No cesa porque es muy difícil disimular que no ha pasado nada cuando se decide apretar el botón de detonación electoral y las palabras borbotean en el debate público para sacarlo del ámbito de la política, el dialogo y la negociación para llevarlo a otro terreno mucho mas inmundo y detestable. Más, si el eje que vertebra el nauseabundo interés desplaza a los verdaderos protagonistas, en este caso las personas solicitantes de asilo.

Desconozco si el secretario general de los socialistas vascos, Eneko Andueza, cuando soltó eso de los discursos cercanos a la rancia extrema derecha del PNV lo llevaba preparado o sobrevino en la conversación, pero aunque él aún no lo sepa fue de una torpeza política mayúscula, pero sobre todo fue una autoinculpación de todo crédito personal del que aún no se ha dado cuenta a tenor de la nota emitida por el PSE-EE legitimando su derecho a discrepar cuando el Lehendakari admitió sentirse dolido ante dichas afirmaciones.

El problema no es discrepar, el problema es acusar y sería conveniente que cuando se señala tan duramente se tengan pruebas que acrediten tales acusaciones. Tanto en el ámbito estatal como en Euskadi parece que relacionar todo lo que no gusta con la de ultraderecha es parte del argumentario a manejar ante cualquier circunstancia
complicada de explicar o que suponga una dificultad. Recordemos cuando los camioneros pararon para protestar por la subida de los carburantes. La ministra de Política Territorial y portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, les acusó de ser extremistas de derechas que pretendían desgastar al Gobierno.

El problema no es discrepar, el problema es acusar y sería conveniente que cuando se señala tan duramente se tengan pruebas que acrediten tales acusaciones

Cuando Pedro Sánchez acude a la cumbre bilateral hispano-francesa en Barcelona y los independentistas organizan una movilización para manifestar la vigencia de su reclamación, el Presidente la compara con la movilización de la extrema derecha de este fin de semana en Cibeles. Que el Gobierno central decide abrir un macrocentro para refugiados en Vitoria y se plantean dudas sobre el modelo y la falta de diálogo, tics de ultraderecha también. Conviene no banalizar las cosas importantes, deberían ser más conscientes los responsables políticos de no hacer el caldo gordo del debate público a los que chapotean en los charcos más inhumanos del debate populista.

La reacción exagerada de Andueza, sobre un asunto que atañe particularmente a la ciudad de Vitoria, con la trivialización de los extremismos y donde Vox está cerca de sacar representación en dicho ayuntamiento con un 5,6% de voto según las encuestas, junto a los antecedentes de Maroto con las ayudas más justas, crean un discurso además de falso, muy peligroso e irresponsable. No sé si esta estrategia se puede disociar del mensaje que intenta trasmitir el Gobierno vasco de unidad donde todos los y las consejeras, tanto del PNV como del PSE, con el Lehendakari a la cabeza, muestran su compromiso de buscar el acuerdo en materia de inmigración con el Ejecutivo central y escapar de polémicas.

Si la estrategia era jugar al poli bueno y al poli malo con las cosas importantes por mero interés merece una rectificación pública y no una huida hacia adelante como hemos visto hasta ahora. A no ser que al afirmar tales cosas quieras dejar a tu predecesora en la secretaría general, Idoia Mendia, y consejera del Gobierno descolocada de la línea oficial que se supone representa Andueza. Nos merecemos que nos lo expliquen.

La co-gobernaza se ha convertido en el nuevo animal mitológico de la política por mucho que se estire el chicle discursivo si los hechos no la acompañan

El programa de gobierno que comparten los socios contempla entre los compromisos firmados que figuran en él materias de inmigración. En ningún momento se ha negado la necesidad de ampliar plazas, de estar justificado el contar con recursos de acogida frente a crisis migratorias derivadas de conflictos a nivel mundial para las personas solicitantes de asilo, entre otras cosas, porque es una obligación ética de las sociedades democráticas. Siendo el Estado al que corresponde ejercer las tareas de las políticas migratorias, el día día, la realidad exige que sean las administraciones vascas las que aborden y atiendan las derivaciones de esas políticas.

Los centros de Tolosa, Oñati o Berriz son ejemplo vivo de la tarea que se lleva a cabo y de la existencia de un modelo vasco de acogida. Ese modelo
dista mucho del proyecto de macrocentro en la antigua residencia Arana tal y como ha sido proyectado por el Ejecutivo central. Un modelo que los países europeos de nuestro entorno han rechazado, así como las entidades del tercer sector social. Más diálogo, más acuerdo y mayores dosis de pedagogía. Menos elevar el tono, dejar de
copiar el ruido político de otros foros y el electoralismo que desenfoca lo verdaderamente importante.

La co-gobernaza se ha convertido en el nuevo animal mitológico de la política por mucho que se estire el chicle discursivo si los hechos no la acompañan. Por cierto, esta polémica nos ha ayudado a ver las costuras de Europa como tierra de asilo. Ciega ante una realidad incesante, un fenómeno inherente a la necesidad de escapar de los horrores de las guerras, la persecución política y la falta de libertades para la que el viejo continente no ha desarrollado una política común.