Ese sitio en el que uno se encuentra cómodo y del que le cuesta salir, ese sitio que ha dado en denominarse zona de confort, y en el que nos recomiendan no intentar perpetuarnos, porque cuanto más tiempo estás, más te cuesta moverte.
Salir de ahí, donde uno está calentito y arropado es complicado, pero es cierto que a algunos les cuesta más que a otros. Y ese anquilosamiento puede ser a la larga nefasto, tanto para la vida personal, como para la profesional.
Por primera vez en mi vida, y ya he celebrado unos cuántos cumpleaños, este verano me han convencido eso sí, a fuerza de insistir, para pasar parte de mis vacaciones en una autocaravana. No me lo creía ni yo cuando dije que sí, y según se acercaba la fecha, estuve en más de una ocasión a punto de echarme atrás. La idea suponía salir demasiado de la zona de confort, en más de un sentido.
En todos los equipos humanos hay personas especialmente reacias a los cambios
Algo parecido ocurre en la vida profesional en todos los ámbitos, y en todos los sectores. En todos los equipos humanos hay personas especialmente reacias a los cambios. Cualquier modificación en su día a día habitual, ese al que están acostumbrados, les molesta y sobre todo les genera incertidumbre. Pero las empresas, las administraciones y cualquier otro centro de trabajo, son organismos vivos que tienen la obligación de adaptarse a las circunstancias en todo momento. De ello depende no sólo ser útiles para sus propósitos y objetivos sino la propia supervivencia de entidades y empresas.
Así que flaco favor hacen aquellos que pretenden mantener su estatus en todo momento de manera invariable, e independientemente del contexto en el que haya que moverse. Al final los reacios al cambio acaban quedando en el mejor de los casos, muy cómodos pero relegados, y en muchas ocasiones, sobre todo si hablamos de empresas, fuera de los proyectos.
En los últimos tiempos las distintas circunstancias que nos ha tocado vivir, nos han dejado claro que el mundo es cambiante a una velocidad que en muchas ocasiones nos cuesta asumir, y que nos puede sorprender en cualquier momento.
No tenemos más que volver a marzo de 2020 cuando estalló la pandemia, para ser conscientes de que no hay zona de confort que resista a algunas cosas.
Es un error reaccionar de forma negativa, sobre todo sin probar antes
Y saber salir de dónde estamos bien, es más fácil si se ejercita, y eso hay que hacerlo con pequeñas cosas casi a diario. El día a día personal y profesional está lleno de retos. No hay porque aceptarlos todos, pero es bueno escoger algunos e intentar alcanzarlos. Es gratificante, y además, es la forma de conseguir que todo evolucione. No hay otro modo de no quedarse atrás. Me consta que hay muchas personas que incluso un cambio de despacho, les supone un trauma, y lo convierten en un arma arrojadiza. Y como ese, en la vida laboral podemos encontrar muchos ejemplos. Es un error reaccionar de forma negativa, sobre todo sin probar antes.
En muchos casos los cambios acaban siendo claramente positivos, y nos ayudan a crecer personal y profesionalmente. Si un equipo es capaz de evolucionar en paralelo, se convierte en imparable, y consigue logros que podían resultar impensables.
El cambio arranca en la cabeza de la compañía y va bajando en cascada
Para todo esto, sin duda, hace falta liderazgo. La estrategia del cambio, la forma, el modo y los objetivos para mover a las personas de su zona de confort, tiene que estar bien argumentada y hacerse con criterio. Trabajar con criterio es fundamental, como también lo es comunicar, y explicar cualquier modificación de la forma correcta y en el plazo adecuado. El cambio arranca en la cabeza de la compañía y va bajando en cascada. En el proceso se encuentran siempre los amigos del cambio, los reticentes al mismo, y los inamovibles, y hay que tomar decisiones.
Es bueno cambiar, siempre y cuando sea oportuno. No quedarse anquilosado, viene bien a las organizaciones y a las personas. Las zonas de confort no deben ser estables.
Si se preguntan por mi experiencia en la autocaravana, no se lo contaré todo, pero les diré que ha sido claramente positiva porque me ha permitido vivir experiencias que no son posibles de otro modo.
Y vivir, crecer, experimentar y aprender es el objetivo.