Trump y la incertidumbre imperial
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El mensaje básico del movimiento que ha transformado el partido republicano de EEUU puede verse como un reflejo de la crisis imperial que enfrenta la primera potencia mundial desde comienzos de este siglo. Es precisamente la cada vez más real posibilidad de que deje ser tal cosa, la primera potencia mundial, lo que motiva que un mensaje tan simple como hacer grande de nuevo a EEUU arraigue de tal modo en la sociedad norteamericana que haya conducido a una victoria tan contundente.
Más que el partido republicano ha sido el movimiento MAGA quien ha obtenido ese respaldo social y, por ello, cabe esperar de la próxima administración norteamericana no un gobierno republicano sino otro “magaista”. Ya se va viendo por los nombramientos que ha anunciado el magnate-delincuente-presidente electo que por ahí, por MAGA, y no por allá, el republicanismo de la era Reagan-Bush, van a ir las cosas.
No es sorprendente históricamente, desde luego, que los imperios conozcan momentos de crisis o de liquidación. El de los Estados Unidos que, como el español en su momento, nunca se ha llamado tal cosa, ofrece a la vista algunos síntomas de haber tocado techo.
El fundamento es el poder militar y la construcción en torno a él de una compleja estructura expansiva de influencia o control de las relaciones internacionales.
Quizá el más llamativo sea la relación entre el fundamento, la ratio, de su estructura imperial y el endeudamiento del país. El fundamento, asentado a la salida de la II Guerra Mundial, es el poder militar y la construcción en torno a él de una compleja estructura expansiva de influencia o control (dependiendo de los casos) de las relaciones internacionales.
La OTAN sería el instrumento más conocido y poderoso, pero no es el único ya que se acompañó de numerosos acuerdos militares, establecimiento de bases o intervenciones directas e otras áreas.
Con ello, con el poder militar y su expansión en diferentes áreas, Estados Unidos conformó un orden mundial bastante eficaz en mantener a raya al competidor más preocupante, la Unión Soviética y su propia estructura imperial. Lo hizo hasta el punto de acabar con esa competencia a finales del siglo pasado en lo que se interpretó como el triunfo definitivo de Occidente, es decir, de EEUU.
EEUU configura desde la segunda mitad del siglo pasado un sistema que denomina de “seguridad” global que se paga de los presupuestos norteamericanos con el resultado de que la deuda nacional supera ya el 120% de su PIB
Sin embargo, la incesante expansión global norteamericana, que no es solo militar, ha corrido paralela a un creciente endeudamiento de la matriz imperial. Por decirlo brevemente, Estados Unidos configura desde la segunda mitad del siglo pasado un sistema que denomina de “seguridad” global que se paga de los presupuestos norteamericanos con el resultado de que la deuda nacional supera ya el 120% de su PIB.
Hasta ahora el mecanismo básico para reproducir todo el esquema ha sido la máquina de hacer dinero, dólares, pero da ya muestras más que evidentes de agotamiento. Ese mecanismo es, de por sí, de utilidad muy limitada y ejemplos hay en el pasado de imperios que lo usaron hasta el punto de convertirse en un constante transvase de dinero desde el imperio a sus prestamistas. El caso del imperio español a comienzos del siglo XIX es muy claro a este respecto.
Este es el caldo de cultivo idóneo para un movimiento como el MAGA de Trump. Se trata de hacer equivalentes imperio y seguridad, por un lado, y de endosar una parte sustancial de su costo a los “asegurados” por el despliegue imperial norteamericano.
El mensaje viene a ser que si los europeos quieren seguridad que la paguen y, si no, ahí está el renaciente imperio post-soviético para ir recogiendo los michelines que le sobran a Europa. Por supuesto, pagar significa dedicar una parte importante de sus recursos a comprar material militar a EEUU.
Trump dice un 5% del PIB, aunque en su anterior mandato EEUU dedicó exactamente lo mismo que bajo Biden, el 3,4%. En cualquier caso, está marcando la pauta de una de las salidas posibles a esa situación de creciente desajuste entre influencia imperial y deuda pública.
Lo más llamativo ha sido lo de Groenlandia, pero ahí está también el insulto y amenazas al primer ministro del Reino Unido, el toque de geografía imperial a México o la advertencia de intervención a Panamá
La otra vía es algo así como una salida hacia adelante: amenazar precisamente con la fuerza militar a quienes hasta ahora han sido los “asegurados” del imperio. Lo más llamativo ha sido lo de Groenlandia, pero ahí está también el insulto y amenazas al primer ministro del Reino Unido, el toque de geografía imperial a México o la advertencia de intervención a Panamá. Es la salida más imperial y también la menos conveniente para un orden internacional civilizado.
Si se lanza por ahí la nueva administración norteamericana habrá quien haga muy buenos negocios vinculados a industria y tecnología militar, pero el comercio global padecerá sobre todo porque se introducirá su mayor enemigo, la incertidumbre.
Europa tendrá que contar con que al espacio de incertidumbre en sus relaciones con China o Rusia, se añadirá ahora el de los Estados Unidos, con todo lo que ello significa. Lo único que nos falta es que en Alemania también gane la partida esta política de la incertidumbre imperial.