¿No es Eroski el supermercado público que quiere Ione Belarra?
Cuando la ministra de derechos sociales Ione Belarra anunciaba hace unos días su intención de crear una cadena de supermercados públicos, todo el mundo se acordó de Juan Roig, "el capo" de Mercadona, en palabras de la también secretaria general de Podemos, pero nadie de Eroski. Y es que la cooperativa vasca no es de titularidad estatal pero sí que representa, al menos sobre el papel, los valores a los que quería aludir la política navarra, que no euskaldún.
La idea de Belarra es anacrónica pero bienintencionada. El dueño de un supermercado público no tiene ánimo de lucro, lo que en pura teoría le permitiría poner precios más competitivos, más "sociales" en terminología política. El problema es que la realidad nunca se corresponde con lo que marcan los planteamientos comunistas porque el ser humano es más bien imperfecto y tiene tendencias perezosas e individualistas que empujan en sentido contrario a lo que debería ser el interés general.
Primero llegan los escaqueos de unos trabajadores difícilmente estimulables cuando desaparece el ánimo de lucro que mueve la maquinaria de nuestra sociedad. Después empiezan a escasear productos, porque el concepto "servicio al cliente" no existe en las empresas que no tienen una motivación comercial, que no compiten en un mercado. Por no hablar de las dificultades que tendría una compañía pública para no perder dinero en un sector en el que los márgenes oscilan entre el 2 y el 3%. Sus rebajas de precios, de ser factibles, serían insignificantes. Es, en resumen, una idea de bombero, en este caso de psicóloga, que es la verdadera vocación profesional de Belarra.
Por su origen navarro, es muy probable que la ministra cuando vuelve a casa compre en Eroski, que en las comunidades foral y vasca tiene a más del 40% de sus clientes. Estoy convencido de que la ex presidenta madrileña Cristina Cifuentes, pillada llevándose unas cremas que no había pagado, no es la única política que compra en esta cooperativa. Más aún teniendo en cuenta que Eroski fue en su día el hipermercado de referencia de Vallecas, el feudo tradicional de Podemos.
Esta cooperativa del Grupo Mondragon no es una empresa pública pero sí que tiene un carácter social indiscutible. De hecho, los valores de los que presume casi parecen el "claim" de un partido: igualdad, sostenibilidad, solidaridad y reparto equitativo de riqueza. Y sus informes están plagados de toques políticos como las referencias a las "personas consumidoras", una forma más larga a la par que igualitaria de decir consumidores, o "Estado", como si de un teleberri se tratara.
Aunque el 65% de los trabajadores de Eroski no son socios, lo cierto es que la empresa tiene algunas características que le diferencian de otras compañías similares y especialmente de las que cotizan en bolsa
Aunque el 65% de los trabajadores de Eroski no son socios, lo cierto es que la empresa tiene algunas características que le diferencian de otras compañías similares y especialmente de las que cotizan en bolsa, las más odiadas por la izquierda radical española, junto con Mercadona. La retribución media de un directivo de la cooperativa de Elorrio nunca supera en 4,5 veces a la del resto de empleados, un ratio que en las firmas del Ibex 35 se dispara hasta 19,4.
En unos tiempos en que estas diferencias están creciendo de forma alarmante habría que reconocer que los sueldos de Eroski son más justos. Pero no tengo muy claro que el grupo que actualmente dirige Rosa Carabel haya sido capaz de comunicar con acierto esta circunstancia y algunas otras que deberían haber llevado a la población a elegir esta cooperativa a la hora de hacer la compra. De hecho, la cuota de mercado de Eroski lleva años bajando, al principio por un peor posicionamiento y posteriormente por la obligada venta de activos para hacer frente a la deuda asumida con la errática compra de Caprabo.
Si en el año 2000 Eroski tenía casi el 9% del mercado español (sin Caprabo) y casi duplicaba a Mercadona, ahora mismo la firma de Juan Roig multiplica por seis su cuota: 25,8% frente a 4,3%, según Kantar. Es verdad que el principal perjudicado por el crecimiento de la compañía valenciana ha sido Carrefour, otrora líder, pero a la empresa vasca no le ha ido mucho mejor. Y especialmente desde que Mercadona decidió entrar en Euskadi y Navarra. ¿Qué ha pasado?
Es una mezcla de cosas. Por su carácter cooperativo, Eroski es una empresa muy conservadora en sus planteamientos de negocio: le cuesta mucho adaptarse a los cambios de mercado porque sus decisiones no son ágiles. Por una parte, apostó por las ofertas puntuales como gancho comercial, en línea con la mayor parte de sus competidores. Por otra, convirtió a la gestión inmobiliaria en el corazón de su negocio. Eroski compraba terrenos, negociaba licencias con los políticos de turno y construía centros comerciales. De ahí que todavía hoy mantenga en su activo unas cuantas hectáreas en Los Berrocales, una zona de expansión de Madrid al sur de Vallecas.
Este negocio era sumamente rentable hasta que llegó la crisis de 2008. La promoción inmobiliaria se paralizó y sus activos perdieron valor y dejaron de enmascarar una gestión quizás no tan buena del que debería haber sido su negocio principal: la distribución. Para hacerse una idea del impacto de la crisis, hoy contabiliza sus inversiones inmobiliarias a la mitad de lo que pagó por ellas. Y eso son pérdidas, que sumadas al deterioro del valor de Caprabo, que compró en el peor momento, pusieron a Eroski al borde del precipicio con una deuda de 2.514 millones de euros en 2009.
Hay que reconocer que su recuperación ha sido casi milagrosa y hoy, replegada en las zonas en las que es más fuerte, que incluyen también a Galicia (22% de los ingresos), Cataluña (14%) y Baleares, está en el camino de recuperarse. Mantiene una deuda de 909 millones de euros pero con un ebitda anual de 280 millones (2022) no debería tener problemas para ir amortizándola. Incluidas las famosas "aportaciones financieras subordinadas" que la cooperativa emitió en sus peores momentos para captar 360 millones de euros y que tan mala imagen le han dado.
Mercadona ha conseguido que la población acabe creyendo que sus precios "siempre son bajos", sin necesidad de ofertas, y que su trato al empleado es significativamente mejor que el de sus competidores
¿Y qué ha hecho bien Mercadona? Probablemente comunicar mejor sus valores, que en algunos aspectos no difieren tanto de los de Eroski. Es cierto que la firma valenciana no hace publicidad pero sí que gasta una cantidad nunca desvelada en relaciones públicas, que persiguen única y exclusivamente que sean los clientes los que hablen bien de la compañía, lo que tradicionalmente se ha conocido como el boca a boca. Es un modelo muy similar al de la Zara de Amancio Ortega.
Por esta vía, Mercadona ha conseguido que la población acabe creyendo que sus precios "siempre son bajos", sin necesidad de ofertas, y que su trato al empleado es significativamente mejor que el de sus competidores, Eroski incluido. Otra clave ha sido la relación con los proveedores, uno de los eslabones más débiles de las firmas de distribución, que todavía tienen fama de apretar a más no poder. Sin ir más lejos, su marca Hacendado siempre menciona el nombre del fabricante, mientras que la cooperativa vasca ocultaba tradicionalmente este dato pese a ser pionera en producto blanco.
Otra clave de Mercadona ha sido la simplicidad. Su modelo de supermercado es siempre similar y con un número de artículos relativamente reducido, lo que facilita enormemente la gestión y la logística y, a la larga, reduce los costes. Es cierto que la firma de Juan Roig no ha sabido relacionarse hasta el momento con lo que se conoce como "producto local", un campo en el que Eroski es líder absoluto, pero quizás los clientes no lo valoraban excesivamente hasta el momento. Estoy convencido de que "el capo" llenará sus tiendas de "eusko labels" si mañana percibe que los vascos se lo piden. ¿Lo haría el supermercado público de Belarra? Solo por intereses electorales, evidentemente.