Espacio público compartido, este es el lema de la Semana Europea de la Movilidad Sostenible que se celebra desde este pasado lunes en 1.959 ciudades de 44 países de todo el continente. 25 años después de que se organizara el primer Día Europeo sin mi Coche, esta iniciativa de sensibilización ciudadana sigue siendo absolutamente necesaria y clave para continuar avanzando en una movilidad baja en carbono que logre reducir drásticamente las emisiones de uno de los sectores más contaminantes, el del transporte.
Es evidente que el escenario urbano actual no se parece mucho al del año 1999, en el que los vehículos privados ocupaban casi tres cuartas partes del espacio público (69% en el caso de Vitoria-Gasteiz), pero también es evidente que todavía quedan muchos retos por superar y que estamos expuestos a una cierta tendencia de involución en algunas políticas de movilidad sostenible.
Así que, más que nunca, reivindico esta semana como un hito fundamental para mostrar los beneficios del camino recorrido pero, sobre todo, para testar y lanzar nuevas medidas que ayuden a que nuestros desplazamientos sean 0 emisiones.
Sin duda alguna, la movilidad es un aspecto clave del futuro de las ciudades y los territorios. Las estrategias elegidas para solucionar los problemas derivados del transporte definen los espacios públicos urbanos y la calidad de vida de sus habitantes. Esto lo saben muy bien en la UE y por eso han elegido un lema que pretende demostrar que la movilidad sostenible incide directamente en la generación de espacios con mayor equidad social, más seguros, con menos ruido y contaminación y más saludables.
Las medidas que suponen una reducción del espacio para los vehículos privados siguen generando rechazo entre un sector de la población y, lo que es aún más preocupante, algunas administraciones frenan o incluso revocan algunas medidas de movilidad sostenible
Sin embargo, a pesar de todos estos beneficios, las medidas que suponen una reducción del espacio para los vehículos privados siguen generando rechazo entre un sector de la población y, lo que es aún más preocupante, algunas administraciones frenan o incluso revocan algunas medidas de movilidad sostenible, como hemos visto en algunas ciudades españolas que han eliminado carriles bicis.
En Euskadi, afortunadamente, no hemos llegado a estos niveles pero sí que hemos visto la dificultad de sus principales ciudades para poner en marcha una medida obligatoria, como lo es la creación de Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), de hecho a día de hoy sólo Bilbao la tiene operativa.
Parece increíble que un cuarto de siglo después, este tipo de actuaciones que suponen ciertas restricciones al uso del automóvil sigan generando tanta controversia. Quizás sea porque todavía no hemos logrado cambiar el lenguaje negativo y restrictivo por el positivo que, en mi opinión, es mucho más real.
Hablamos de que se prohíbe el paso a vehículos contaminantes a algunos espacios pero no hablamos de que esa medida convierte a esas zonas en lugares abiertos, más seguros, amables y saludables para las personas. No hay más que ver el antes y el después de algunas calles de nuestra geografía. ¿Cuál creen ustedes que sería la respuesta de vitorianos, bilbaínos o donostiarras si volvieran a la situación anterior lugares como la calle Sancho el Sabio, la Gran Vía o el carril bici de la Concha?
En la Semana Europea de la Movilidad de 2018, el ayuntamiento de la capital vasca despeatonalizó por una mañana la calle Dato, la primera vía peatonal que se implantó en España, para visualizar el terreno ganado al automóvil y preguntó a los gazteitarras si darían marcha atrás. La respuesta fue abrumadora, nadie quería volver al escenario anterior.
La movilidad sostenible necesita de más gobiernos valientes y decididos que visualicen las grandes ventajas de movernos de manera sostenible
Los seres humanos tenemos de manera natural una resistencia al cambio, nos cuesta asumir nuevos escenarios, pero la misión de las instituciones debe ser la de liderar estas nuevas medidas y la de concienciar para involucrar en su desarrollo a toda la ciudadanía. La movilidad sostenible necesita de más gobiernos valientes y decididos que visualicen las grandes ventajas de movernos de manera sostenible. Ventajas que se abren también en el campo de la generación de riqueza y en una mayor competitividad empresarial.
Nuestra comunidad tiene un importante ecosistema empresarial en torno a la movilidad y la logística que va mucho más allá del sector de la automoción con iniciativas punteras como Basquevolt, que está en el camino de conseguir una nueva generación de baterías para coches eléctricos más seguras, baratas y con mayor autonomía. También se está convirtiendo en un importante hub de testeo de nueva soluciones de movilidad y logística.
Esta misma semana se anunciaba un nuevo proyecto europeo, en el que participan la Fundación Vitoria-Gasteiz Araba Mobility Lab, Tekniker, Stansol e Ingartek, que con una inversión de 1,5 millones de euros permitirá testar en el Parque Tecnológico de Miñano un nuevo sistema de carga eléctrica bidireccional para vehículos.
Esta nueva movilidad que apuesta por la descarbonización del sector, necesita urgentemente alternativas atractivas que permitan a la ciudadanía desplazarse dejando su coche en casa
Esta nueva movilidad que apuesta por la descarbonización del sector, necesita urgentemente alternativas atractivas que permitan a la ciudadanía desplazarse dejando su coche en casa. Estas pasan indudablemente, entre otras cosas, por un mejor y más interconectado transporte público y mejores infraestructuras para los modos más sostenibles como la bici o el tren.
En este sentido, es primordial acelerar al máximo los plazos de la llegada de la Alta Velocidad a las tres capitales vascas y también una reordenación ferroviaria que permita cohesionar el territorio y retirar una buena parte del tráfico de mercancías de las carreteras.
En definitiva, larga vida a la Semana Europea de la Movilidad Sostenible porque todavía queda mucho camino por conquistar y un consejo final para los ayuntamientos que organizan actividades estos días, aprovechar la celebración para testar nuevas medidas ambiciosas e involucrar a la ciudadanía en ellas. Este es o era el espíritu original de estos días, no dejemos que se diluya.