Entre los innumerables beneficios que nos ha reportado nuestra pertenencia a la Unión Europea está el de recordarnos, al menos una vez al año, nuestras obligaciones y deberes para lograr una Europa más verde. Tenemos semanas de la movilidad sostenible, de la energía y, también, de los residuos mejor dicho de la prevención de residuos, que se celebra desde el 18 al 26 de este mes de noviembre. Creo que es una excelente manera de mantener e impulsar un cambio de hábitos necesario para intentar frenar o, al menos, adaptarnos a un cambio de paradigma imparable. Ayer mismo, un informe de la ONU daba por (casi) muerto el objetivo de no superar los 1,5 grados de calentamiento global, ya que se otorgaba sólo un 14% de probabilidades a que esto ocurra. La proyección más optimista es quedarnos en una subida de 1,8 grados y la peor habla incluso de 3,5 grados, un auténtico desastre al que seguimos sin dedicarle la urgencia que merece.
Son muchos los factores que influyen en este imparable calentamiento global pero, sin duda, uno de los más importantes es la exagerada producción de desperdicios de una sociedad que durante más de un siglo ha tratado los residuos como si fueran basura, cuando en realidad son recursos, materia prima que puede y debe volver a utilizarse para no seguir destrozando nuestro planeta. La Semana Europea de Prevención de los Residuos pone el foco en el aspecto más urgente y necesario: hay que reducir exponencialmente la generación de residuos, el tirar se tiene que acabar y, aunque en Euskadi esta generación de desechos va disminuyendo, todavía hay un enorme camino por andar. También en algo de lo que solemos presumir como el reciclaje, estamos todavía lejos de alcanzar si quiera las cifras que nos exige Bruselas para dentro de menos de 2 años, en 2025: 55% de residuos reciclados o reutilizados. La única que acaba de superar ya este objetivo es Gipuzkoa (55,32%) pero tanto Álava como Bizkaia tienen cifras bastante alejadas de esta meta.
Las empresas tienen un papel muy importante en esta ecuación, mejorando la vida útil y la huella de lo que producen.
Creo que la gestión de nuestros residuos sigue siendo una asignatura pendiente que tenemos que activar ya, sin más dilación. Y esta activación pasa por provocar un cambio en nuestras actitudes, en la de cada uno de los vascos y vascas que seguimos generando cientos de kilos de residuos por persona y año, más de 556 en Bizkaia, 443 en Gipuzkoa y algo más de 397 en Álava. Siguen siendo muchos kilos que es urgente reducir y esto pasa por un consumo más sostenible que deje aspectos como la fast food o la fast fashion, por un mejor ecodiseño de los productos, que evite embalajes innecesarios y por una vuelta a costumbres del pasado, como la de comprar a granel o reparar nuestros productos estropeados en lugar de comprar otros nuevos. Las empresas tienen un papel muy importante en esta ecuación, mejorando la vida útil y la huella de lo que producen, pero también lo tenemos el resto de la sociedad cambiando nuestros hábitos de compra y haciendo una separación efectiva de los residuos que generamos. Si los ciudadanos separamos bien, las tasas de reciclaje aumentan exponencialmente, no puede pasar que, como en el caso de Vitoria-Gasteiz, casi el 70% del contenido de la bolsa de resto sea de residuos que podían haberse reciclado si se hubieran depositado en los contenedores correspondientes.
Con los residuos pasa como con otros servicios básicos que prestan nuestros ayuntamientos, nos deshacemos de ellos y no nos preocupamos por lo que pasa después. Si yo tiro una toallita húmeda por el retrete estoy ayudando a generar atascos en la red de saneamiento que cuestan miles de euros, además de contaminar ríos y mares. Si no separo correctamente mis residuos no ayudo a que se conviertan en recursos, a que puedan volver al ciclo de vida y transformarse en otros materiales. Cada día tiramos miles, millones de euros al cubo de la mal llamada basura y en nuestras manos está darle la vuelta a esta situación.
¡Cuánto podrían enseñarnos nuestros abuelos que se han educado en una cultura de la reutilización y reparación!
Es necesaria ya una terapia de choque que nos haga cambiar unos hábitos y unas actitudes que impiden avanzar en una gestión correcta de los residuos. Lo primero es que la ciudadanía sea de verdad consciente de este problema, que conozca las cifras reales, su dimensión y sus consecuencias. Por eso, me parece que hay que aplaudir acciones como la llevada a cabo la semana pasada por el Ayuntamiento de la capital alavesa, que llevó a todos los medios de comunicación a conocer de primera mano el vertedero de Gardelegi, el mayor del País Vasco, para que entendieran este problema y pudieran ayudar a transmitirlo a la ciudadanía. Todos y todas deberíamos pasar alguna vez por alguno de estos lugares de depósito de residuos para entender su dimensión, no sólo en nuestro entorno, porque muchas veces el primer mundo nos convertimos en exportadores de residuos a los países en vías de desarrollo. En Nicaragua, un solo río tiene el 3% de todos los plásticos desechados en el planeta.
Hay que seguir concienciando y sensibilizando, sobre todo a los más jóvenes, que no siempre son los que mejor lo hacen, hay varios estudios que dicen precisamente lo contrario. ¡Cuánto podrían enseñarnos nuestros abuelos que se han educado en una cultura de la reutilización y reparación! Gestionar bien nuestros residuos puede y debe generar, de hecho, ya lo está haciendo, una nueva economía centrada en aprovechar al máximo los recursos que disponemos y en prolongar su vida útil. Ya hemos comentado alguna vez que en Euskadi tenemos varias empresas líderes en este sector pero todavía se puede generar un tejido empresarial mucho más activo e innovador. Las instituciones, como siempre, tienen mucho trabajo por hacer pero, en los residuos, la ciudadanía tenemos un enorme peso para ayudar a cambiar el actual sistema de producción basado en el usar y tirar, que es totalmente insostenible. Pongámonos con ello, que ya vamos tarde, y empecemos con algo tan sencillo como separar bien en nuestros hogares para evitar que los vertederos sigan llenándose de recursos. De esta manera, también ayudamos a parar el cambio climático y a mejorar nuestra salud. Siempre es mejor prevenir que curar.