Hace algunos meses, el periodista David Jiménez publicó “Días salvajes”, una novela sobre el duelo, la culpa y la lucha contra el olvido, entre otras cosas. Tenía como eje central un accidente de tráfico provocado por un joven kamikaze consumidor de alcohol y otras drogas. En ese fatal accidente muere una chica que, como suele pasar en estos casos, circulaba por el lugar equivocado en el momento menos propicio. Nada alejado de la realidad.

De hecho, en la mayoría de los accidentes de tráfico hay un/a culpable y alguien que simplemente circulaba por ahí ajena a las consecuencias que el consumo de alcohol de un tercero va a tener en su vida. O en su muerte

Durante este verano, un total de 241 personas han muerto en las carreteras españolas, en los meses de julio y agosto. 952 han resultado heridas graves. Hay que hablar de también de estas cifras porque los que mueren son irrecuperables, sí, pero no solemos hablar de lo que implica la violencia vial en la vida de los heridos y sus familias. 

Consumirlo y ponernos al volante provoca una mayor pérdida de control, disminuye la percepción del riesgo de verse implicado en un accidente, modifica el comportamiento y altera nuestra capacidad

El alcohol es uno de los factores de riesgo más frecuentemente implicados en los accidentes de tráfico. Entre el 30 y el 50% de los accidentes mortales tienen el consumo de esa sustancia como protagonista. Consumirlo y ponernos al volante provoca una mayor pérdida de control, disminuye la percepción del riesgo de verse implicado en un accidente, modifica el comportamiento y altera nuestra capacidad para conducir un vehículo.

Y no, no es necesario haber consumido grandes dosis de alcohol para que todo esto suceda. De hecho, incluso en dosis bajas puede variar nuestras capacidades. 

El Ministerio de Interior se ha propuesto rebajar a 0,2 gramos por litro de sangre la tasa de alcohol máxima para todos los y las conductoras. Hoy, el tope general es de 0,5. Con una alcoholemia de 0,5 se multiplica por dos el riesgo de sufrir una colisión y con 0.8 el riesgo es incluso cinco veces mayor. Así sucesivamente.

Por poner algún ejemplo, si pesas entre 70 y 90 kilos, para alcanzar 0,2 gramos de alcohol en sangre es suficiente beber una cerveza de 330 ml, un vaso de unos 70 ml de vermú o unos 100 ml de vino. No vale eso de intercalar el consumo de alcohol con agua, lo que vale es el consumo cero de alcohol si tienes intención de ponerte al volante. 

Si España rebaja a 0,2 el permitido se sumará al grupo de “los estrictos” junto a Suecia, Estonia y Polonia

Alabo la intención del Ministerio de rebajar el consumo permitido al volante aunque quienes realmente lo hacen bien son los gobiernos de Eslovaquia, Hungría, República Checa o Rumanía donde no se permite ni una sola gota de alcohol a ningún conductor. Si España rebaja a 0,2 el permitido se sumará al grupo de “los estrictos” junto a Suecia, Estonia y Polonia

Todo esto es importante porque el consumo de alcohol es el segundo factor más habitual de los accidentes mortales de tráfico y está presente en el 26% de los fallecidos en siniestros mortales. 

Existen un buen número de falsas creencias en torno al consumo de alcohol y la conducción: si bebo poco a poco a lo largo del día no daré positivo, el alcohol ingerido con comida no se absorbe, no hay peligro si estoy por debajo del límite legal, un café, una cabezadita y como nuevo… Son excusas de mal pagador, es querer convencerse de que no es necesario dejar el coche en su sitio si has bebido porque “yo controlo”.

Tampoco hacer ejercicio, comer chicle o caramelos de menta, masticar granos de café, fumar, usar esprays bucales, beber mucha agua o tomar clara de huevo nos devuelven nuestras facultades y nos permiten ponernos al volante. Lo único realmente seguro es el 0,0, es decir, no consumir ni una gota de alcohol si vamos a ponernos al volante.

Los accidentes de tráfico dejan una huella imborrable en las familias que reciben esa terrible llamada de la policía o de un hospital informándole de que su hijo, su madre, su pareja o su hermana ha tenido un accidente de tráfico

Por eso es tan importante que el Ministerio de Interior se ponga serio con este asunto porque las cifras de muertos en carretera es inasumible. El drama humano es tan enorme que es difícil explicárselo a quien nunca ha pasado por esto.

Como tantos otros dramas a los que la vida nos enfrenta, los accidentes de tráfico dejan una huella imborrable en las familias que reciben esa terrible llamada de la policía o de un hospital informándole de que su hijo, su madre, su pareja o su hermana ha tenido un accidente de tráfico.

No solo quienes fallecen sino también quienes pertenecen a su núcleo vital cambiarán para siempre. Y si eres tú quien ha provocado la muerte de otra persona porque habías bebido demasiado alcohol será muy complicado que te recuperes de la culpa. O de la cárcel. 

Puesto a reclamar medidas que endurezcan las sanciones por conducir bajo los efectos del alcohol también habría que pedir a las empresas alcoholeras que cumplan con las recomendaciones de la Comisión Europea. Solo un 9% de los envases de bebidas alcohólicas advierten del peligro de su consumo y la conducción. Hay una clara omisión en la señalización de las advertencias sanitarias pactadas, lo que significa un grave riesgo para la salud pública. 

Cada cuál debe cumplir su parte si queremos que todos los vehículos lleguen a su destino con sus ocupantes sanos y salvos. Y no nos olvidemos de las drogas cuyo consumo aflora en una parte importante de los análisis realizados a las personas que provocan accidentes de tráfico.