“El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse”. Recupero una vez más, y no será la última, esta frase de mi admirado Ryszard Kapuściński, que siempre resulta si no inspiradora cuando menos clara, respecto a cuál debe ser nuestro papel, el de los periodistas, y el de nuestro gremio, el periodismo.

Toca, porque volvemos a estar en boca de todos, en este caso a cuenta de la regeneración democrática anunciada hace unos meses por Pedro Sánchez, y que acaba de concretarse en 31 puntos.  Entre ellos, llaman la atención especialmente, los que se refieren al control de los medios de comunicación. De entrada, hablar de control y relacionarlo con el periodismo y sus profesionales, suena fatal. Bueno, peor que fatal. 

El asunto sobre el que el Gobierno dice querer trabajar, empieza en la propia definición: ¿qué es un medio de comunicación? Está claro que han decidido comenzar por el principio. Les voy a hacer spoiler. Un medio de comunicación es un instrumento por el que se canalizan, ideas, informaciones, opiniones… De primero de periodismo, el primer día de clase.

Conviene no minusvalorar el trabajo que los propios medios están haciendo por frenar los bulos y la desinformación, buscando la información veraz y haciendo una ardua labor pedagógica

La realidad es que la propuesta que pretende ponerse en marcha en tres años, envuelve con el hábito de la transparencia, que sirve para casi todo, un control de aspectos como la obligatoriedad de publicar quienes son los dueños de los medios, e incide sobre todo en conocer cuánta publicidad institucional recibe cada uno de ellos, para según plantean, distribuirla de acuerdo entre otros, con el criterio numérico de la audiencia que los respalda. 

Todo ello con una finalidad encomiable, que no es otra que frenar los bulos, la desinformación y el falso periodismo. Bonito pero muy complicado, cada vez más.  En este aspecto conviene, además, no minusvalorar el trabajo que los propios medios están haciendo por frenar los bulos y la desinformación, buscando la información veraz y haciendo una ardua labor pedagógica. 

La música sonaría medio bien si la orquesta no estuviera integrada por nada menos que el Gobierno, porque claro, ¿quién controla al controlador, cuando evidentemente es una parte interesada?

Distribuir publicidad institucional teniendo en cuenta las audiencias es un clásico, igual que lo es que cada partido beneficie a aquellos medios que le son más afines, o en los que tiene más predicamento. Y mucho me temo que eso no va a cambiar. 

Por otro lado está la cuestión del intrusismo profesional. Parece que los carnets de periodista se reparten por las esquinas, y que cualquiera tiene la posibilidad de ejercer una profesión que requiere mucha más responsabilidad de la que la mayoría le otorga.

En este aspecto tenemos mucha culpa nosotros, los periodistas. Somos un colectivo con poco respeto a nosotros mismos, y reacios a sumarnos a colectivos para que defiendan nuestros intereses y garanticen el buen hacer. Nos cuesta colegiarnos o integrarnos en nuestras propias asociaciones, por pereza, por desconocimiento, o por cualquier otro motivo.

No hay duda de que el debate sobre el periodismo y los periodistas del siglo XXI está pendiente, y conviene abordarlo, pero tenemos que hacerlo nosotros y a ser posible sin más control o fiscalización que el que requiere lo que hacemos

Con toda seguridad, las cosas serían diferentes si para ejercer la profesión, estar colegiado fuera obligatorio. Nos ahorraría muchos problemas a nosotros en particular, y a la sociedad en general.

No hay duda de que el debate sobre el periodismo y los periodistas del siglo XXI está pendiente, y conviene abordarlo, pero tenemos que hacerlo nosotros y a ser posible sin más control o fiscalización que el que requiere lo que hacemos.

En cualquier caso, esto es una propuesta que tiene que pasar por el Congreso, y a estas alturas, no se nos ocultan las dificultades que el Gobierno tiene en este momento, para sacar adelante sus iniciativas. Así que de no cambiar mucho las cosas, es más que probable que las 31 medidas sobre regeneración democrática no prosperen

Si empezaba con Ryszard Kapuściński, termino con una frase de la fantástica película de Spielberg ‘Los archivos del Pentágono’.  Basada en una historia real y centrada en el papel de los periodistas en democracia, recoge una frase fantástica en la que el periodista al que encarna Tom Hanks concluye: “la prensa está para proteger a los gobernados, no a los gobernantes”.