En la semana que se cumple el primer año de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, la sorpresa de la visita del presidente de EE.UU, Joe Biden, a Kiev y el esperado discurso del presidente ruso, Vladimir Putin, ante el parlamento han copado los análisis sobre lo que pueda devenir a partir de ahora en el rumbo de la guerra y la rotación del eje geopolítico a nivel mundial, China, India, Irán, occidente...
Hacemos bien en fijar nuestra mirada sobre estos dos hechos. Es muy probable que mientras se está escribiendo la historia no se sea muy consciente, algo que inevitablemente corrige el paso del tiempo y los acontecimientos que se produzcan.
El aniversario y la llegada de la primavera apuntan a un recrudecimiento de la escalada militar. La llegada de carros de combate y de material balístico a Ucrania para frenar la denominada gran ofensiva rusa es algo de lo que están avisando los analistas militares, pero ¿en qué punto nos encontramos un año después?
Rusia creyó que en pocas semanas podía llegar hasta Kiev y que el gobierno huiría convirtiendo a Ucrania en un estado satélite en su órbita de países títeres aliados. El precedente de la invasión de la península de Crimea en 2014 hacía pensar que era factible, tanto la propia invasión como la nula respuesta internacional. El pasado 24 de febrero de 2022 no fue así y quizá para nosotros hubiera sido también más fácil y cómodo. Desde luego, no hubiera distorsionada tanto nuestra economía por las derivadas bélicas y los precios de la energía, pero ni el Gobierno ucraniano huyó, ni la invasión se culminó ya que los ucranianos, desde entonces, luchan contra el ejército ruso en lo que se ha transformado en una guerra de desgaste 365 días después.
Y he aquí una de las claves: Ucrania decidió defender su soberanía y con ello el envite se extendió a la respuesta internacional de sus aliados. Cada paso se ha dado con especial precaución, cada apoyo armamentístico está medido porque la gran amenaza es convertir la invasión en una escalada militar mundial que culmine con el potencial nuclear de Rusia sobre el tablero y la previsible respuesta de los países de la OTAN.
La gran paradoja es qué hacer, cómo reaccionar ante una evidente transgresión del derecho internacional y la legítima defensa que asiste al estado invadido. Avalar la lógica de que el más fuerte, las potencias con arsenal nuclear pueden imponer su voluntad al margen del derecho internacional sería el precio a pagar. Quizá Crimea fue el precedente, pero la invasión total de Ucrania supone la frontera de lo que Europa se puede permitir, es decir, la seguridad europea se libra ahora mismo sobre suelo ucraniano.
Es razonable tener dudas sobre los planteamientos de qué hacer, cómo actuar o hasta dónde hay que implicarse. Las decisiones se han adoptado de manera escalonada y midiendo la profundidad de cada paso a partir de que los ucranianos decidieron plantar cara a la invasión
Es razonable tener dudas sobre los planteamientos de qué hacer, cómo actuar o hasta dónde hay que implicarse. Las decisiones se han adoptado de manera escalonada y midiendo la profundidad de cada paso a partir de que los ucranianos decidieron plantar cara a la invasión. Se ha hecho de manera consensuada por la Unión Europea y con ello probablemente desmoronando uno de los objetivos rusos, la falta de unidad de acción occidental.
Sabemos que esta guerra en algún momento acabará y que lo hará alrededor de una mensa de negociación. La paz se trabaja, la paz se construye, la paz exige esfuerzos. Quizá, este año hayamos echado en falta discursos de peso internacional en este sentido, mientras sí oíamos habla de drones, carros de combate, aviación y misiles de medio y largo alcance, pero me temo que muchos discursos sobre la paz y el diálogo en nuestro entorno han tenido una lógica de consumo interno, de carácter inefectivo y hueco de contenido. La paz no llega solo por repetirlo muchas veces.
Rusia ha determinado que aún puede alcanzar objetivos, la superioridad militar y el tiempo juegan a su favor con una opinión pública totalmente anulada
Rusia ha determinado que aún puede alcanzar objetivos, la superioridad militar y el tiempo juegan a su favor con una opinión pública totalmente anulada. El gran anuncio de Putin frente al parlamento ha sido la suspensión de la participación rusa en el Tratatado de Reducción de Armas Estratégicas y sus controles (programa START), el señalamiento de occidente como responsable de esta guerra y la perversión de las democracias que permiten matrimonios de personas del mismo sexo y el fin de la familia tradicional, un combo de amenaza y propaganda. Putin ha decidido aguantar normalizando la guerra, reconfigurando la economía y la industria, en definitiva, una apuesta por más guerra. No hay trofeos que enseñar un año después.
Ucrania resiste con el apoyo internacional, pero tampoco puede ganar al invasor. La estrategia aliada pasa por resistir, decirle a Rusia que no va a ganar la contienda y forzar una especie de tablas que pueda digerir para sentarse a dialogar.
Esto es la guerra de desgaste, esta es la gran tragedia, poner tanta muerte y destrucción para que la negociación sea posible.