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Aquí en Euskadi y también en Madrid, se habla estos días de la reforma fiscal. Aquí de forma más sosegada y allí, como ya nos tienen acostumbrados, de forma más abrupta. Y en medio de los procesos, ciudadanos y empresas. 

Estas últimas, las empresas ya han manifestado a lo largo de los tiempos, lo mala que es la incertidumbre fiscal a la hora de tomar decisiones empresariales, y la cantidad de inversiones que se pierden por la falta de directrices firmes en la materia.

Si empezamos por lo más cercano, lo nuestro, nos encontramos en una situación bastante peculiar, PNV y PSE proponen desde las Diputaciones Forales una batería de medidas fiscales, con un marcado componente social que entre otras muchas cosas, y según los propios proponentes, supondrían un recorte de ingresos que dejaría a las arcas públicas, con menos posibilidades de acometer proyectos.

Las medidas, calificadas por la oposición como un "retoque" o una "pérdida de oportunidad" de acometer una verdadera reforma, pueden no concretarse, puesto que en Álava y Guipúzcoa, los proponentes (PNV y PSE) no tienen la mayoría necesaria en las Juntas Generales, y necesitan algún apoyo más, para sacarlas adelante, lo cual a priori, no parece sencillo.

PNV y PSE proponen una batería de medidas fiscales que, entre otras muchas cosas, supondrían un recorte de ingresos

La propuesta tampoco gusta a las empresas, para quienes las medidas son claramente insuficientes, y responden en un porcentaje minúsculo, a la batería de iniciativas que han hecho llegar a los responsables políticos, a través de los interlocutores empresariales.

En Madrid el asunto tiene muchas más aristas. El impuesto especial para la banca y las energéticas, se ha encontrado como no podía ser de otra forma, con la necesidad permanente que el gobierno de Sánchez tiene de contentar a todos los aliados para poder sacar las cosas adelante.

La encomienda en este caso, que además viene a ser una anticipo de lo que puede ocurrir con los presupuestos, es especialmente compleja, teniendo en cuenta que quienes apoyaron la investidura parten de posiciones diametralmente opuestas, en muchas cuestiones pero especialmente en todo lo que hace referencia a la política fiscal.

En estas se ha encontrado el Gobierno que un día anunciaba la caída del impuesto a las energéticas pactado con Junts, para al día siguiente maquillar justamente la decisión contraria.

Un día anunciaba la caída del impuesto a las energéticas pactado con Junts, para al día siguiente maquillar justamente la decisión contraria

Hay muchos aspectos que desincentivan las inversiones y el crecimiento, pero seguramente, la incertidumbre fiscal está entre los que se llevan la palma. Pocas cosas son más disuasorias que no tener claro el caldo de cultivo y las condiciones en las que te ves obligado a desarrollar la actividad. 

No sorprenden las quejas de entidades financieras y energéticas a las que además de que les está tocando pagar dos veces por sus beneficios, se ven sometidas a esta indefinición. Los vaivenes fiscales no animan a invertir, bien al contrario, animan a buscar escenarios donde las reglas del juego estén bien definidas. Si a eso le añadimos que sean favorables para desarrollar la actividad empresarial, pues evidentemente mucho mejor.

Estamos, y vuelvo a Euskadi en un momento de definición de cuál será el marco fiscal en el que nos vamos a mover. Es importante que sea atractivo para todos. Pagar impuestos es nuestra obligación, si queremos disfrutar del estado del bienestar, del que nos hemos dotado.

El sistema ya contempla que pague más el que más tiene. El modelo tiene que ir mejorándose, de tal modo que se recaude mejor, para recaudar más. Y eso pasa evidentemente por ser más eficientes y ágiles, controlar el gasto público, y no olvidar por supuesto, que hay que perseguir el fraude fiscal. 

El modelo tiene que ir mejorándose, de tal modo que se recaude mejor, para recaudar más

Aprovechemos el momento para hacer una reforma fiscal que nos ayude a ser más justos y más competitivos, y eso también requiere ser claros y generar un contexto atractivo, para que los que están invirtiendo aquí, no tengan ninguna duda en seguir haciéndolo y sean prescriptores de marca, para atraer nuevas inversiones. Aprendamos de los mejores ejemplos. 

Si además utilizamos el momento para hacer una labor pedagógica y explicar en qué se invierte cada da uno de los euros que pagamos en impuestos, infinitamente mejor.

La economía es política y la política es ideología, pero ojo con lo que priorizamos,  porque el dinero, las inversiones, sólo entienden de seguridad y de certeza. Donde no hay esto, no se quedan.