El refranero y las frases hechas conllevan una sabiduría que perdura sin necesidad de grandes adaptaciones, a lo largo del tiempo. Hacer la casa por el tejado, o lo que es lo mismo, construir las cosas al revés, suele retornar malos resultados, excepto cuando en alguna contadísima ocasión, suena la flauta, y algún genio da con alguna brillantez que hace historia.

La frase y su significado nos vienen que ni pintadas para hablar sobre el fenómeno que muchos han convertido en negocio de los pisos turísticos, que han ido apareciendo con escasos controles, y en los últimos años proliferan como setas. 

Las viviendas destinadas a fines turísticos y las plataformas que los albergan no son, como todos sabemos, algo nuevo, sino que lleva años funcionando. Hablar de cifras es poco menos que una entelequia. Imposible saber cuántas viviendas de estas características hay en España, si bien hay portales como el Idealista que las cifran en más de 350.000, y estas son las "oficiales", pero con toda seguridad hay más. Y otro dato para la reflexión, es que en el último año han crecido casi un 10%, lo que sin duda es un incremento exponencial.

Hay portales como el Idealista que las cifran en más de 350.000 en España

Ante estas cifras y teniendo en cuenta que los problemas de la vivienda que nos aquejan siguen lejos de resolverse, muchos se han echado las manos a la cabeza. Un día sí y otro también nos desayunamos con noticias, generalmente negativas, que han referencia al asunto. Debe ser también que en la época estival se acentúa el uso de los pisos turísticos, y eso hace que la problemática sea más visible. 

El fenómeno se suma a las voces que cada vez con mayor asiduidad cuestionan el turismo masivo, sobre todo en aquellos emplazamientos donde queda trastocado de forma sustancial el día a día de los habitantes.

Estamos en un momento en el que se habla ya si tapujos de calidad y no de cantidad. No es fácil cambiar las tornas de algo que ha dado, y sigue dando, cifras astronómicas de negocio. Negocio al que contribuyen las viviendas turísticas para generar cifras récord un año tras otro.

El fenómeno se suma a las voces que cada vez con mayor asiduidad cuestionan el turismo masivo

En el otro lado de la balanza está, tal y como decíamos, el problema de la vivienda para el que no hay soluciones mágicas y que cada vez es más acuciante. Cientos, miles de personas sin acceso a una vivienda, o teniendo que invertir por encima de sus posibilidades en este bien que es un derecho universal. El alquiler y la venta de vivienda están por las nubes, pero es que además la oferta cada vez es menor. Ya  ni siquiera pagando es sencillo encontrar dónde vivir, y eso ya es para nota.

¿Y ahora qué hacemos?, ¿prohibimos los pisos turísticos?, ¿los sometemos a una regulación más exhaustiva?...Pocas respuestas a estas preguntas. Pocas respuestas solventes, cuando la casa empieza a hacerse por el tejado.

Hay quien ya ha tirado por la calle de en medio como es el caso de Barcelona, donde ya se anuncia que en un plazo determinado irán decayendo las licencias para los pisos turísticos; otros buscan frenar el fenómeno modificando los estatutos de la comunidad, para impedir que en su edificio se establezcan viviendas de estas características. No es fácil, porque requiere el beneplácito de la mayoría, pero es que además, no es barato, lo cual complica la iniciativa.

¿Y ahora qué hacemos?, ¿prohibimos los pisos turísticos?, ¿los sometemos a una regulación más exhaustiva?

Y ahora imagínese que alguien hubiera previsto esta situación. Que alguien con dos dedos de frente, hubiera extrapolado el crecimiento que podía darse de los pisos turísticos y las consecuencias que esto podría tener en el mercado de la vivienda, ya tensionado y complicado para la mayoría.

Seguro que alguien lo hizo, y tal vez cayó en saco roto. De haber previsto lo que estamos viviendo fijo que se habría actuado de otra forma. 

El refranero y las frases hechas transmiten sabiduría a lo largo del tiempo. Valgan dos para cerrar esta reflexión. Hacer la casa por el tejado es una mala práctica y en la mayor parte de las ocasiones conviene ponerse la tirita, antes de tener la herida.