Dudamos de lo que vemos, de lo que escuchamos, de lo que leemos. Nos cuesta identificar qué es verdad y dónde están las mentiras. Si eres de los que se siente así, puedes considerarte afortunado/a, ya que al menos te permites pasar todos los impactos que recibes a diario por el filtro de la duda.

En los últimos tiempos se ha puesto de moda un concepto: posverdad. Lo escuchamos cada vez más, pero es una idea antigua que ha saltado a la palestra en todo su esplendor tras las elecciones presidenciales de EEUU en 2016 en las que Trump se proclamó vencedor tras colar mentiras o falsas verdades y convertir esa forma de funcionar en una constante.

La subordinación de la verdad a intereses políticos que es como algunos autores definen la posverdad es una realidad cada vez más visible, que ha venido para quedarse y que básicamente prioriza el relato sobre los hechos. 

Debemos partir de la base de que todos procuramos rodearnos de aquellos argumentos que consideramos “de autoridad” y que son los que respaldan mejor nuestras creencias. Es lo que se denomina “sesgo de confirmación”

Pero desgraciadamente el asunto no se queda en el mero relato. El relato lleva a la acción, y la acción tiene consecuencias.

Hay quien acaba creyendo relatos en los que se afirma que las vacunas generan autismo y deja de vacunar a sus hijos; o que en Idaho comen mascotas; o que los inmigrantes son el origen de todos los males del Universo, y acabamos teniendo un polvorín en una hasta hace nada, tranquila población murciana…y miles y miles de ejemplos que se van reproduciendo como por esporas, un día sí, y otro también. 

Para entender cómo hemos llegado a este punto conviene conocer y tener claros algunos términos que afectan claramente a nuestra forma de concebir la verdad. Debemos partir de la base de que todos procuramos rodearnos de aquellos argumentos que consideramos “de autoridad” y que son los que respaldan mejor nuestras creencias. Es lo que se denomina “sesgo de confirmación”,  que no es otra cosa que dar más valor a aquella información que coincide con nuestras creencias previas. 

El sesgo de confirmación está íntimamente relacionado con el “razonamiento motivado”, buscamos la información que apoya nuestras creencias. Y ¿dónde la buscamos? En aquellas fuentes que las refuerzan, mientras anulamos o bloqueamos las que no lo hacen. Construimos lo que se denomina “silos informativos”.

La posverdad en todo caso, y como ya hemos apuntado, viene de antiguo, no se remonta al 2016 con Trump. Es casi tan antigua como el ser humano, porque las verdades a medias, o las mentiras se han dado siempre, pero no es menos cierto que de un tiempo a esta parte, son mucho más visibles y ostentosas. Cabe preguntarse los motivos.

En parte las mentiras, las fake wews, la posverdad han encontrado el caldo de cultivo perfecto con la irrupción de las nuevas tecnologías y en concreto con las redes sociales. La información se ha democratizado hasta el punto de que todo el mundo puede construirla en las redes, independientemente de que sea cierta o no.

La inmediatez del mensaje en redes, la viralización de los contenidos, la falta de contraste de los datos y los diferentes intereses, han encontrado los instrumentos perfectos en los que la posverdad campa a sus anchas

En un momento en el que los medios tradicionales o los denominados “serios” atraviesan por una situación más que evidente de pérdida de credibilidad, la inmediatez del mensaje en redes, la viralización de los contenidos, la falta de contraste de los datos y los diferentes intereses, han encontrado los instrumentos perfectos en los que la posverdad campa a sus anchas.

Hay quienes opinan que estamos ante una nueva realidad con la que tenemos que convivir y que viene como una auténtica revolución que nos obliga a modificar las reglas del juego. La pregunta es ¿qué podemos hacer? 

Lo primero es poner en tela de juicio lo que pensamos y creernos en posesión de la verdad. Es muy enriquecedor escuchar criterios diferentes y contrastar los que oímos o lo que leemos, e incluso tener capacidad para interpretar lo que vemos .

El fenómeno de la posverdad no es nuevo pero en el siglo XXI se expande con rapidez y encuentra a su paso muchos a los que convence. No hay otra que contrastar, dudar y poner en solfa aquello que nos genere la más mínima duda.

Todo pasa por activar y alimentar nuestra capacidad de pensar y el espíritu crítico. O lo hacemos nosotros o alguien lo hará por nosotros, y casi con toda probabilidad caeremos en las redes de quien menos nos merece.

La verdad, aunque hay muchas verdades se merece nuestro esfuerzo.