“Y ya estamos llegando, mi vida ha cambiado. Un día especial este 11 de marzo. Me tomas la mano. Llegamos a un túnel que apaga la luz…” Esta estrofa del tema “Jueves” de la Oreja de Van Gogh todavía pone los pelos de punta, y ya han pasado 20 años. El grupo vasco rendía así homenaje a las 192 víctimas mortales, 193 si contamos al agente del Grupo Especial de Operaciones que también perdió la vida, y a las 1.900 personas heridas en un atentado con 10 bombas colocadas entre los trenes de cercanías en Madrid. Era jueves. El 11 de marzo de hace 20 años.
Los hechos de aquel terrible día se desencadenaron en unos minutos, cuatro para ser exactos. Entre las 7.36 y las 7.40 de aquel fatídico jueves 11 de marzo de 2004. A partir de ese momento, el caos, la desolación, la angustia y el horror ante una masacre sin precedentes.
Estábamos en shock. Todavía se desconocía el alcance real de la tragedia y las familias que ubicaban a sus allegados en los trenes a aquella hora, empezaban a temer lo peor. Las imágenes que se nos iban mostrando a través de los medios de comunicación, daban cuenta del horror de aquellos 4 minutos que dieron al traste con la vida de casi dos centenares de personas y cambiaron la del resto.
Quien más, quien menos, conoce a gente en Madrid y todos pasamos horas con el corazón encogido, mientras asistíamos incrédulos a tamaña barbarie, una barbarie que se producía a escasas horas de la celebración de unas elecciones generales.
Tal vez aquel 11M de hace 20 años y aquella teoría de la conspiración fueron el primer golpe serio a la democracia con intereses políticos, y una utilización clara de medios de comunicación que se prestaron a ello
En medio de este caos y golpeados por lo acontecido no tardaron en aparecer declaraciones políticas en las que además de condenar y lamentar lo ocurrido, se apuntaba a la autoría de ETA sobre el atentado. Era sin duda, la explicación más plausible conociendo el histórico de una banda que ya había sembrado el dolor en incontables ocasiones. Sin embargo, con el paso de las horas, la hipótesis de la autoría de ETA empezaba a tambalearse, según iban conociéndose datos que apuntaban a un atentado yihadista. Algunos medios, no todos, que en sus primeras ediciones hablaban de la autoría de ETA, cambiaban la versión en las portadas del viernes 12 de marzo.
Sin embargo, la teoría de ETA se mantuvo, a pesar de que los datos la iban desmontando, con intereses claramente políticos y partidistas, y alimentada a través de algunos medios de comunicación, que hacían de portavoz a un gobierno que veía peligrar su continuidad, de confirmarse que habíamos sufrido un atentado yihadista.
20 años después, hay quienes han admitido su error, y hay quienes prefieren seguir sembrando la duda, mientras se olvida la angustia y el dolor de las víctimas que evidentemente, el tiempo habrá atenuado, pero no borrado.
Hace 20 años se puso en tela de juicio la labor de investigadores policiales, de parte de la judicatura y de otros profesionales, con el fin de obtener rentabilidad política de la tragedia. Y en medio y de forma directa, las víctimas y además, la sociedad en general, que asistía estupefacta a réplicas y contrarréplicas, con las que nos desayunábamos cada día.
No se entiende la reparación basada en las mentiras. Jamás se dará la reparación mientras no se reconozca toda la verdad
Tal vez aquel 11M de hace 20 años y aquella teoría de la conspiración fueron el primer golpe serio a la democracia con intereses políticos, y una utilización clara de medios de comunicación que se prestaron a ello. Todavía no se hablaba de noticias fake que pueden difundirse y viralizarse en cuestión de minutos a través de las redes sociales, pero las noticias falsas existían, y 20 años después hay quien sigue dándoles pábulo.
No nos merecemos esto. Nadie se merece esto, pero si alguien no lo merece son sin duda, las víctimas que sufrieron lo indecible, en medio de una polémica absurda e interesada que en ningún caso les iba a devolver a los suyos.
Todos tenemos derecho a la verdad, pero particularmente los que más sufren. Verdad y reparación. No se entiende la reparación basada en las mentiras. Jamás se dará la reparación mientras no se reconozca toda la verdad. Probablemente no lo veremos. Seguiremos escuchando como algunos, que hace 20 años quisieron cambiar el relato, no reculan. No podemos ni debemos olvidar. Se lo debemos a los que ya no están y a quienes les siguen llorando. Nos lo debemos.
A mí se me llenan los ojos de lágrimas cada vez que escucho “Jueves” de la Oreja de Van Gogh, porque recrea una historia como otras muchas que se truncaron en 4 minutos, y que nos obliga a recordar.