Un partido de extrema derecha formado por nazis en 1956 ha ganado las elecciones de Austria. De momento no gobernará porque el resto de fuerzas aplica un cordón sanitario. Un cordón que a veces no ha existido. Cuando los conservadores de ese país lo han necesitado para gobernar, los han incluido en el Ejecutivo. En 2000 y en 2017. Su líder actual, Herbert Kickl, niega la existencia del cambio climático, babea por el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, es sumamente crítico con la Unión Europea, admirador de Putin y xenófobo a tope.
Viktor Orban es el líder de Hungría. Tampoco le mola la UE, también le gusta Putin, los emigrantes son el enemigo a batir y la patria es lo primero ¿Es Orban un fascista, digno sucesor del almirante Horthy? Si alguien parece un pato, grazna como un pato, anda como un pato y nada como un pato, lo mismo es un pato.
Un partido de extrema derecha, heredero del fascismo musoliniano, Hermanos de Italia, gobierna en la bota de Europa, una de las principales economías del continente. Su líder, Meloni, dice que ya no son fascistas y hasta la presidenta de la Comisión Europea, von der Leyen, hace como que se lo cree. Meloni comenzó su carrera en las juventudes del neofascista Movimiento Social Italiano, fundado en 1946 por nostálgicos del Duce, al que la actual primera ministra elogió como “un buen político” que "todo lo que hizo, lo hizo por Italia" ¿Les suena? Aquí también tenemos un revival revisionista que ensalza la figura del gran pescador de salmones, constructor de embalses y creador de la Seguridad Social.
A pesar de que su partido, Fratelli d'Italia, enarbola la llama de tres colores adoptada por los grupos neofascistas después de la guerra, Meloni busca una respetabilidad desde su elección, para lo cual ha dejado de hablar del gran reemplazo de italianos por emigrantes y prefiere pagar a Albania para que los retenga dentro de campos de concentración financiados por los impuestos de sus votantes y de los que no.
Marine Le Pen se ha quedado una vez más a las puertas del poder en Francia. Una briosa reacción de la izquierda, con un programa común pergeñado en tiempo récord, arrebató el triunfo electoral de las garras de la extrema derecha. Una victoria que no les sirve a las izquierdas para gobernar ya que el oportunista Macron, perdedor de las elecciones legislativas, ha aprovechado para imponer un gobierno conservador.
Solo les contaré que el partido de Marine Le Pen, Agrupación Nacional, es el heredero del Frente Nacional de su padre, que a su vez sucedió a Orden Nuevo
¿Es fascista Marine Le Pen? No repetiré lo del pato. Solo les contaré que su partido, Agrupación Nacional, es el heredero del Frente Nacional de su padre, que a su vez sucedió a Orden Nuevo. En los años 70, el Front Nationale contaba con varios en su dirección. El secretario nacional era Victor Barthélemy, antiguo miembro de la dirección del PPF, una organización pronazi, lo mismo que André Duffraisse, antiguo miembro.
En la actualidad, la wikipedia -fuente de sabiduría- coloca a Agrupación Nacional en la extrema derecha y le atribuye una ideología que contiene conservadurismo nacionalista, nacional populismo, nacionalismo francés, nacionalismo económico, proteccionismo, soberanismo, populismo de derecha, euroescepticismo, antiinmigración, antiglobalización, antisemitismo y liberalismo económico. Una joyita.
Muchos de estas ideologías están presentes, curiosamente, en personajes políticos que en principio deberían ser totalmente opuestos. Trump, con serias posibilidades de ganar las presidenciales de noviembre, puede presumir de haber llevado a los republicanos al campo del nacionalismo extremo, la xenofobia, el racismo, el machismo, la homofobia, el ultraliberalismo o el negacionismo climático. Por su parte Putin, for ever president, además es imperialista, autoritario, populista y antieuropeista. Y ambos desprecian profundamente la democracia.
Todos, por supuesto, se saltan a la torera las convenciones, reglas, diques, que la humanidad, los países, se autoimpusieron después de la II Guerra Mundial
Todos, por supuesto, se saltan a la torera las convenciones, reglas, diques, que la humanidad, los países, se autoimpusieron después de la II Guerra Mundial. Nunca más fascismo. Nunca más nazismo. Ahora todo vale. Todo es utilitario, relativo, volátil, cuestionable. Nada es sólido. Nada es esencial. Han corrompido la verdad, los hechos, la historia,... y nos han traído la posverdad, una burda manipulación de creencias y emociones.
Lo han hecho con mucha ayuda y dinero. De empresarios y oligarcas, de juristas y jueces, de falsos medios de comunicación y de falsos periodistas. Pero también gracias a la debilidad de la democracia, a sus fisuras y a su falta de determinación a la hora de combatir, con la ley en la mano y con los instrumentos coercitivos y sancionadores necesarios, ese ascenso basado en enfangar continuamente la convivencia.
¿Su clientela? ¿Sus votantes? Nostálgicos de glorias inciertas y siempre pasadas, aterrados ante la posibilidad de que una mafia les okupe su vivienda, hombres de pelo en pecho temerosos de que una mujer les arrebate sus seculares privilegios, personas recelosas de que algunos pervertidos contagien la homosexualidad y corrompan a sus hijos, patriotas de pulserilla asustados porque los sudacas, negros y moros les arrebatan sus empleos de cuidadores de personas mayores, albañiles, limpiadores, jardineros, camareros, vendimiadores... es decir, todos aquellos trabajos que ellos rechazan. Y jóvenes. Muchos jóvenes.
Nuestros gobernantes, los europeos, los del país y los del paísito, deberían acceder a sus cargos grabándose a fuego en sus espaldas la máxima de que cualquier espacio abandonado por la democracia y el imperio de la ley, es ocupado inmediatamente por la barbarie.
Cuando la educación en valores se evita para no discutir, la historia no se enseña para no liarnos, la filosofía es una maría abocada a la extinción, el bullying se enmascara, todo el mundo aprueba y es candidato a cirujano cardiovascular, la exigencia es mínima, el alumnado está empoderado en la ley del más fuerte, con todos los derechos y ninguna obligación, el profesorado coartado y acobardado, muchas veces por los agresivos padres de sus alumnos, o por el propio centro temeroso de perder una clientela cada vez más escasa, el resultado es jóvenes votando opciones totalitarias, violentas, machistas, supremacistas y fascistas. Al fin y al cabo es lo que han aprendido en casa y en la ikastola, escuela, colegio...
Creo más que el hombre es un lobo para el hombre, y no que el hombre es bueno por naturaleza. Por eso existen las normas y la sanción para quienes las incumplen y ponen en riesgo la convivencia en comunidad
Por eso, no me cansaré de repetir ¡Es la Educación, idiotas! Y la educación, en todos sus órdenes, lleva un componente disciplinario y sancionador totalmente ausente en nuestros días. Creo más que el hombre es un lobo para el hombre, y no que el hombre es bueno por naturaleza. Por eso existen las normas y la sanción para quienes las incumplen y ponen en riesgo la convivencia en comunidad.
En otros capítulos, y si la actualidad lo permite podremos seguir hablando de otras debilidades de la democracia, que facilitan el ascenso del fascismo y el populismo.
Por ejemplo, cuando la policía y los jueces no combaten el delito, sea un timo digital o telefónico, el robo o destrucción de una bicicleta pública, una navaja amenazante, el repunte de hurtos y atracos -cada vez más violentos-, la okupación mafiosa, las agresiones sexuales, etcétera, están lanzando un claro mensaje. Bueno, dos. A los delincuentes uno de impunidad y otro a la ciudadanía: no podemos garantizar vuestra seguridad. Ambos son inadmisibles.
O cuando la ley y los gobernantes permiten -por inacción y por ejemplo- que las empresas no paguen las horas extras, o no penalicen severamente las llamadas telefónicas de empresas y comerciales (muchas de ellas timos), o permiten la publicidad manifiestamente engañosa o que las lineas aéreas cobren lo que no deben, o que la gasolina suba muy deprisa y baje muy despacio, o la reduflación, o el cartel de precios del aceite, lo que están diciendo es no podemos hacer cumplir la ley. Y el fascista pide mano dura. Y los tontos aplauden y le siguen sin darse cuenta de que ese fascista y los que le pagan no tienen la más mínima intención de que los privilegiados se rijan por la misma ley que el tonto.
Y lo de los periodistas llevándose las manos a la cabeza porque Perro Sanxe quiere censurar y acabar con la libertad de expresión, cuando aplique la ley de control de medios de rango europeo (y votada en Bruselas por el PP) para, ¡por fin! parar la degradación de nuestra profesión en manos de planetas hostiles y marcianos muy bien pagados, es de traca. Periodistas que admiten lo malita que está la cosa pero que creen en las bondades del liberalismo en el periodismo. Es decir, que el mercado se regula solo y la profesión también. Y que si alguien tiene que decir algo son los colegios profesionales.
En pleno siglo XXI, la bandada de dodos piden al colegio que ponga remedio a la mentira, el bulo o la financiación torticera de medios, mientras se dirigen decididamente al precipicio eludiendo y criticando ferozmente el esfuerzo del gobierno por evitarles el despeño.
¡Mema! ¡Mema! ¡Me maten! También podían habérselo pedido al gremio de copistas y amanuenses ¿Habrán oido hablar los periodistas del sindicalismo?