Lo primero que me confesó mi compañero y colega Guillermo cuando me fui a vivir a Pamplona fue cuáles eran las mejores croquetas de la calle San Nicolás, dónde comprar la mejor txistorra y que delinquir en Navarra era muy complicado. Eso de mucha policía, poca diversión cobraba auténtico sentido allí, debido al alto ratio policía /habitante. Difícil librarse, especialmente si cometía una infracción de tráfico. En la Comunidad Foral, a la hora de sacar la libreta de las multas y dependiendo de la vía que transites, podía venir cualquiera, la Guardia Civil, la Policía Municipal o los Forales.
A diferencia de lo que ocurre en Euskadi donde la Ertzaintza, como policía integral, tiene transferida la competencia de tráfico, en virtud al cumplimiento del Estatuto de Gernika, en Navarra está pendiente de traspaso, tal y como viene recogido en la Ley Orgánica de Reintegración y Amejoramiento del Régimen Foral de Navarra (LORAFNA), el estatuto de autonomía navarro.
Los amagos por hacer efectiva esta competencia en el periodo democrático son múltiples y variados, incluso en color político. Sin embargo, este fin de semana un millar de personas y partidos político de la derecha y la ultraderecha se citaban en Iruña para impedir la cesión de la competencia de tráfico y lo que han venido a llamar la traición y salida de la Guardia Civil de Navarra. UPN, PP, Ciudadanos y VOX se montaban a lomos de la falsedad y de la hipérbole verbal en un acto en apoyo a la benermérita.
Es completamente falso que se vaya a expulsar a este cuerpo. Lo saben y aún así, mienten para agitar la sociedad. Me atrevo a afirmar que más allá del Arga y de las fronteras forales, que la venta de esta mercancía estropeada es en un intento pernicioso por arañar votos más allá, a través de fakes y no, hay que decirlo alto y claro, no todo vale. No vale manosear la sociedad navarra impúdicamente, por eso creo que merece la pena poner algunos puntos sobre las íes, ya que la transferencia de tráfico ha sido reivindicada por todos los presidentes de Navarra y la unanimidad de las fuerzas parlamentarias, veamos.
Corría el año 2000, echaba a andar el segundo mandato de José María Aznar, esta vez con mayoría absoluta, y en Navarra el presidente era Miguel Sanz, de Unión del Pueblo Navarro. Las relaciones eran fluidas intersocios y el anuncio del compromiso de asumir la competencia en exclusiva llegaba en los primeros compases de la segunda legislatura popular. Un henchido Sanz lo anunciaba a bombo y platillo, aunque nunca se materializó, a pesar de la insistencia de UPN.
Con el Gobierno del cambio liderado por Uxue Barkos y la llegada a la Moncloa de Pedro Sánchez, en su primer encuentro institucional, octubre de 2018, acordaban acometer de forma definitiva la transferencia de Tráfico y Seguridad Vial en diciembre de ese mismo año. De nuevo, no fue así.
Si bien es cierto que Bildu ha reivindicado la salida de las Fuerzas de Seguridad del Estado tanto de Euskadi como de Navarra, no hay ni la más mínima gota de posibilidad de que esto vaya a darse
Nos vamos hasta 2020, al pacto de investidura entre el PSOE y el PNV. Se volvía poner blanco sobre negro el cumplimiento de la transferencia. Empezaron a sonar los tambores de guerra de la derecha navarra y española mientras los jeltzales hacían valer su presencia centenaria en tierras forales. Reivindicaban su derecho a trabajar y negociar por Navarra por mucho aspaviento y manifestación de una UPN con dos legislaturas en la oposición. Aún así, nuevo incumplimiento de lo pactado.
La negociación de la las cuentas del Gobierno de coalición ha llevado a EH Bildu a arrancar nuevamente el compromiso de que esta vez sí, y que en esta ocasión tiene que ser antes de marzo de 2023. Son muchas las reservas después de tantas decepciones, pero de los que no cabía ni la más mínima duda es de la reacción de la oposición por los sujetos que han protagonizado el acuerdo. Si bien es cierto que Bildu ha reivindicado la salida de las Fuerzas de Seguridad del Estado tanto de Euskadi como de Navarra, no hay ni la más mínima gota de posibilidad de que esto vaya a darse, si finalmente el verbo se hace transferencia. Y es que, además, está garantizada la pasarela para la integración de los 175 agentes de tráfico en la Policía Foral. 175 del total de 1.800 efectivos del Instituto Armado que prestan servicio en Navarra.
Y ya que estamos haciendo memoria cabe recordar un dato curioso, pero nada baladí en esta cuestión y es que el ejercicio pleno de esta competencia no supone más que una recuperación de algo que fue arrebatado durante el franquismo. Se trata de una competencia histórica que ejerció hasta 1.962 cuando el militar Camilo Alonso Vega la retiró manu militari, arrebatándosela a la Diputación creadora de la Policía de Carreteras en 1928.