9 de junio. Esa es la fecha en la que en principio, los vascos volveremos a estar llamados a las urnas para las elecciones autonómicas, que coincidirán además con los comicios europeos. Así lo ha desvelado recientemente el lehendakari Urkullu, que también ha dejado claro que todo dependerá de lo que ocurra con el Gobierno en Madrid, ya que de momento, y dado como están los asuntos allí, no se pueden descartar nuevas elecciones para después de Navidad.
En definitiva, desde las elecciones municipales de hace unos meses, nos hemos metido en una especie de bucle que parece no tener fin de campañas y visitas a las urnas. Los próximos meses van a estar aquí, cuando menos, entretenidos y absolutamente condicionados por la política nacional. Por eso, primero toca despejar el panorama en Madrid, que no puede estar más confuso, y donde nadie descarta nada, y esa tesitura condiciona en Euskadi no sólo la fecha de las autonómicas, sino muchas otras cosas entre ellas los discursos, las iniciativas y los proyectos.
Hemos vuelto de vacaciones con los bolsillos vacíos, los precios disparados y un incremento del paro que muchos justifican aludiendo a la sempiterna estacionalidad correspondiente al verano
Todo ello envuelve el contexto político, social y económico con un manto de incertidumbre que no es bueno absolutamente para nada, pero que es especialmente negativo para la economía. Hemos vuelto de vacaciones con los bolsillos vacíos, los precios disparados y un incremento del paro que muchos justifican aludiendo a la sempiterna estacionalidad correspondiente al verano. Siendo cierto el argumento ni consuela, ni justifica, máxime cuando es más que probable que sea en los próximos meses cuando de verdad se deje sentir la incidencia del cese de los contratos vinculados directamente a la estacionalidad y relacionados con el sector turístico que se descontarán a partir de septiembre.
Pues bien, a esta coyuntura económica, como pueden apreciar con síntomas poco alentadores, lo que peor le viene es la incertidumbre y la inestabilidad. En este momento. no saber quién gobernará en Madrid, no solo pone en duda quien será el próximo presidente de ejecutivo que parece ser lo que más preocupa a los protagonistas, sino que deja también en el aire, el modelo económico y fiscal por el que nos vamos a regir. Y yo le pregunto: ¿invertiría usted en algo en estas condiciones?, ¿emprendería?. Si su respuesta es “no”, está entre la gran mayoría de personas y empresas que pudiendo invertir prefieren esperar a que el panorama se aclare, y a conocer cuáles son las reglas del juego. Pero claro, si la inversión le urge, cabe la posibilidad de que termine realizándola en otro sitio.
Despejar las incógnitas es no sólo importante, sino también urgente. No podemos estar en “stand by”, mientras el resto del mundo se mueve, porque cuando nos incorporemos al movimiento ya de por si frenético, ya nos llevarán demasiada ventaja, y por el camino, además, se habrán quedado unos cuantos.
El mundo económico, lo que quiere y lo que necesita es que se deshoje la margarita lo antes posible, y se fije un marco definitivo para tomar decisiones
Y mientras, en lo más cercano, aquí en Euskadi, y con la duda de si finalmente el 9 de junio será la fecha definitiva, aunque no de forma oficial la campaña ya está abierta y los partidos empiezan a fijar posiciones, sin perder de vista el escenario en Madrid que cómo decíamos, condiciona especialmente lo que aquí ocurra. Por eso nos vamos a encontrar con discursos diferenciados por los mismos protagonistas dependiendo de si hablan aquí o allí, y con planteamientos que pueden resultar absolutamente contradictorios.
Con todo esto como telón de fondo, el mundo económico, lo que quiere y lo que necesita es que se deshoje la margarita lo antes posible, y se fije un marco definitivo para tomar decisiones.
Lo único que tenemos claro es que caminamos campaña sobre campaña. Si fuera un villancico sonaría a nieve y a ilusión, pero no lo es, y suena a lo que trae, incertidumbre, falta de seguridad y desasosiego. En definitiva, ingredientes venenosos para eso que ha dado en llamarse la economía. La suya, la nuestra, la de todos.