‘Deberíamos estar especialmente atentos a los hechos que nos llevan la contraria’. Esta frase, extraída del libro “Democracia de trincheras”, del politólogo Lluis Orriols, debería ocupar más espacio en nuestras reflexiones sobre la interpretación que hacemos de la realidad para no dejarnos llevar por el fervor del momento.
La sociedad acelerada en la que vivimos, en la que cada semana tenemos un hecho noticioso que nos permite mostrar nuestro apoyo a los políticos y políticas con los que nos identificamos, nos impide analizar la realidad desde una vertiente objetiva de los hechos, o incluso plantearnos argumentos que nos lleven la contraria. Somos seres paradójicos porque, a su vez, solemos creer que nuestras opiniones son rigurosas, contrastadas, basadas en datos y construidas de forma neutral. Mientras nosotros vivimos en la ilusión de la objetividad, quienes viven engañados son los otros.
Esta semana hemos conocido como dos personas de diferente signo político reciben una ayuda destinada a familias numerosas para hacer frente a los gastos energéticos. En un contexto de elevada inflación, donde los precios no dejan de subir, los tipos de interés siguen al alza, y una parte cada vez mayor de la población “se siente ahogada” para hacer frente a los gastos mensuales, ha llamado la atención de la opinión pública que dos personas con rentas altas, se puedan beneficiar de ayudas dirigidas a colectivos vulnerables, ayudas también dirigidas a familias numerosas. Mónica García, candidata de Más Madrid al Gobierno de la Comunidad de Madrid, y actualmente líder de la oposición de la Cámara madrileña, no perdió la oportunidad, y sin pararse a pensar ni medio minuto, increpó a Enrique Osorio, Videpresidente del gobierno madrileño, por percibir una ayuda que ella también recibe, según afirma, sin saberlo.
No dudo de su desconocimiento, pero lo que le ha sucedido a Mónica García encaja perfectamente con la cultura del zasca en la que vivimos, donde lo importante es conseguir notoriedad a toda costa, llamar la atención del “público” y confirmar nuestras ideas preconcebidas porque haciendo ver al contrario como el malo de la película reafirmamos nuestras ideas y preservamos nuestra imagen (el sesgo de confirmación y la ilusión de la objetividad). La cultura del zasca genera audiencia, en el corto plazo es efectiva, pero como el efecto de un boomerang, un uso abusivo de ella se vuelve en nuestra contra. Ahora, mientras Mónica García se cura las heridas, y reafirmamos que el rigor y el respeto son mejores aliados, también podemos aprovechar la circunstancia para pensar qué tipo de ayudas queremos: focalizadas por renta o universales. No es un tema menor, en el contexto actual, hay debate.