Esta semana se celebra el BBK Live Bilbao, el principal festival de música de Euskadi tanto en términos tanto de asistentes, más de 100.000, como de presupuesto, 10 millones. Precisamente pocos días antes se han publicado dos libros que no ponen en buen lugar a este tipo de eventos: "Su Festak", del sociólogo Jon Urzelai, y "Macrofestivales, el agujero negro de la música", del periodista Nando Cruz. Critican más o menos que lo que otrora eran reuniones de melómanos ha proliferado como las setas hasta superar el millar en toda España y se ha convertido en un negocio alimentado, de forma engañosa, por el presupuesto público.
Cruz, que reconoce odiarlos ahora mismo, critica su masificación, la segregación por zonas según la capacidad económica del asistente, sus alianzas con marcas de cerveza, sus negocios paralelos relacionados con el consumo de los participantes, la explotación de sus trabajadores, a los que denomina "temporeros de festivales", o su insostenibilidad. Urzelai, con un toque más euskaldun y filosófico, hace un análisis similar sobre el capitalismo extremo de estos eventos y recuerda que avalanchas y estructuras poco estables han terminado a veces de forma fatal. Ambos coinciden en que el apoyo público no tiene sentido en los grandes festivales y ha creado una alocada carrera entre ellos de la que se benefician algunas estrellas pero nunca los trabajadores.
Hace un análisis similar sobre el capitalismo extremo de estos eventos y recuerda que avalanchas y estructuras poco estables han terminado a veces de forma fatal
Valga como ejemplo lo que ocurre con Mad Cool y BBK Live, que se celebran estos días, y la coincidencia no es casual, en Madrid y Bilbao con millonarias subvenciones de los respectivos ayuntamientos. Detrás de ambos se encuentran Javi Arnaiz y Alfonso Santiago, antiguos compañeros de Last Tour, la empresa que todavía hoy organiza el evento vizcaíno. Aunque fueron socios durante muchos años, el tercero en discordia, Xabier Arretxe, el manager de Fito, hacía de equilibrio entre ambos. Habían empezado casi desde cero, con una revista musical, proyecto que vino rápidamente acompañado de una sala de conciertos, la Azkena, y de conciertos que organizaba sobre todo Santiago, hasta llegar a los festivales, el negocio que mayores márgenes genera.
Pero la voracidad de Arnaiz, obsesionado con triunfar en Madrid, ha generado una auténtica guerra con Last Tour una vez separados los socios. "Hay gente que quiere hacer lo más interesante (en referencia a BBK Live, donde supuestamente tienen cabida bandas más minoritarias), y otros que quieren hacer lo más grande (en referencia a Mad Cool), como todo en la vida", explicó Santiago, que se quedó con el negocio vasco y el compromiso de no competencia durante cinco años, que ya han concluido. Desde Madrid Arnaiz contraprogramó primero con Download, un calco del Azkena Rock, y después con Mad Cool, que siempre "coincide" en fechas con BBK Live. El año pasado, una vez concluido el periodo de no competencia, trató incluso de montar un macro-festival en Basauri, proyecto finalmente frustrado aparentemente porque el Ayuntamiento, del PNV, decidió a última hora no colaborar.
Donde sí compiten es en Málaga, provincia en la que una empresa organiza Cala Mijas y otra el Andalucía Big Festival, eventos separados por apenas 40 kilómetros y también coincidentes en fechas. Cuando le preguntaron a Arnaiz por esta última circunstancia, el empresario vasco alegó que se ven obligados a hacerlo de esa forma para que los artistas que vienen a España puedan hacer una gira por sus eventos semana a semana. Y es que contar con los mejores músicos es fundamental para el éxito de este negocio, lo que explica por qué las luchas, talonario de por medio, son a muerte.
Contar con los mejores músicos es fundamental para el éxito de este negocio, lo que explica por qué las luchas, talonario de por medio, son a muerte.
Sin ir más lejos, en una reunión de la asociación española de promotores musicales uno de los asistentes se levantó de la silla y soltó un puñetazo a uno de los socios de Last Tour. Supuestamente el agresor estaba muy molesto porque BBK Live podía pujar más alto gracias a las subvenciones que recibía. Cada año entre fundación bancaria y ayuntamiento, el festival bilbaíno recibe casi dos millones de euros, al margen de las deducciones fiscales del 20% que los inversores pueden obtener merced a una ley aprobada en 2014.
Así lo explica Nando Cruz: "La mitad de los conciertos programados en España los paga el Estado. Pero ha pasado de financiar verbenas a subvencionar festivales. La Administración pública está distorsionando el mercado. Se doblan o triplican los cachés cuando paga laAdministración, que no entiende de música". "El monopolio de Last Tour en Bilbao es inmenso y tiene mucho que ver con el modelo de ciudad. Se ha convertido en el brazo cultural y de espectáculos en directo de la Administración", añade Jon Urzelai.
El Estado ha pasado de financiar verbenas a subvencionar festivales. La Administración pública está distorsionando el mercado
Es cierto que Santiago aceptó salir en un vídeo de apoyo al alcalde Juan Mari Aburto pero también que a día de hoy es el único empresario establecido en Euskadi capaz de atraer a grandes figuras de la música. De hecho, Last Tour recibe otros 650.000 euros al año de la Diputación de Bizkaia para la organización de Bime, un evento otoñal que tiene un objetivo más profesional y que por tanto encaja dentro del apartado de "promoción económica" de la institución foral. El que firma este artículo, cuando años atrás le pidieron participar en una mesa redonda de este festival gratis et amore, se negó en redondo, dado el negocio que hay detrás de su organización. Pese a ello, me invitaron a un cóctel nocturno en uno de los locales hosteleros que Last Tour regentaba en el Mercado de La Ribera.
BBK Live no tiene ese contenido empresarial, por lo cual la ayuda pública es más difícil de justificar. Se habla de cultura y de turistas, algo que a juicio de Nando Cruz es más que discutible: "El relato de que los festivales enriquecen las ciudades es un discurso interesado e incompleto". Pone como ejemplo que en Cataluña las instituciones apenas subvencionen estos eventos pese a que sea allí donde se celebran dos de los más importantes y veteranos: Primavera Sound y Sónar. Sin olvidar que tampoco se pueden justificar las ayudas por razones de tipo social, dado el elevado precio de las entradas. Los que asisten no son precisamente pobres.
Finalmente hay que recordar que estas subvenciones se entregan sin concurso público previo y, por tanto, a dedo. Especialmente en Bilbao, cuyo festival pudo arrancar desde el primer momento con el apoyo del Ayuntamiento. Consta, por cierto, que los concejales tienen accesos vip a este festival. Como dice Nando Cruz, BBK Live es un monopolio pagado con dinero público en el que se han permitido abusos como que en 2019 algunos trabajadores cobraran menos de 5 euros por hora de trabajo. Las cervezas son, eso sí, algo más baratas: 5 euros en Bilbao, 6 en Madrid y 9 en Benicássim. El dinero público es posible que ayude a recortar su precio, dado que el responsable de patrocinios musicales de Estrella Galicia, el vasco Juan Martínez Inchausti, reconoció a Nando Cruz que en algunos festivales hasta el 50% de los ingresos puede provenir de la venta de cerveza.