Hoy, si las predicciones se cumplen, Junts y el “refu” Puigdemont, ya habrán dado el “sí” a la investidura de Pedro Sánchez y su gobierno progresista. Si es así, al PSOE y a Sumar solo les quedará obtener el “placet” del PNV para superar la sesión de investidura.
Por si nadie se había dado cuenta.
Un PNV que espera agazapado al confiado y satisfecho negociador socialista para asestarle el zarpazo más grande que sea capaz. ¿Y qué PNV espera al susodicho?
Por un lado, tenemos un PNV incomodísimo por la proximidad demoscópica de Bildu, que les lleva –por ejemplo- a apoyar, de manera irreflexiva y emocional, movilizaciones en contra de ficticias ofensivas contra el euskera. Ya sabemos que cuando las banderas, los idiomas u otros símbolos identitarios se utilizan de ariete y escudo, indistintamente, la razón sale por la ventana.
Pero incomodísimo también por la presión de su alma más ¿demócrata cristiana? ¿social cristiana? ¿incluso liberal? que les afea no haber facilitado la elección de Feijóo abocando al país a otra legislatura de impuestos extraordinarios a sus desaforados beneficios empresariales. Empresas que presionan con dejar de hacer inversiones en Euskadi si Pedro Sánchez sale elegido. Con el silencio contrito y la anuencia de la responsable del Gobierno vasco en el tema. Y del de Hacienda también.
Recomiendo por lo tanto, a la comisión del no nato gobierno de progreso encargada de hablar con los Ortuzar, Atutxa and Co, que desconfíen. Que todo no está hecho y que todo no es negociable, ni cedible, ni amable, ni besable.
Me explico. Entiendo el ruido primario que las derechas están haciendo con lo de Catalunya. Al fin y al cabo están inmersos en una pulsión nacionalista extrema en la que España se rompe todos los días. No obstante, intuyo que a la mayoría de la ciudadanía, catalana y española, las supuestas cesiones a Junts y a ERC se las trae bastante al pairo. Por una razón: no les perjudica. No les toca.
La amnistía beneficia a los pringados en y del “proces”, también a los 45 policías encausados por un juez por violencia “innecesaria” y “gratuita” en las cargas del 1-O en Barcelona, pero no afecta de ninguna manera al resto de los ciudadanos. Más allá de la postura de cada uno. Hablo de efectos prácticos.
No tiene mucho sentido que después de cuarenta años de política lingüística exclusivamente nacionalista, con la inversión en medios humanos y recursos materiales que les ha dado la gana y nula oposición, la culpa de que el uso del euskera sea limitado y no satisfaga a los más exigentes y excluyentes, sea de los jueces.
Lo mismo ocurre con la quita de deuda. El supuesto agravio frente al resto de comunidades es inexistente puesto que todas pueden reclamarlo. Y la cesión de Cercanías seguramente sea beneficiosa para los catalanes y usuarios de toda condición. Quiero decir que, por lo que leo, es difícil que funcionen peor. Lo cual no es óbice para que bajo el mandato de la Generalitat eso no ocurra. Pero lo veremos en el futuro.
Y estas son las líneas rojas, en mi opinión, de cualquier negociación en general, y de la que queda pendiente con el PNV en particular.
Puedes ceder la gestión de las pensiones, pero no puedes romper la caja única, por ejemplo. Eso no nos toca, no nos afecta. O puedes, debes, hacer, acordar, lo que haga falta para que este pobre columnista llegue a ver el Tren de alta Velocidad llegar a la estación Abando-Indalecio Prieto. Pero no puedes romper principios por privilegios para una parte. Hablo de principios de igualdad reales, no los que dice el PP.
Por ejemplo, el principio de igualdad entre las dos lenguas de la comunidad, la libre elección de uso de cada una de ellas, la posibilidad de estudiar y desarrollarse en ambas. De trabajar. De no ser marginado por desconocer una de ellas.
No tiene mucho sentido que después de cuarenta años de política lingüística exclusivamente nacionalista, con la inversión en medios humanos y recursos materiales que les ha dado la gana y nula oposición, la culpa de que el uso del euskera sea limitado y no satisfaga a los más exigentes y excluyentes, sea de los jueces. Así, en general y plural.
Cuando me puedan explicar por qué en muchas ikastolas, lejos de las influencias perniciosas españolazas, el alumnado se maneja en castellano en los recreos, de tal forma que en algunas se han planteado métodos escasamente pedagógicos aunque coercitivos para evitarlo, seguimos hablando de este tema.
Lo cual enlaza con la educación en Euskadi y la ley sobre el tema que se está tramitando entre los partidos y que tiene mucho que ver con lo anterior: Leyes que quiebren el principio de igualdad entre los ciudadanos, o negociaciones que lo propicien, no serán entendidas ni respaldadas por el electorado.
Yo ahí lo dejo.