pueden dar más prórrogas.
Álava, por ejemplo, sólo convierte en compost el 2% de su basura orgánica, y Euskadi no es autosuficiente en el tratamiento de su residuos, es decir exportamos residuos porque no tenemos suficiente capacidad en nuestros vertederos. Las tasas de reciclaje no crecen al ritmo que deberían y los recursos destinados a políticas de reducción o reutilización son insuficientes. El margen de mejora es tan grande que cualquier pequeño avance o cambio es todo un logro. Lo es por ejemplo las iniciativas de reutilización públicas o privadas, como el proyecto Konpondu, del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, que promueve y da visibilidad a los pequeños negocios de reparación de la ciudad o GK Recycling, el clúster de empresas de reciclaje de Gipuzkoa creado en 2016 por su Diputación. También proyectos pioneros y reconocidos a nivel mundial como el de Ternua, que aprovecha las redes de pescadores o las nueces de las sidrerías para hacer algunas de su prendas de deporte.
¿Es normal que décadas después de comenzar a practicar el reciclaje de nuestras basuras domésticas todavía haya un profundo desconocimiento de que reciclar y como separarlo? ¿Es aceptable que se siga produciendo un excesivo desperdicio alimentario mientras el número de personas que necesitan ayuda siguen aumentando en nuestras calles? Evidentemente, no, así que cualquier medida que ayude a mitigar este problema es bienvenida.
No podemos seguir recurriendo a campañas esporádicas. Impulsar un cambio de hábitos tan profundo requiere de campañas continuadas y de una estrategia clara y coherente en la que participen todas las instituciones competentes
La hoja de ruta 2030 de Gobierno vasco prevé también, como ya estaba recogido en la legislación estatal, un nuevo canon de vertido, o la limitación del vertido de ciertos materiales, ya en marcha desde 2020, pero que propone crear 10 nuevos decretos que abren nuevos usos a los materiales secundarios y prohíben su depósito en vertedero.
Sin embargo, para que todo este plan funcione de verdad es necesario aumentar de manera exponencial la inversión en sensibilización ciudadana. No podemos seguir recurriendo a campañas esporádicas. Impulsar un cambio de hábitos tan profundo requiere de campañas continuadas y de una estrategia clara y coherente en la que participen todas las instituciones competentes. Campañas que vayan acompañadas también de una política fiscal adecuada que premie los buenos comportamientos y sancione los malos. También es importante formar a los más jóvenes y convertirlos en “activistas” de la reutilización y el reciclaje, como está haciendo durante todo este mes la iniciativa de la Diputación Foral de Álava “Mucho más allá de lo que ves” en 10 centros escolares del territorio.
Practiquemos de verdad las 3R: reduzcamos, reutilicemos y reciclemos y dejemos de tirar recursos a la basura
Tenemos que ver los residuos como recursos porque si los vemos así, seguiremos impulsando nuevas oportunidades de economía circular y generando empleo sostenible. Cuando hablamos de salud se dice que más vale prevenir que curar, una frase que se puede aplicar al pie de la letra a los residuos. Practiquemos de verdad las 3R: reduzcamos, reutilicemos y reciclemos y dejemos de tirar recursos a la basura. Que el marrón sea sólo un color para depositar correctamente los residuos orgánicos y obtener un buen compostaje.