Esta semana el lehendakari se reunía en Ajuria Enea con "responsables de KPMG" casi al mismo tiempo que el Gobierno de España decidía sancionar a ésta y a las otras tres consultoras "big four", Deloitte, PwC y EY, por no disponer de registro horario para sus empleados. El Ministerio de Trabajo ha querido dar ejemplo con ellas, porque es conocido que sus trabajadores meten horas extra a destajo, pero al mismo tiempo los diversos ejecutivos, llámense Comisión Europea, Eusko Jaurlaritza o Diputación Foral de Bizkaia, las contratan para casi todo.
Hasta el punto de que la economista italo-americana Mariana Mazzucato, la influencer de moda entre los políticos vascos, les ha dedicado su último libro, "The Big Con", en el que arremete contra las "big four" por sus contratos millonarios con las administraciones públicas. A su juicio, Deloitte, KPMG, PwC y EY han ido captando más y más trabajo de los diversos gobiernos hasta convertirse en una especie de apéndice privado fruto de un constante outsourcing gubernamental que las consultoras recomendaban previamente. Para Mazzucato se trata de una estafa que perjudica a lo público también en la medida en que le quita sus mejores recursos humanos.
Sea el resultado de una especie de conspiración, como supone la economista, o una forma de ganar eficiencia en un ámbito en el que la excelencia no tiene premio, lo cierto es que las "big four" están hoy en todas partes. Empezaron haciendo auditorías y hoy son capaces de hacer cualquier trabajo de asesoramiento o consultoría, siempre que esté bien pagado, claro está. Véase, en este sentido, cómo la Diputación de Bizkaia recurrió a PwC para que se disfrazara de promotora inmobiliaria y llenara de empresas tres plantas de la antigua torre del BBVA.
Empezaron haciendo auditorías y hoy son capaces de hacer cualquier trabajo de asesoramiento o consultoría, siempre que esté bien pagado, claro está
¿Era PriceWaterhouseCoopers la firma más indicada para ello? Sospecho que no. Pero su cabeza visible en Bilbao sí que era un profesional de la máxima confianza de la Diputación, el sociólogo Asier Atutxa. Y es que tener a profesionales bien conectados con los políticos es clave para las "big four". De ahí que el presidente de KPMG en España, Juanjo Cano, y su responsable en País Vasco, Cosme Carral, se dejaran acompañar por un ex funcionario, Cándido Pérez, en su visita a Iñigo Urkullu y Pedro Azpiazu, el consejero de Hacienda con el que las consultoras tienen que negociar contratos.
Van a lo que van y pagan el precio que sea necesario. Es lo que ocurrió con Deloitte, KPMG y PwC, los tres grandes implicados en el "cártel de las consultoras" que investigó la Comisión Nacional de Mercados y de la Competencia (CNMC). Quedó fuera EY que hasta ahora ha tenido poco trabajo con las instituciones vascas, algo que espera que cambie con la reciente apertura de una oficina en San Sebastián y la contratación como máximo responsable en Euskadi de Pablo Sanz, un viejo conocido de las haciendas forales.
Lo que hacían Deloitte, KPMG y PwC, generalmente animadas por funcionarios y responsables de diversas instituciones vascas, era repartirse contratos que aparentemente se asignaban por concursos de méritos. Según demostró la CNMC, desde las administraciones les hacían una petición de servicio y las consultoras se encargaban de organizarse para que todo pareciera limpio. Los emails les delataron. Ana Andueza y Maryam Luzarraga, socias en Euskadi de Deloitte y PwC, tuvieron que ser "sacrificadas". Las administraciones vascas les siguen contratando ahora diversas cosas, aunque con otra marca.
Lo que hacían, generalmente animadas por funcionarios y responsables de diversas instituciones vascas, era repartirse contratos que aparentemente se asignaban por concursos de méritos
El poder de las "big four" crece año tras año, hasta un 8% en 2022, con unos ingresos totales de casi 3.000 millones de euros en España. Esto se refleja en su presencia en las cuatro grandes torres del norte de Madrid, dos de las cuales lucen los logos de KPMG y PwC. Algo parecido ocurre en Bilbao, donde todas salvo Deloitte ocupan diversas plantas de Torre Iberdrola, el edificio más emblemático de la ciudad.
Este poder y la imagen que venden resulta fundamental a la hora de atraer talento juvenil, que suele ser el que está dispuesto a trabajar más horas, precisamente lo que persigue el Ministerio de Trabajo. A priori, una carrera en una "big four" se convierte en una formación esencial para poder acceder después a puestos directivos en empresas relevantes y en la propia administración pública. También para escalar dentro de la pirámide de la respectiva consultora, donde los que más contactos tienen terminan convirtiéndose en socios y reciben dividendos anuales además de su sueldo.