Para Yolanda Díaz, vicepresidenta del Gobierno, ministra de Trabajo y líder de la plataforma Sumar, el momento no es ahora. De hecho, parece que su momento no llega nunca. Ya sabíamos, hablando de los tiempos, que su plan, no admitido pero tampoco disimulado, consiste en esperar a dar el gran paso en las próximas generales, justo después de que hipotéticamente el espacio de Unidas Podemos se derrumbe en las elecciones del próximo 28 de mayo. Una cita con las urnas que aquí en Euskadi sólo es municipal y foral -y eso no es poca cosa- pero que además en gran parte del resto de España es también autonómica. Ergo en estos comicios está en juego el poder político de multitud de parlamentos y en todos los ayuntamientos del país. Parece que poco, muy poco de ese poder será para sus socios naturales que, como decíamos, en teoría una vez derrumbados aclamarán a la candidata para que por fin empiece a sumar. Estos tiempos de Yolanda Díaz parecen más bien eternos y devienen paradójicos, por no decir disparatados, con la que está cayendo en la izquierda política, enfrentada como nunca por la ley del sólo sí es sí. Hemos asistido al perfecto ejemplo del disparate precisamente aquí, en Euskadi, al ver un pacto entre Podemos, IU y Alianza Verde a la espera de Equo, pero sin Más Euskadi, que directamente no se presenta en mayo, y, claro está por todo lo dicho, sin Sumar. La alianza, dicen, "no tiene nada que ver" con Sumar aunque estén involucrados casi todos los potenciales sumadores. El desastre se verá en las urnas.