Brotes verdes
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Desde este pasado lunes 17 de junio, Euskadi tiene plenamente operativa su primera Zona de Bajas Emisiones (ZBE) en los barrios bilbaínos de Abando e Indautxu. La capital vizcaína ha sido la primera en implementar esta medida emanada de las resoluciones nacidas a raíz de la declaración de emergencia climática y medioambiental adoptada por el Parlamento Europeo en 2019. La respuesta española a esa declaración fue la Ley de Cambio Climático de 2021 que, entre otras cosas, obliga a todos los municipios de más de 50.000 habitantes a contar con Zonas de Bajas Emisiones que ayuden a reducir la actual contaminación urbana, mejoren la salud de la ciudadanía y fomenten la incorporación de modos de movilidad más sostenible en nuestras urbes.
Ha costado pero ya está aquí y a finales de este año le seguirán las de las otras 2 capitales vascas, cuyos ayuntamientos se hallan ahora mismo en pleno proceso de aprobación de la ordenanza y adquisición de los elementos necesarios para su gestión y control. Sin entrar a valorar muy detenidamente el alcance e idoneidad de estas primeras ZBE vascas, parece evidente que la más ambiciosa va a ser la de Bilbao, si que creo que es una excelente noticia para todos que por fin entren en funcionamiento dentro de un paquete más amplio de medidas que nos tienen que llevar a acelerar notablemente la agenda climática global. Los datos y la realidades son tozudos y “Copernicus”, el servicio de monitoreo climático de la UE, nos acaba de confirmar que los últimos 12 meses han sido los más calurosos desde que se tienen registros. Así que no hay más excusas, hay que actuar y hay que hacerlo ya, sin más dilación.
El declive de los combustibles fósiles es ya imparable, y no lo digo yo, lo dice la propia Agencia Internacional de la Energía
Afortunadamente, también en las últimas semanas han ido surgiendo otras noticias que nos permiten hablar de ciertos “brotes verdes” en esta lucha contrarreloj para frenar el cambio climático. Brotes que muestran muy claramente como determinados aspectos de la transición ecológica son imparables. Como casi siempre que hablamos de cambio climático lo solemos hacer desde un pesimismo que nos lleva a lo que los expertos denominan eco-ansiedad, creo que es muy importante visualizar estos avances y, sobre todo, tenerlos en cuenta para nuestras estrategias de territorio o de empresa, porque de nuestro alineamiento con esta tendencia va a depender nuestra competitividad futura.
Vamos con el primer brote. El declive de los combustibles fósiles es ya imparable, y no lo digo yo, lo dice la propia Agencia Internacional de la Energía que en su último informe anual afirma que la inversión en energías limpias duplica ya a las inversiones en combustibles fósiles. Tomen buena nota aquellos dirigentes empresariales que siguen apostando por retrasar al máximo su desaparición.
La Unión Europea aprobaba La Ley de Restauración de la Naturaleza con el voto favorable de 20 de los 27 países miembros
El segundo de los brotes viene de la opinión de muchos expertos que consideran que las emisiones de gases efecto invernadero pueden haber alcanzado su punto máximo el año pasado. Varios informes corroboran que estas cifras no se volverán a superar nunca. Esto viene en buena medida motivado por el incremento exponencial de las energías renovables pero también por el cambio de la estrategia de sostenibilidad de gigantes económicos como China, que se ha dado cuenta de la importancia de girar 180 grados su timón económico. Una buena muestra de ello es la ventaja competitiva que ha sacado a Europa en aspectos como la fabricación de los nuevos automóviles eléctricos.
El tercer “brote verde” es una magnífica noticia que nos ha llegado este pasado lunes desde Bruselas. Coincidiendo con el Día Mundial de la Lucha contra la Desertificación y la Sequía, la Unión Europea aprobaba La Ley de Restauración de la Naturaleza con el voto favorable de 20 de los 27 países miembros. Esta normativa obligará a restaurar al menos el 20% de los ecosistemas degradados antes de 2030 y el resto para 2050. La biodiversidad biológica del continente es fundamental para aspectos tan centrales como la salud humana o nuestra agricultura.
No permitamos que las estrategias del pasado, trasnochadas y sin ningún soporte científico, nos desvíen de nuestro objetivo final: conseguir ser climáticamente neutros
Estas tres grandes noticias no son las únicas que nos permiten afrontar el futuro con un poco más de optimismo. Lo es también la reciente aprobación de la directiva europea contra el greenwashing que va a obligar a todas las empresas e instituciones a ser mucho más transparentes en sus comunicaciones. También lo son las numerosas iniciativas que surgen desde el ámbito privado para impulsar la descarbonización de la economía, como el caso de la Alianza Q-CERO, de la que forman parte varias empresas e instituciones vascas, la noticia de que varias firmas de la CAPV trabajen en el proyecto del avión híbrido que lidera Airbus o que Basquevolt, la fábrica de baterías eléctricas ubicada en el Parque Tecnológico Álava, ponga ya en marcha su planta de prototipos.
No soy ningún iluso, sé que todavía hay mucho nubarrones en el camino de la lucha contra el cambio climático, pero creo que aquí hay mucho más “brotes verdes” que los que veía hace algunos años algún político tras la primera gran crisis económica de este siglo. No permitamos que las estrategias del pasado, trasnochadas y sin ningún soporte científico, nos desvíen de nuestro objetivo final: conseguir ser climáticamente neutros. Vitoria-Gasteiz tiene una misión europea, junto con otras 99 ciudades, para abrir el camino y lograrlo en 2030. Una tarea compartida en la que todos somos necesarios.