Si hay dos lugares por donde todos vamos a pasar en algún momento de nuestra vida esos son una escuela y un centro médico. Todos sabemos que nuestro bienestar y prosperidad depende de la educación y la atención sanitaria que recibamos. Los evidentes beneficios individuales y colectivos que la educación y la medicina han sido capaces de aportar al bienestar individual y social hacen que nuestra confianza en el sistema educativo y en el sistema sanitario hayan sido parte fundamental de la columna vertebral de nuestro Estado del Bienestar. 

Es sobre la educación y sobre la sanidad donde se concentran las miradas y los debates de la agenda política vasca. La tramitación de la nueva Ley Vasca Educación durante esta legislatura ha convertido la educación en un tema protagonista, donde partidos políticos y agentes educativos han podido compartir visiones y propuestas en busca de una Ley que recoja los retos a los que la educación tiene que dar respuesta, una educación para una sociedad vasca que poco tiene que ver con la sociedad de hace 40 años, mucho más diversa y tecnológica que hace cuatro lustros

El autogobierno se mide en muchos ámbitos de las políticas públicas, pero cómo se perciba la gestión de la educación y de la sanidad por parte de la sociedad determinará los debates políticos que vivamos durante los próximos meses

Estos días, el conflicto vivido en la OSI Donostialdea, muestra algunas de las costuras de un sistema sanitario que nos sostuvo durante la pandemia y que tiene que atender a una sociedad envejecida que reclama cuidados y atención durante más años de los que acostumbraba cuando fue creada Osakidetza, hace casi cuarenta años (1984). Hay quien vislumbra síntomas de agotamiento, hay quien reclama mayor transparencia y mejoras en la gestión, hay quien alerta de la falta personal sanitario para atender a la población, pero la preocupación es generalizada.

El autogobierno se mide en muchos ámbitos de las políticas públicas, pero cómo se perciba la gestión de la educación y de la sanidad por parte de la sociedad determinará los debates políticos que vivamos durante los próximos meses. Como alertaba el politólogo Pablo Simón en este artículo, los debates sobre sanidad activan un marco que desgasta a quien gobierna. No sucede igual con la educación, que ha perdido la unanimidad del servicio público de educación como eje vertebrador de la sociedad y articulador del bien común; de alguna manera, una parte importante de la población ha interiorizado la educación como un gasto añadido, y el personal docente no cuenta con el apoyo unánime con el que cuenta el personal sanitario. 

Si hablamos de sanidad, la población respeta y confía en el personal médico hasta el punto de que tal confianza trasciende cualquier brecha política y cultural, da igual el espectro político en el que nos ubiquemos, la preferencia por la sanidad pública sigue siendo mayoritaria en Euskadi, y la percepción de saturación del sistema empieza a generar ciertos consensos

Educación y Sanidad en el foco del debate político. Cómo resuelva el Gobierno Vasco estos dos asuntos es posible que no sean determinantes para la estabilidad del gobierno, pero sí que perfilarán el tipo de sociedad que seremos. Y esto último es más relevante que lo primero, por mucha adrenalina que nos proporcione el posible desgaste del gobierno y el debate electoral permanente. Ahora mismo, la pelota de la gestión pública está en el tejado de Lehendakaritza, a ver cómo nos la devuelven.