La rebaja del IVA en productos básicos ha tenido un impacto tan limitado a la hora de realizar la compra que el descontento y los problemas para las familias no hacen más que crecer. Es un problema doméstico y es un problema para el Estado que ha visto como el descenso del IPC durante cinco meses consecutivos se revertía en el inicio de este 2023 con unas elecciones a la vuelta de la esquina.
Las llamadas a la paciencia, a dejar pasar los meses para poder evaluar el impacto de las medidas ha sufrido un bamboleo transpirenaico que ha agitado el malestar, mientras ha evidenciado que otras cosas se pueden hacer. En Francia la inflación interanual de los alimentos ha llegado al 14,5% y el Gobierno francés ha pactado con las distribuidoras un acuerdo que garantice la accesibilidad a productos básicos a precios contenidos con carácter masivo, eficaz y de protección En el Estado español la tasa de la inflación interanual de los alimentos es prácticamente un punto superior a la del otro lado de la frontera, concretamente se sitúa en el 15,4%.
Se da por descontado que la tendencia al alza de los precios no se iba a detener debido a las negociaciones anuales entre la industria gala y los grupos de distribución. Para paliar esos efectos se ha llegado al entente denominado trimestre antiinflación que básicamente consiste en poner al alcance de los consumidores productos al precio más bajo posible en los supermercados. En las baldas irán identificados con una pegatina con la bandera francesa. Cada cadena de distribución elige cuántos y qué que productos entran en esa cesta.
La cadena Intermarché va más allá y llega a ofertar hasta 500 artículos antiinflación. La mayoría son marcas propias más otros treinta productos frescos entre carnes, pescados y verduras
Carrefour activará este mecanismo sobre doscientas referencias que ofrecerá por debajo de dos euros. Cien de esos productos serán básicos como ropa, pañales, pastas, harinas, galletas.... y los otros cien serán etiquetados como saludables. La distribuidora francesa ha elaborado esta lista tras sondear a sus clientes y sus necesidades. La cadena Intermarché va más allá y llega a ofertar hasta 500 artículos antiinflación. La mayoría son marcas propias más otros treinta productos frescos entre carnes, pescados y verduras.
A este lado, toda la presión recae ahora sobre el ministro de Agricultura, Luís Planas. Suyas son las competencias para adoptar una medida similar. Hace tiempo insistió en que algo así no se podía llevar a cabo cuando la ministra Yolanda Díaz, el septiembre pasado, propuso acordar una cesta de la compra básica con treinta productos pactados con la distribución. La presión que ha insuflado la medida al otro lado de los Pirineos podría ablandar la postura del ala socialista que insiste en que hay que esperar a que las medidas instauradas aquí den resultados. El problema es que la ciudadanía tiene la mala costumbre de alimentarse tres veces al día y que la inflación está destrozando las cuentas de muchas familias, mucho más cuanto menor poder adquisitivo se tenga. Sumado a los precios de la energía y carburantes junto a un euribor disparado al 4% hacen que la capacidad de resistencia no permita más dilaciones. Por cierto, hablando de alimentación no sólo se debe contemplar el alcance al bolsillo, sería conveniente tener en perspectiva el ámbito de la salud directamente ligado a la calidad y frescura de los alimentos que podemos adquirir.
La ministra Nadia Calviño demostró lo despegados que están de la realidad cuando aseveró que ella misma notaba el impacto de la reducción del IVA cuando hacía la compra. No hay nada peor que la impostura en política frente al día a día del “currito” que comprueba que su realidad se contrapone a las afirmaciones de su señoría.
Resulta sorprendente que un Gobierno como el francés de corte liberal y de derechas haya conseguido un acuerdo de país con las grandes distribuidoras y que el Gobierno más progresista de la historia arrastre los pies para adoptar nuevas medidas que, esta vez, sí tengan un efecto palpable en el ticket de la compra.
Resulta sorprendente que un Gobierno como el francés de corte liberal y de derechas haya conseguido un acuerdo de país con las grandes distribuidoras y que el Gobierno más progresistas de la historia arrastre los pies para adoptar nuevas medidas
El acuerdo en Francia es interesante por dos razones fundamentalmente. Primero porque se ha logrado alcanzar un pacto con las grandes cadenas de supermercados que consiguen hacer marca y predisponerse a colaborar en momentos de emergencia inflacionista. Segundo, porque este pacto se encuadra en un horizonte temporal delimitado a tres meses. Al albur de la evolución de la inflación se revisará. Aquí, hemos rebajado el IVA en productos básicos y los cierto es que no lo estamos
notando. Tampoco parece que las distribuidoras se hayan dado por aludidas y de momento, no se aprecian movimientos que permitieran deducir que hay predisposición por remar a favor de obra.
Las fórmulas de intervención podrían haber sido otras desde un inicio, por ejemplo, a través de ayudas directas a las familias con menos recursos. Algo que sí ha asumido el Gobierno Vasco en forma de cheque por un valor que oscila entre los 150 y 300 euros, con tres entregas, para dar cobertura a las necesidades elementales de unas 2.500 familias y que gestiona Cruz Roja Euskadi. Este tipo de medidas junto a la contención de márgenes empresariales son pequeños parches para un gran problema, pero el valor de la intervención inmediata en situaciones donde no cabe demorarse es digna de poner en valor, mientras estructuralmente se repiensan otros escenarios.
Que hay discrepancias en el seno del Gobierno de coalición sobre la forma de proceder para atajar este problema es evidente. Este asunto está complicando la vida del Ejecutivo que debería no enrocarse en el inmovilismo de unas medidas que en la calle no se están notando. Va tarde y la presión que sopla desde el norte ha removido los tiempos en Moncloa que tendrá que anunciar antes de lo que le hubiera gustado nuevas estrategias a la vista de que la reducción del IVA no ha funcionado como nos prometieron. Recuerden que estamos a las puertas de una campaña electoral y esto es munición de ataque para la oposición y de defensa para el Ejecutivo, si revierte la situación.