La consejera de Educación, Begoña Pedrosa, la viceconsejera de políticas educativas, Lucía Torrealday, y el director del Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa, Josu Solabarrieta presentaron hace unos días en Lakua los resultados de la Evaluación Diagnóstica del alumnado en Euskadi, prueba que se realiza para medir el nivel de adquisición de competencias de los alumnos y quiero pensar que para poder tomar decisiones que sirvan para mejorarlo, sin sectarismos ideológicos ni fanatismos lingüísticos, que es como mejor se hacen las cosas. Qué ingenuidad, ¿verdad?
La evaluación la realizan los alumnos de 4º y 6º de Primaria y de 2º y 4º de la ESO, y las materias que se evalúan son euskera, castellano, inglés, ciencias y matemáticas. Así que gracias a estas pruebas que se han realizado hemos conocido la situación de la educación en el País Vasco; lo que no conocemos son las intenciones de los responsables educativos, si es que tienen alguna, para mejorar los muy malos resultados obtenidos.
Según la Evaluación Diagnóstica, el nivel en la competencia científica de los alumnos de 2º de la ESO en el curso 23/24, sufrió un notable retroceso: en los últimos cuatros años, desde que se realizó la última prueba, se ha multiplicado por tres el porcentaje de estudiantes que acreditan un nivel inicial en ciencias, que es la nota más baja que otorgan los evaluadores: del 13% se ha pasado al 34% de alumnos que acreditan un nivel inicial.
Apunto que los otros dos niveles son el nivel medio y el nivel avanzado, lo cual nos aporta luz sobre los eufemismos lingüísticos que emplean los evaluadores, que prefieren utilizar "inicial" en lugar de "bajo" o "insuficiente", no vayan a frustrarse los alumnos evaluados y vayamos a ofendernos los padres y las madres y la sociedad en su conjunto.
Es un poco lo que ya ocurre en las competiciones deportivas, donde a los chavales se les oculta el resultado del partido no vayan a ponerse nerviosos y estresarse —¡y sentir que ofenden al adversario si van ganando!—, en lugar de decírselo para que precisamente se acostumbren a gestionar los aciertos y los errores y para que sean capaces de tomar decisiones responsables en función de cómo vayan las cosas. Pero tratarlos de ese modo sería como tratarlos como si fueran seres inteligentes y con capacidad de aprendizaje… en lugar de como seres que deben ser protegidos y salvaguardados de cualquier tipo de problema o incertidumbre que pudiera frustrarlos, que es lo que se lleva ahora.
En la competencia en comunicación lingüística en castellano, se ha pasado de un 15% a un 26% de alumnos que se sitúan ahora en el nivel más bajo, casi el doble que hace cuatro años. Esta competencia mide la capacidad de los estudiantes de comprender y elaborar textos, y todos sabemos qué ocurre cuando se lee un texto y no se comprende; de elaborarlos no hablamos, que para eso ya tenemos la Inteligencia Artificial, que escribe por nosotros.
Por dejar los eufemismos al margen y hablar en el lenguaje que se entiende: me da que todo irá a peor y seguiremos disimulando
Así que, según estos datos, uno de cada cuatro estudiantes de 14 años tiene dificultades para comprender textos complejos en castellano, con todo lo que ello implica. Solabarrieta no se atreve a dar ninguna explicación a semejante desplome de los resultados obtenidos, según explicó en su comparecencia, lo cual no nos permite ser demasiado optimistas respecto a las medidas que vayan a tomarse. Por dejar los eufemismos al margen y hablar en el lenguaje que se entiende: me da que todo irá a peor y seguiremos disimulando.
La gran mayoría de los estudiantes están inscritos en el Modelo D, donde el euskera es la lengua en la que se estudia, independientemente de que sea la que habitualmente se hable. Son cosas de la idiosincrasia vasca, donde los derechos son de la lengua vasca que debe mantenerse contra el viento y la marea, sin que importen demasiado las implicaciones que este hecho tenga en nuestros jóvenes y su formación académica.
Y los resultados son evidentes menos para quien no quiere verlo: uno de cada cuatro chavales de 16 años que están a punto de terminar la ESO acreditan un nivel inicial, y solo uno de cada cinco cuenta con un grado de conocimiento avanzado en euskera. Y esto ocurre porque en muchas zonas no se habla porque no se necesita.
La consejera nos dejó tranquilos, ya que "tenemos claro que tenemos mucho trabajo por delante y, además, sabemos cuál es el camino"
En 2º de la ESO los datos son todavía peores: más de la mitad de los alumnos no pasan el nivel inicial, o sea, que apenas saben expresarse en euskera, a pesar de que cursan sus estudios en dicha lengua, con las consecuencias imaginables. Sin embargo, la consejera nos dejó tranquilos, ya que "tenemos claro que tenemos mucho trabajo por delante y, además, sabemos cuál es el camino". Imagino que se referirá a seguir impidiendo que quien quiera pueda estudiar en su lengua materna, incluso aunque esta lengua sea la lengua castellana; o quizás opten por más medidas coercitivas (si no quiere taza, taza y media), de esas de las que más gente está cada día más harta, especialmente nuestros jóvenes.
En cuanto a las competencias en inglés no parece que haya habido variaciones reseñables, así que supongo que nuestros jóvenes seguirán acudiendo en masa a las academias privadas para aprender lo que no aprenden en los centros públicos o concertados, cuyos resultados sin ayuda externa habría que verlos.
Es todo un absurdo. Otra cosa son las zonas donde efectivamente es lengua materna, donde todo tiene el sentido que se estudie en euskera
Al menos una diferencia sigue habiendo entre aprender euskera y aprender inglés: mientras este idioma te permite comunicarte con millones de personas con las que, sin saberlo, no podrías hacerlo, saber euskera apenas te permite comunicarte adicionalmente con los pocos que lo hablan en Francia. Porque todos los demás saben perfecto castellano. Es todo un absurdo. Otra cosa son las zonas donde efectivamente es lengua materna, donde todo tiene el sentido que se estudie en euskera.
Además, los responsables políticos nos dicen que "las diferencias entre los resultados del alumnado extranjero y el autóctono son preocupantes", para lo cual la consejera tiene su propia receta: "Nos tenemos que adaptar a la nueva realidad que se puede observar en las aulas".
Quien piense que tal afirmación demuestra que la batalla se ha dado por perdida, se equivoca, ya que Solabarrieta nos aclaró sus intenciones para dejarnos más tranquilos: "Es necesario que se implementen más estrategias para que esa brecha se vaya reduciendo". No sabemos cuáles pero, vistos los resultados, seguro que las saben ellos. Además, quizás la formación de los profesores tenga su importancia, lo que ha sido siempre base fundamental de la educación del tipo que sea. O quizás sobran la mitad de las pantallas que usan, que entorpecen más que ayudan. Pero no se apuren, que igual la culpa es de los padres.