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La locomotora europea, Alemania, está en horas bajas. Una concatenación de circunstancias, ha hecho que el gran referente económico esté sufriendo un momento complicado, que empieza a ser muy preocupante para todo el viejo continente.

El parón de la economía y la inestabilidad política, sitúan a Alemania bajo la lupa del resto, conocedores como son, de que cuando el país germano estornuda, los demás pueden coger pulmonía.

2020 y la COVID desencadenaron para todos, una situación sin precedentes, que en lo económico supuso un paréntesis del que todavía y a pesar de las ingentes ayudas europeas, estamos saliendo, unos más renqueantes que otros.

La automoción, atraviesa momentos muy complicados, con la amenaza de China

Para Alemania, sin embargo, el problema se hizo mucho más alarmante con la invasión de Rusia a Ucrania y las sanciones que por ello impuso, con un resultado relativo, pero importante, la Unión Europea a Rusia. Alemania despertó en un escenario de auténtica pesadilla por su dependencia en materia energética del gas ruso.

Las sanciones a Rusia y el consiguiente encarecimiento de la energía, que nos pasó una factura impagable a todos, se hizo mucho más acuciante allí. La inflación difícil de controlar, y el paulatino descenso del consumo, fueron haciendo el resto.

Sin remontar esa senda llena de obstáculos la industria en general, pero particularmente el emblema alemán, la automoción, atraviesa momentos muy complicados, con la amenaza de China, y su posible invasión con coches eléctricos fabricados en el país asiático, a un precio mucho más bajo que los que se producen aquí.

El sector del automóvil digiere con preocupación las noticias que llegan, y sabe que la competencia china es un enemigo muy complicado

Los anuncios de cierres de plantes de grandes empresas de automoción en Alemania, con miles de trabajadores despedidos, son ya un clamor que ha animado a una huelga sin precedentes en el sector.

Y a todo esto, y por si fuera poco, la inestabilidad política que vive el país, con un crecimiento exponencial de la ultraderecha, ha forzado el adelanto electoral con resultados inciertos.

Los aires alemanes ya se dejan sentir en nuestro entorno. Nuestra industria, también está tocada. El sector del automóvil digiere con preocupación las noticias que llegan, y sabe que la competencia china es un enemigo muy complicado. Pero la automoción no es el único que sufre. En general la industria que salió muy tocada de la COVID, sigue teniendo dificultades que no siempre consigue salvar. La carestía de la energía, los problemas sin resolver de la cadena de suministros, y las dificultades para trasladar los incrementos de costes al cliente final, son el pan nuestro de cada día.

En estas condiciones sin duda, necesitamos una Europa que defienda lo nuestro y que se vea fuerte fuera

Y además y por si los ingredientes eran escasos a  la alarmante competencia asiática, ahora tenemos que sumar la incertidumbre que generan los anuncios que Trump viene haciendo para su economía, y que como ya sabemos pasan por poner trabas a todo lo que no se fabrique allí.

En estas condiciones sin duda, necesitamos una Europa fuerte. Una Europa que defienda lo nuestro y que se vea fuerte fuera. Y por encima de todo una Europa unida que se posicione en bloque a favor de nuestros intereses. Tuvimos un excelente ejemplo en el 2020 con la pandemia. Europa se unió para crear y distribuir las vacunas, y supo reaccionar para que la economía pudiera mantenerse a través de los fondos Next Generation.

Ese es el espíritu. La unión y el consenso son el camino. Tras las elecciones europeas, los nuevos órganos de gobierno en las instituciones comunitarias acaban de echar a andar, casi, casi a trompicones, y con el agravante de tener que gestionar el impulso que en la mayoría de los países de la UE está experimentando la ultraderecha.

El momento es complicado y no conviene perderse en cosas poco o nada importantes. Hay que actuar con firmeza y defender lo propio dentro y fuera.

La ralentización del motor alemán es un aviso a navegantes. Una alerta muy, muy roja, que se va a dejar sentir aquí, y que nos obliga a contemplar un escenario para el 2025, más complicado de lo que está siendo el 24.