Esta semana se conocía que los tribunales franceses han condenado a dos empresas de Iparralde por "exportar" residuos de construcción a compañías del otro lado de la muga. El destino final de 23.000 toneladas de escombros, incluidas varias del peligroso amianto, era el vertedero de Zaldibar, autorizado y teóricamente supervisado por el Gobierno vasco. La ilegalidad no estaba en enviar los residuos a Bizkaia sino en que no se estaban "valorizando", que es el tecnicismo que se utiliza para recuperar lo que sea reciclable, tal y como impone la legislación francesa.
Llama la atención que las autoridades galas, aliadas con ecologistas locales, sean capaces de detectar incluso al que está exportando y nuestros inspectores no hayan sido capaces de siquiera intuir lo que ocurría en Zaldibar, pese a que estaban obligados a hacerlo periódicamente. Hay que recordar que en este vertedero se estaban enterrando muchas más toneladas de las que estaban autorizadas, sin supervisar tampoco de qué tipo de residuos se trataba. Dicho de otra manera: o había alguien haciendo la vista gorda, probablemente con ánimo de lucro personal o familiar, o nuestra regulación es mucho más laxa.
Llama la atención lo poco que se preocupan nuestros políticos de este tipo de daño ecológico, prohibido tanto en Francia como en España por una directiva europea, y lo mucho que les conciernen la eventual extracción y explotación de gas natural o incluso de energía nuclear
O quizás las dos cosas. Sirvan algunos datos como ejemplo: valorizar residuos cuesta hoy entre 15 y 20 euros más en Iparralde que en Hegoalde. Y cuando los camiones hicieron 1.400 viajes entre el País Vasco-francés y Zaldibar, más de 100 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta, la tonelada de escombros no tratados salía a 18 euros, frente a los 42 euros que suponía reciclarlos. Las empresas condenadas, Etcheverry-Mindurry y CBA Artola, que pertenecen respectivamente a un consejero del equipo de rugby de Biarritz y a un ex concejal de San Juan de Luz, prefirieron ahorrarse 24 euros por tonelada y pagar el coste del transporte.
Probablemente sabían que nadie se iba a dar cuenta en Zaldibar del contrabando que se estaba produciendo con los residuos. Llama la atención lo poco que se preocupan nuestros políticos de este tipo de daño ecológico, prohibido tanto en Francia como en España por una directiva europea, y lo mucho que les conciernen la eventual extracción y explotación de gas natural o incluso de energía nuclear. Ambas actividades están prohibidas en Euskadi sur, no así en el norte. ¿Razones ecológicas? Está claro que esas son las menos importantes en un país donde se regula a golpe de encuesta electoral y sin analizar, con criterios económicos y científicos, lo que resulta más o menos conveniente.
Euskadi es un gran consumidor de gas natural y la gran mayoría de nuestros políticos es cliente habitual de las gasolineras de Petronor o de las que, con otra marca, llenan sus depósitos con los combustibles que llegan desde la refinería de Muskiz
Euskadi es un gran consumidor de gas natural y la gran mayoría de nuestros políticos es cliente habitual de las gasolineras de Petronor o de las que, con otra marca, llenan sus depósitos con los combustibles que llegan desde la refinería de Muskiz. Iberdrola, emblema vasco en el mundo, nació, como su antiguo nombre, Iberduero, indicaba, para producir electricidad en grandes presas que hoy ningún político autorizaría. Después fue líder, junto a otras empresas vascas como Sener o Elecnor, en energía nuclear, la que nuestros gobiernos quieren prohibir alegando un eventual riesgo que aparentemente no debe existir al otro lado de la muga.
Todos tenemos electricidad en casa, muchísimos también coches y otra parte importante gas natural. Salvo algún que otro asceta, cada día consumimos más. Sin embargo, apenas un 10% de esta energía la generamos en Euskadi, un dato que es conocido desde que tenemos gobierno propio pero que a nadie parece importar. Autoabastecimiento y autosuficiencia son dos términos que ya conjugaba el primer Ejecutivo de Garaikoetxea. Por planes no será... Otra cosa es ejecutarlos. Mirar para otro lado, como ocurrió en Zaldibar, debe ser una de las grandes características del vasco moderno. Del político y del ciudadano que le vota.