En los mentideros madrileños dicen que Josu Jon Imaz, el consejero delegado de Repsol y por tanto el que más manda en Petronor, ha sido uno de los que más ha insistido para que el PNV apoyara a Feijóo en lugar de a Sánchez. Sea o no cierto, es indiscutible que el que fuera presidente del PNV y consejero de Industria del Gobierno vasco, es el dirigente empresarial que más se está exponiendo a nivel político en España. Cuando menos, en lo que a la transición energética se refiere, que él cree que se debe dilatar para evitar daños sobre la industria europea y especialmente la automovolística.
No es por tanto casualidad que su empresa, Repsol, haya sido la primera en reaccionar frente al acuerdo entre PSOE y Sumar, que no pone todavía a Sánchez en La Moncloa pero sí muy cerca, Puidgdemont y Ortuzar mediante. El anuncio de la antigua petrolera pública de paralizar inversiones en España es un mensaje más político que otra cosa. Y es muy claro: no nos gusta que Sumar vuelva a tener voz en el Gobierno de España.
Es normal que a una compañía que busca sacar el máximo partido a una economía capitalista no le guste que comunistas o sus anexos alcancen el pode
Es normal que a una compañía que busca sacar el máximo partido a una economía capitalista no le guste que comunistas o sus anexos alcancen el poder. Es lógico: sus políticas tenderán a subir impuestos y aumentar costes, cuando no a cosas peores como la prohibición de ciertos vuelos nacionales, con la consiguiente reducción de la venta de keroseno.
Lo que es menos habitual es que estas empresas hagan pública su opinión. Lo más sensato suele ser contratar a ex políticos para que se encarguen de hacer lobby y modificar las decisiones de los gobiernos. La discreción y el silencio mandan. Más o menos como hizo Ferrovial, que de la noche a la mañana se marchó de España.
Por eso son extrañísimas tanto la exposición pública de Imaz como ahora la de Repsol. ¿A qué están jugando? Y sobre todo, en clave vasca, ¿qué va a pasar con todas las inversiones que ha anunciado Petronor en torno a los combustibles alternativos y el hidrógeno? Sin olvidar que la firma de Muskiz e Iberdrola son a día de hoy, y con mucha diferencia, los principales contribuyentes de las haciendas forales vascas.
Tiene muy mala pinta. Repsol es una multinacional con intereses en muchos países y capacidad para derivar inversiones de un sitio para otro en función de intereses puramente económicos. Aunque todo el mundo la conoce por sus gasolineras, este es su negocio menos rentable. El 70% de su beneficio procede de la exploración, que no se realiza precisamente en la Península Ibérica, y la producción. Pocos saben que Repsol pagó en 2022 más impuesto de beneficios en Libia que en España.
Pero su actividad más interesante, y la que más afecta al futuro de Petronor, es la de la transición energética. Aunque ha invertido en renovables y tiene su propia comercializadora y generadora de electricidad, la antigua Viesgo, Repsol ha apostado con fuerza por hidrógeno y combustibles alternativos. Su modelo es mantener aviones o vehículos con la mecánica convencional e ir poco a poco sustituyendo el tipo de energía que los mueve.
Repsol, y por tanto Petronor, apuesta por combustibles sintéticos más ecológicos pero que no exijan modificar la mecánica de las aeronaves y que, además, reciclen el dióxido de carbono que emite la refinería de Muskiz
Lo contrario de lo que supone apostar por el coche eléctrico, que exige modificar por completo la producción automovilística. Cambiar el depósito de gasolina por uno de hidrógeno apenas exige adaptaciones en fábrica, lo que explica que Imaz pida repetidamente una transición energética más pausada y, a su juicio, más ajustada a la realidad económica europea. Pero los políticos, especialmente los de izquierdas, y ciertas dudas técnicas sobre el hidrógeno juegan en su contra. La hidrolinera recientemente inaugurada en Muskiz quizás sea la primera y la última.
Algo similar sucede con los aviones. Repsol, y por tanto Petronor, apuesta por combustibles sintéticos más ecológicos pero que no exijan modificar la mecánica de las aeronaves y que, además, reciclen el dióxido de carbono que emite la refinería de Muskiz. Todo esto le afecta menos a Iberdrola, cuyo negocio es 100% eléctrico, al margen de cierta comercialización de gas natural que cada día le interesa menos.
Por resumir: Repsol es el ogro, por su energía sucia, especialmente para los políticos de izquierda, generalmente más sensibles a las reclamaciones ecologistas. Imaz ha acusado varias veces al Gobierno de España de practicar el "populismo" y la "hiprocresía" en lo que a la energía se refiere. Es cierto que prohibir la extracción de gas natural mientras se sigue consumiendo masivamente es, cuando menos, una enorme contradicción.
Bildu, por razones obvias, y Sumar se la tienen jurada. Roberto Uriarte, ex diputado de Podemos por Bizkaia, acusaba recientemente en twitter a Imaz de cobrar 40 veces más que un lehendakari sin arriesgar un euro montando una empresa. El ex presidente del Euskadi Buru Batzar parece ahora dispuesto a todo para que ni Sumar ni Bildu puedan estar en el siguiente gobierno. Agotada la opción de que el PNV votara a Feijóo, todo indica que su opción es una nueva convocatoria electoral.