Si hay una pregunta que suscita menos el interés de politólogos y politólogas y que, por el contrario, lo genera en ciertos medios de comunicación es la que dice aquello de por qué con la independencia en mínimos según las encuestas, el Parlamento vasco tiene la mayor representación nacionalista de su historia.
No se preocupen, aquí está su politólogo de cabecera para dar apuntes sobre el tema y ayudar al lector a formar sus propias conclusiones (que para eso estamos los politólogos).
Es tremendamente difícil medir el deseo de independencia de una población como la vasca. Hay factores que se escapan al control del encuestador
La primera razón y la más evidente: las encuestas en esta pregunta fallan. Es tremendamente difícil medir el deseo de independencia de una población como la vasca. Hay factores que se escapan al control del encuestador. De hecho, la pregunta se ha hecho más complicada con el tiempo. Durante años, la respuesta a la cuestión se resolvía con la identidad nacional subjetiva: “¿Cómo se siente usted?”. En gran medida la respuesta a esta pregunta determinaba los deseos de independencia de una sociedad para los científicos sociales, pero al cabo del tiempo nos dimos cuenta de que no media con exactitud los deseos de independencia de una población concreta.
La respuesta se hizo compleja al ver que un 15% de los que mostraban altos deseos de independencia no se identificaban como nacionalistas y que, incluso, algunos no se identificaban como pertenecientes a la comunidad que aspiraba a la independencia. Entonces, comenzamos a preguntar directamente por los deseos de independencia, al margen del sentimiento de pertenencia o identidad nacional, Respuesta a la pregunta: Sí o no. Nos quedamos cortos.
En primer lugar, esa pregunta tiene más trascendencia dependiendo del contexto político en el que se desarrolle la encuesta. Si el tema está dentro de la agenda política y hay partidos que son capaces de insertarlo en el debate público, unos y otros (los del Sí o los del No) pueden movilizarse de diferentes maneras y responder en un sentido o dejar la respuesta en un “No sabe/No Contesta”. Las posibles respuestas eran demasiado polarizantes y no tenían en cuenta las pequeñas aristas que tiene todo intento de medir la opinión pública, por eso se introduce la opción “depende de las circunstancias”. Esto se hace de manera oportuna, pero la interpretación de las respuestas no es objetiva en las lecturas que hacen la mayoría de los medios de comunicación, ya que incluyen el “depende de las circunstancias” en el bloque del “No” a la independencia, algo que metodológicamente deja mucho que desear.
En los últimos tiempos se ha desarrollado un tipo de pregunta que me parece que se ajusta mejor a lo que queremos medir sociólogos y politólogos. La idea es poner al encuestado frente a varias opciones de modelos de reparto competencial y de organización territorial y así, las opciones van desde el centralismo al independentismo. Esta pregunta elimina los sesgos polarizantes y permite con más exactitud medir que opciones son las preferidas para los diferentes electorados de cada partido.
Bien, una vez puesto el contexto, vayamos al caso de Euskadi y las últimas elecciones vascas y el Parlamento resultante.
Ahora mismo, en el parlamento vasco hay 54 de 75 parlamentarios nacionalistas y, sin embargo, las encuestas reflejan unos números bajos de deseo de independencia.
Primera razón: identificar nacionalismo con independentismo es un error. Ni todos los nacionalistas son independentistas, ni todos los independentistas son nacionalistas. De hecho, el error es mayúsculo cuando se identifica voto a un partido con deseos de independencia.
EH Bildu ha sabido leer este momento y ha llegado a electorados más pendientes de cuestiones materiales y con sentimientos de pertenencia a determinadas clases sociales
Segunda razón: las tensiones sociales no están desde la crisis de 2008 en el eje identitario y sí en el ideológico. Ya lo avisaron politólogos como Fernando Vallespin. La crisis económica traería un cambio de tendencia sociológica que haría que los sentimientos identitarios de nación y religión, (por poner ejemplos) tuviesen menos presencia que otros sentimientos de pertenencia y autodefinición. Así, la gente tendría más tendencia a dar más importancia a la clase social, al genero o a la orientación sexual.
EH Bildu ha sabido leer este momento y ha llegado a electorados más pendientes de cuestiones materiales y con sentimientos de pertenencia a determinadas clases sociales. Solo ha tenido que vincular su imagen con el soberanismo (Autodeterminación) y vincular a su vez a autodeterminación con democracia. Siguen siendo independentistas, pero centran más su mensaje en el método para alcanzar esa independencia para llegar a un electorado diferente. Nada que hablar de el PNV y su carácter de partido “Atrapalotodo” y su capacidad de atraer votantes no nacionalistas.
La tercera razón es por estrategia electoral: las opciones electorales nacionalistas son dos y han concentrado mejor el voto que las opciones “No nacionalistas” (no me gusta nada este apelativo, sobre todo cuando hablamos de opciones como VOX o el PP) que han contado con hasta 5 fuerzas, 4 de las cuales han obtenido representación parlamentaria. No siempre fue así y en el pasado había hasta 4 opciones políticas nacionalistas compitiendo por el mismo electorado. Es evidente que esa concentración, ha beneficiado a PNV y EH Bildu.
Si profundizamos, seguramente encontremos más razones, pero a grandes rasgos estas son las que configuran un parlamento claramente soberanista, nacionalista o como ustedes quieran llamarles. Vamos, ningún misterio.