Ligar los salarios a la situación real de las empresas,  es un objetivo que la patronal lleva esgrimiendo desde hace muchísimo tiempo y que hasta el momento, no ha sido factible. 

Sin embargo, hace unas semanas, el líder de CCOO, Unai Sordo, recogía el mensaje y aceptaba trabajar en esta línea: una parte de los salarios, planteaba, pueden ligarse a beneficios, mientras la otra seguirá ligada al sempiterno IPC.

El anuncio se recogía con optimismo desde la CEOE, y no es para menos, porque por primera vez se empieza a utilizar el mismo lenguaje. A partir de aquí hace falta, y así lo reclaman todas las partes, una vara de medir,  un índice que bareme puntualmente la situación económica de las empresas, indicador del que no se dispone en estos momentos.

No es suficiente con conocer la situación económica de la empresa, sino que a la hora de proponer los salarios deben intervenir también factores tan importantes como la competitividad, la productividad o el empleo… por citar algunos

Que las centrales sindicales asomen la cabeza para valorar estas cuestiones que ponen de manifiesto cierta sensibilidad hacia las empresas es un paso importante en la línea de asumir que las compañías se hacen entre todos, y que no debe haber una línea divisoria que parece imposible de traspasar entre empresa y trabajadores, sino proyectos conjuntos que salen adelante con la aportación de todos.

En todo caso, no es suficiente con conocer la situación económica de la empresa, sino que a la hora de proponer los salarios deben intervenir también factores tan importantes como la competitividad, la productividad o el empleo… por citar algunos.

Con todos estos ingrediente podría evolucionarse en una negociación colectiva que se ha quedado anquilosada desde hace décadas en dos únicas cuestiones: los incrementos salariales y la jornada laboral. Dos conceptos que sin dejar de ser importantes, se han visto superados por innovadoras políticas de recursos humanos, hace mucho tiempo.

El café para todos hace ya lustros que no es efectivo, ya que tanto a nivel profesional, como personal, cada uno de los integrantes de la empresa tiene unos intereses concretos, que busca satisfacer de la forma más ajustada posible.

La realidad a día de hoy es que de momento y tristemente, no hay acuerdo entre patronal y sindicatos para establecer las bases de la negociación colectiva, que también naufragó hace unos meses. El fracaso se debió a la negativa a aceptar, por parte de la CEOE,  la  demanda sindical de incrementar los salarios en la misma medida que la inflación. La propuesta, poco realista, se consideró  inasumible para las empresas, sin obviar además que habría favorecido una espiral inflacionista, aún mayor de la que ya tenemos.

Es más urgente y necesario que nunca blindar los proyectos, compartirlos e impulsarlos con criterios innovadores. Y eso empieza por entender las relaciones laborales y el concepto de empresa, de una forma distinta y consensuada. Las viejas recetas no sirve para afrontar los retos presentes

Tal vez el anuncio de los sindicatos de contemplar la situación económica de las empresas como uno de los datos relacionados con el salario, no sea sólo un espejismo, y estemos ante una visión de la jugada diferente a la que conocemos, aunque de momento no haya cristalizado. Sería sin lugar a dudas, una excelente noticia, porque supondría el compromiso por parte de todos los integrantes de la empresa, de remar hacia el mismo lado, responsabilizándose de un proyecto vivo, que debe hacerse entre todos, y que tiene que saber evolucionar de forma cada vez más rápida, para poder responder a los vaivenes de la economía y del mercado.

Ojalá se asiente este nuevo escenario. Desde luego empezar a hablar el mismo lenguaje es muy importante, aunque las posiciones por el momento están muy  distanciadas. Sería una pena perder una ocasión como esta, en un momento de especial incertidumbre. Es más urgente y necesario que nunca blindar los proyectos, compartirlos e impulsarlos con criterios innovadores. Y eso empieza por entender las relaciones laborales y el concepto de empresa, de una forma distinta y consensuada. Las viejas recetas no sirve para afrontar los retos presentes.

Compartir el proyecto empresarial implica no solo reclamar incrementos salariales cuando hay beneficios, sino asumir las pérdidas de forma colectiva cuando vienen mal dadas. O sea, que no vale hablar de beneficios extraordinarios en el segundo semestre del 22, sin tener en cuenta las pérdidas económicas que la pandemia ha causado en la mayoría de las empresas, pérdidas de las que muchos negocios no se han recuperado, sin olvidar que un buen número de ellas, han tenido que echar la persiana.

A las duras y a las maduras, no valen sólo las segundas.