Si yo dijera que el franquismo fue “un ciclo” y que denominarlo dictadura o democracia orgánica es algo irrelevante, seguramente provocaría el desprecio y la indignación de quienes se toman en serio los derechos y libertades como fundamento ético de la sociedad en la que vivimos. Más aún si en ella hay aún descendientes directos de las personas que sufrieron la violencia de aquella dictadura. Es esencial que usemos ese nombre para referirnos al franquismo, dictadura, en primer lugar porque lo fue pero sobre todo porque es el nombre el que pone una distancia insalvable con nosotros: aquello fue una dictadura, nuestro sistema es una democracia. Sin nombres propios sería más difícil diferenciarnos y hasta cabría la posibilidad de confundirnos y acabar llamando democracia orgánica a lo que fue un régimen dictatorial.
Bildu ha procurado en esta campaña electoral que ETA no salga ni en los créditos. Desde luego desde la coalición que dirige Sortu, el partido que heredó el mayorazgo de Herri Batasuna, ni la mencionan, como si no hubiera existido. Tanto empeño han puesto en ello que han sacrificado el cartel con la foto de Arnaldo Otegi, que sí fue de ETA. “No voy a contestar a eso”, es la respuesta que Nerea Kortajarena, la cabeza de lista de Bildu por Guipúzcoa, da cuando este periódico le pregunta si no considera que en la Korrika se podrían evitar los homenajes a terroristas presos. Poco después, en el debate electoral organizado por TVE, la misma candidata se quedó muda ante la invitación del candidato socialista para que aprovechara el momento y pronunciara una frase de condena de ETA. Silencio largo y elocuente: no va a responder a eso.
Bildu entiende que ETA fue un “grupo armado”, que supuso “un ciclo”, que lo de terrorista es según lo entienda cada cual
Pero no te puedes estar zafando siempre de los fantasmas. Pello Otxandiano, en entrevista en directo en la SER, no pudo hacerse un Kortajarena y, balbuceando, tuvo que dar una respuesta a una pregunta directa acerca del carácter de ETA como banda terrorista. Respondió lo que al principio de este artículo decía del franquismo: que fue un “grupo armado”, que supuso “un ciclo”, que lo de terrorista es según lo entienda cada cual y que estaba incomodísimo hablando de ETA cuando podía hacerlo de Osakidetza, que es el tema estrella de su campaña.
Por supuesto que no tenemos que estar hablando de ETA todo el rato, no lo merecieron y no lo merecen, pero sí debemos saber dónde se sitúa cada uno en la la política vasca respecto del pasado sucio porque lo tenemos, quiéralo o no Bildu. Del mismo modo que es bueno saber qué piensa la extrema derecha del franquismo, es necesario, para votar este domingo, saber que Bildu entiende que ETA fue “un grupo armado” (gracias, no habíamos caído) y “un ciclo”, pero no, y esto es lo determinante, un grupo terrorista.
Es difícil que confiemos el futuro del país a quien se niega a asumir el pasado, a quien se declara irresponsable de su propia historia
El nombre, sin embargo, es lo que importa. Si ETA fue un grupo terrorista es repudiable y moralmente rechazable a no ser que aceptemos las bondades del terrorismo. Si no lo fue, entonces puede cruzar nuestro pasado como si fuera el Partido de los Yoguis Voladores, un disparate político pero sin más consecuencias. Por eso no vale hacerse un Kortajarena y hay que responder. Es de agradecer que Otxandiano lo haya hecho, porque nos permite tener todo mucho más claro para votar este domingo. Ahora ya sabemos que a ese cruce de Arnaldo Otegi y de Oscar Matute que presenta Bildu como el cartel ideal le pesa como una losa el pasado del primero de ellos. En esa entrevista Otxandiano se ha consagrado como el heredero del mayorazgo de Herri Batasuna que le llega vía Sortu. No voy a desvincular esa herencia para liquidarla, vino a decir en ese enjambre de palabras con el que se negó a admitir que ETA fue un grupo terrorista que ensucia nuestro pasado.
No hay más que echar una ojeada a la dirigencia de Sortu, el partido guía de Bildu, para entender la insistencia de Bildu en el silencio, como si el pasado sucio estuviera mejor debajo de la alfombra de nuestra historia. Es, sin embargo, difícil que confiemos el futuro del país a quien se niega a asumir el pasado, a quien se declara irresponsable de su propia historia. Desconfíen de quienes les invitan a mirar al futuro prescindiendo del pasado, pues normalmente van buscando el blanqueo de la injusticia y de la ignominia.