El pasado 29 de agosto el lehendakari Pradales dio inicio de forma oficiosa al nuevo curso político. Lo hizo con una propuesta a la oposición que a mi no me ha dejado indiferente, combatir la desafección política.
Es evidente que los inicios de curso político son una buena herramienta para marcar perfil y más cuando el lehendakari es primerizo (que no falto de experiencia) en ser el máximo representante institucional vasco.
¿Por qué digo que la propuesta del lehendakari no me ha dejado indiferente? No soy el único, lo sé. La oposición ha dado respuesta a esa propuesta de pacto contra la desafección y dicha respuesta ya es parte del escenario de inicio del curso que nos ha dejado la primera comparecencia de Pradales.
Algunos han acusado al Lehendakari de poco menos que haber hecho un brindis al sol, una especie de operación de marketing y comunicación que solo servirá para lo anteriormente comentado, definir perfil propio.
Yo, que de primeras tiendo a ser confiado, no voy a entrar a cuestionar si la intervención del lehendakari es una pose elaborada por su aparato de comunicación política. Voy a partir de la base de que la intención de Pradales es sincera y que realmente está preocupado por la desafección política en Euskadi.
La desafección política es más un fenómeno de apatía con respecto a las democracias occidentales y hacia sus instituciones que sufren un descredito importante y una falta de confianza grande
¿Qué es la desafección política, como se estructura y que consecuencias tiene para nuestra democracia? Creo que antes de ponernos a hablar de este fenómeno y como lo entendemos debemos hacer un análisis lo más objetivo posible. La desafección política es más un fenómeno de apatía con respecto a las democracias occidentales y hacia sus instituciones que sufren un descredito importante y una falta de confianza grande de partes importantes de la ciudadanía.
En concreto, la fase de apatía que vivimos ahora mismo surge desde la crisis económica de 2008 y ha supuesto una menos participación de la ciudadanía en todos los procesos políticos. A saber, la gente vota menos (eso ya está más que demostrado en esta parte de Europa), acude menos a manifestaciones, se sindica menos, participa de los partidos políticos y se relaciona con las instituciones con mucha desconfianza.
Esto tiene consecuencias: las instituciones tienen problemas para aplicar políticas públicas efectivas, el sistema y el ideal democráticos sufre una carencia de legitimidad, baja la participación electoral, y en último término, el riesgo de que alguna opción antisistema, ya sea esta de dinámica impugnatoria o propositiva, triunfe es mayor.
En realidad, la desafección política tiene más que ver con como entendemos la democracia y que idea nos fijamos de ella, por ejemplo: según el último Deustobarometro los tres principales ingredientes de una democracia para una parte importante de la ciudadanía son la protección de los derechos humanos, la independencia de la justicia y la protección de los derechos sociales y económicos. Aquí ya empezamos a ver el porque la desafección aumenta con la crisis económica de 2008 y que una de las soluciones a plantear es recuperar y proteger derechos sociales y económicos.
Monarquía, bancos y (como no) partidos políticos son las instituciones que menos confianza generan
Otro de los efectos de la desafección política que cabe destacar es la desconfianza en las instituciones. Aquí hay que decir que las instituciones vascas gozan de una salud razonablemente buena (con peros). Gobierno vasco, diputaciones, ayuntamientos y Parlamento vasco son las instituciones que más confianza generan entre los vascos según el Sociometro de febrero de 2024. Por el contrario, Monarquía, bancos y (como no) partidos políticos son las instituciones que menos confianza generan.
Y aquí, estimados lectores, es cuando tropezamos con la piedra. El núcleo del problema de la desafección política en Euskadi son los partidos políticos y el Lehendakari Pradales no debería ignorar este hecho y ponerse a trabajar en esta dirección.
Estoy seguro de que, si profundizamos en la visión que tienen los vascos y vascas de sus partidos, podremos concluir que los ven como organizaciones opacas, cerradas, poco meritocráticas y alejadas de la realidad social.
Pero como aquí estamos para proponer y no solo para criticar, le dejo al Lehendakari Pradales una serie de sugerencias para combatir la desafección política y mejora la confianza en los partidos.
- Ley de transparencia que obligue a los partidos a ser organizaciones más abiertas a la ciudadanía y más transparentes. Sé que esta en la agenda del lehendakari, pero también lo estuvo en la de su antecesor y somos de las pocas comunidades autónomas que no tenemos este tipo de ley.
- Ley de lobbies: es urgente para transparentar la relación de estas organizaciones con los partidos políticos.
- Leyes de comunicación institucional que pongas los recursos al servicio de la ciudadanía y no al servicio de los partidos.
- Ley de elecciones primarias: sí, la vida interna de los partidos puede y debe ser regulada por la ley, para eso son organizaciones público-privadas.
- Que los partidos, incluido el PNV, desactiven a sus comunidades de trolls y agitadores en redes sociales. Todos ellos han generado un ambiente muy tóxico en un ecosistema que debería ser de la ciudadanía.
Para finalizar, dos últimas sugerencias al lehendakari: si quiere que su propuesta sea tomada en serio, debe implementar cambios legales (eso requiere valentía) y no quedarse en decálogos de libre adhesión que nadie termina cumpliendo, y, por último, debe empezar por su propia casa. Parte de su crisis electoral proviene de haber entendido muy mal la vida interna del partido y no haberse actualizado en relación a los nuevos tiempos que le exige la ciudadanía. Les sugiero que explore la obra del politólogo colombiano Javier Loaiza, en concreto su libro “Partidos de ciudadanos”.
Mientras el lehendakari solo proponga documentos de libre adhesión, tendremos la desafección que nos merecemos.