Hoy voy a comenzar rompiendo un tabú: la Constitución española de 1978 no es una buena constitución. Es una constitución demasiado larga, difícil de cambiar y con innumerables puntos vacío que se dejan a la interpretación de jueces o desarrollos legislativos posteriores. Es una constitución producto de un pacto entre unos criminales que sometieron al país a una dictadura de 40 años, una derecha democrática y una izquierda que tragó con el “pacto democrático” y dejó los crímenes de la dictadura sin resolver, algo que sí han hecho en algunos países de América Latina.
En cualquier caso y a pesar de las deficiencias de la Constitución, el consenso entre politólogos es que España es una democracia. Pero en los últimos años y sobre todo a raíz de la llegada del PSOE al poder se ha empezado a establecer una idea peligrosa en algunos sectores de las derechas: “estamos en una dictadura”. Lo dicen algunos periodistas, famosetes venidos a menos y, lo que es peor, algunos políticos de la derecha y la ultraderecha. Evidentemente, la afirmación no se sostiene desde ningún punto de vista politológico ni desde la lógica racional. La afirmación es parte de un relato del que se sirve la extrema derecha y que yo llamo negacionismo de la democracia.
Las dictaduras persiguen de alguna manera a la oposición política y limitan el libre desarrollo de los partidos políticos y su acción política de alguna manera
Uno de los puntos más importantes de las democracias es que exista un amplio ecosistema de medios de comunicación y que estos sean plurales. Este requisito que estuvo en peligro durante los primeros años de la democracia y entrado el nuevo milenio por la acumulación de algunos empresarios, hoy en día se cumple de una manera amplia. Las nuevas tecnologías y la democratización de las mismas a través de internet han ampliado este ecosistema mediático. Hoy con poco dinero y recursos se puede tener un medio de comunicación informal y tener relativo éxito.
En España hasta inversores extranjeros de la LittleCaracas han iniciado sus proyectos mediáticos en los que critican con libertad al gobierno. No conozco ninguna dictadura que tenga esa pluralidad de medios de comunicación. Habría que preguntarse si tal vez quien no sea todo lo democrático que se debería son quienes atacan a periodistas y medios en las manifestaciones de estos días en Madrid.
Por otro lado, las dictaduras persiguen de alguna manera a la oposición política y limitan el libre desarrollo de los partidos políticos y su acción política de alguna manera. En las dictaduras a los partidos políticos de la oposición les es realmente difícil hacer llegar su mensaje a la población, movilizar a sus simpatizantes y organizar movilizaciones en contra de los gobiernos. No parece que este sea el caso de las movilizaciones en contra de la ley de amnistía, es más, los mensajes en contra de esta ley han llegado a la población de manera más efectiva desde la oposición que desde el gobierno.
Isabel Díaz Ayuso, quien alerta de manera constante de una dictadura sanchista desde su tribuna en la asamblea de Madrid
Hasta tal punto la pluralidad política se respeta que la oposición, producto de una victoria electoral en unas elecciones democráticas, ostenta importantes cotas de poder autonómico y de hecho utiliza las instituciones que gobierna para criticar al gobierno central en una estrategia de acoso y derribo en todos los frentes, perjudicando a la fiscalización ciudadana (“Si hablo del gobierno de Sánchez, No tengo que hablar de mi acción de gobierno). En esto es especial experta Isabel Díaz Ayuso, quien alerta de manera constante de una dictadura sanchista desde su tribuna en la asamblea de Madrid.
El reparto territorial del poder no es algo que carezca de importancia. Según algunos politólogos tan importantes para una democracia liberal sana no solo es necesaria una separación de poderes horizontal (entre los tres poderes del estado), también es importante una separación de poderes vertical (entre los poderes centrales del estado y los poderes territoriales).
Aquí, en España, si tiene deficiencias por un excesivo control de las capacidades legislativas de los parlamentos autonómicos y los límites que impone el propio modelo autonómico, pero como ya hemos señalado, los presidentes autonómicos del PP han expresado su opinión respecto de la ley de amnistía y su poder no se ha limitado por este hecho, es más, hay hasta líderes locales del partido del gobierno central que han criticado dicha ley y tampoco han visto limitado su poder regional.
Esta es una dictadura extraña en la que se respetan las libertades públicas y civiles, la pluralidad política y mediática y la separación de poderes en lo horizontal y en lo vertical
Otro de los argumentos de los negacionistas de la democracia en estos días es la falta de separación de poderes entre ejecutivo y judicial. Es curioso este argumento ya que los jueces del CGPJ han emitido su opinión a través de cauces organizativos, es decir, se han expresado como poder del estado cuando los poderes judiciales de las democracias liberales de Europa se expresan a través de sus sentencias o informes. No ha sido este el caso y los vocales del poder judicial han decidido emitir sentencia oficiosa sin que conozcan el contenido de la ley, sin haber dejado trabajar al legislativo y con una clara intención política.
El control de constitucionalidad de una ley la realiza el Tribunal Constitucional y lo hace cuando una ley está en vigor, no cuando ni siquiera se conoce su contenido. Si alguien ha vulnerado la separación de poderes, es el poder judicial. En cualquier caso, me parece correcto que los jueces se amparen en su libertad de expresión para criticar una medida del gobierno, como personas pueden hacerlo, como jueces deberían ser más rigurosos.
Como podemos comprobar, no hay ningún argumento válido para asegurar que o no exista la democracia en el Estado español o esta esté en peligro. De serlo, esta es una dictadura extraña en la que se respetan las libertades públicas y civiles, la pluralidad política y mediática y la separación de poderes en lo horizontal y en lo vertical. No existe ninguna dictadura en el mundo que funcione así. ¿Será que quien quiere traernos una verdadera dictadura es quien dice, sin argumentos, que la democracia no existe?