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Estamos hechos de emociones y sentimientos. Unas y otros, condicionan nuestra vida y nuestro día a día personal y profesionalmente. Ese componente subjetivo es tan importante que no podemos obviarlo prácticamente en ninguna circunstancia

Por eso hay ya muchas empresas que incluyen la gestión emocional entre los parámetros que deben tenerse muy en cuenta en los equipos de trabajo.

Llevamos años hablando de ‘salario emocional’, para referirnos a esas compensaciones, que no aparecen en la nómina porque no son pecuniarias, pero que cada vez son más vinculantes a la hora de optar por un trabajo u otro. Los jóvenes lo tienen muy claro, salario sí, pero otra serie de cosas que ayuden al bienestar emocional también, y para algunos, por encima de lo económico, están otras cosas a las que dan tanto o más valor que a lo que perciben a fin de mes. 

En este contexto y como ya apuntaba, las empresas ya empiezan a incorporar, algunas lo trabajan desde hace años, la gestión emocional no de forma improvisada o intuitiva. Bien al contrario lo hacen llevando a cabo actuaciones de forma sistemática y estructurada. 

Quienes son conscientes de que la gestión de las emociones es una prioridad, sobre todo si de verdad nos creemos que el equipo humano es el valor más importante del que disponemos en cualquier institución o empresa, saben que en este momento el reto está aquí

Quienes son conscientes de que la gestión de las emociones es una prioridad, sobre todo si de verdad nos creemos que el equipo humano es el valor más importante del que disponemos en cualquier institución o empresa, saben que en este momento el reto está aquí, y que las emociones son tan importantes como el resto de los elementos que deben conjugarse en el día a día.

Quienes trabajan en el fascinante campo de las emociones y han estudiado el impacto que las mismas tienen en todos los ámbitos vitales,  coinciden en algo que es fundamental: todos queremos lo mismo y esto desde tiempos inmemoriales. Queremos que nos quieran y que nos reconozcan. 

Las emociones son más complicadas de gestionar en momentos de incertidumbre como los que vivimos desde hace un tiempo. Los cambios son rechazados por un buen número de personas, independientemente de que sean para mejorar, porque excepto para los muy aventureros, y dispuestos a todo, generan inquietud y son siempre una apuesta en la que se puede ganar o perder. Por eso ante cualquier cambio hay que trabajar las emociones en positivo y a eso ayuda mucho una buena comunicación.

Nos gusta que nos reconozcan, que nos escuchen, que nos cuiden…que nos quieran. Y todo eso que es universal, y lo seguirá siendo, se consigue generando emociones en positivo

Nos gusta que nos reconozcan, que nos escuchen, que nos cuiden…que nos quieran. Y todo eso que es universal, y lo seguirá siendo, se consigue generando emociones en positivo. Por eso se hace necesaria la gestión de las personas, o mejor, el cuidado y la atención a las mismas, porque todos necesitamos lo mismo, pero no en la misma proporción y aquí es donde empieza a tener protagonismo la subjetividad que en los equipos de trabajo hay que ir traduciendo y contemplando constantemente. 

En este ámbito la comunicación interna ofrece instrumentos muchas veces desconocidos o mal empleados en los grupos de trabajo, que ayudan en cada momento a conocer mejor a las personas y a saber qué dosis requiere cada una de ellas en las diferentes emociones e intereses que a todos nos hacen sentirnos mejor, o peor.

La eterna olvidada, o casi, la comunicación interna requiere recursos, tiempo y cariño, pero es una inversión de presente y de futuro. En un entorno cambiante, muchas veces convulso y en el que hay que hacer una apuesta seria por el talento es muy conveniente, utilizar todos los instrumentos a nuestro alcance para hacer una gestión emocional adecuada, que ayude al bienestar de los equipos y con él, al futuro de los proyectos.

Afortunadamente, tenemos ya excelentes ejemplos en el mundo de la empresa que no solamente son sensibles a estas cuestiones, han ido más allá, y las han incluido en su día a día, implementando iniciativas innovadoras, que buscan generar saludables ambientes de trabajo en los que las personas crecen profesional y personalmente.

Si todos buscamos lo mismo aunque con diferentes medidas, también se da otra constante que viene repitiéndose desde el principio de los tiempos: copiamos los modelos que hemos conocido. O lo que es lo mismo, nos comportamos como se comportan con nosotros, aunque lo hagamos de forma inconsciente. 

Mejoremos el modelo o cambiémoslo para generar buenas referencias. Y empecemos por conocer los mejores ejemplos. Porque haberlos, haylos. 

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