Los primeros días de la campaña electoral del 28 de mayo han estado mediática y políticamente copados por la denuncia de Covite ante la inclusión de 44 candidaturas de personas vinculadas a ETA en las listas de EH Bildu. Si bien es cierto que en ese listado hay concejales que fueron condenados por procesos enmarcados en el totum revolutum del todo es ETA, como el 18/78, lo cierto también es que incluye siete personas que cometieron y cumplieron condena por delitos de sangre. Algunos concurriendo en el mismo municipio donde residen sus víctimas. Satisfecho el cumplimiento de la pena y la restauración de todos sus derechos ciudadanos no se cuestiona la legalidad, sino la pertinencia o la explicación de quien autoriza y le parece adecuado que esos nombres figuren ahí. ¿Por qué?

Rehuyeron las preguntas de los periodistas a la explicación del por qué esos nombres cuando en la declaración de Aiete se habían comprometido a aliviar, en la medida de lo posible, el dolor de las víctimas

Ante el revuelo el silencio de los dirigentes de Bildu era atronador, la aguas bajaban revueltas en la coalición. Rehuyeron las preguntas de los periodistas a la explicación del por qué esos nombres cuando en la declaración de Aiete se habían comprometido a aliviar, en la medida de lo posible, el dolor de las víctimas. El plano de la ética por encima de la legalidad. No se pone en duda el hecho de poder formar parte de unas listas, sino la decisión estratégica de dar el visto bueno a unas candidaturas con personas que no han expresado su rechazo a la injusticia de sus terribles actos. No era un error, era una decisión y a Bildu le han pillado con los deberes sin hacer.

Distinguiría dos planos. En la política estatal la baza de la irrupción del asunto “ETA” en la campaña viene a tapar el giro hacia el discurso social, los anuncios de Sánchez en los mítines de los fines de semana, en definitiva, el hecho de haber recuperado la iniciativa de marcar agenda política y el PP no dudó en señalar al PSOE como blanqueador de los asesinos por pactar con la formación abertzale para inundar el discurso electoral desde Madrid con esta cuestión.

Va de mirar al futuro habiendo asentado las bases de la convivencia post ETA en los términos que una sociedad democrática y libre se merece

De veras que nada de esto me importa, de verdad que la cuestión electoral y la batalla por arrancar unos votos más allá de Euskadi con la utilización de nuestro doloroso pasado me trae sin cuidado. Lo que de verdad me importa es que el camino de la convivencia iniciado en nuestro país tenga pilares éticos sólidos. Esto no va de electoralismos, ni de comprarle el discurso a nadie para hacer cuña electoral. Va de mirar al futuro habiendo asentado las bases de la convivencia post ETA en los términos que una sociedad democrática y libre se merece para no cerrar en falso las heridas y el desgarro del dolor injusto causado a las víctimas en particular y a la sociedad, en su conjunto, en general.

Sin embargo, los decibelios se han elevado con un estruendoso griterío de voces interesadas. La ilegalización de la coalición soberanista echaba a rodar entre los tenores y sopranos más a la derecha extrema; Vox y quien aspira a dejarles KO en Madrid, Isabel Díaz Ayuso. En el Gobierno empezaron a temblar las piernas de algunos y los barones del PSOE que se la juega el 28 M dejaron patente su malestar. No obstante, la presidenta de Navarra, María Chivite, ha sido más comedida en sus palabras. Muy pendiente del escenario y de cómo influirá todo esto tras la noche electoral, ya que los pasos que estaban dando para allanar el camino de posibles pactos con Bildu es muy probable que empiece por la Comunidad Foral, ahora o en diciembre, tras las generales.

La cara de Arnaldo Otegi, en su comparecencia tras el anuncio de los siete condenados por asesinato a la renuncia de su acta si salen elegidos, denota preocupación

El debate interno en EH Bildu también se está librando. Qué hacer ante una expectativa electoral buena que puede verse retraída por seguir teniendo en su mochila lastre ético. Primero dijeron que era barro y luego, tras comprobar que esa mercancía estropeada no la compraba una sociedad escarmentada, había que hacer balance de daños. La cara de Arnaldo Otegi, en su comparecencia tras el anuncio de los siete condenados por asesinato a la renuncia de su acta si salen elegidos, denota preocupación. Ninguna alusión a la campaña electoral, tono bajo para la lectura de la nota de prensa sin preguntas y sensación de que ha costado dar el paso público de refrendar la decisión de sus candidatos en línea con la declaración de Aiete del 18 de octubre.

¿Se trata de una rectificación necesaria, pero no deseada? No tengo la respuesta, solo el anhelo de que algún día, todo el lastre de lo que consideran un debe a una parte, quede superada por admitir sin reservas, ni equilibrios internos, su responsabilidad en el injusto dolor causado y seguir caminado por ahí. Lo necesitamos.