Este verano se ha dado un debate poco esperado sobre la formación de los políticos, la mentira en sus curriculums y la propia práctica de la política. Un debate que nos suele apasionar a los politólogos y que tiene lugar en un escenario público poco listo para afrontar dicho debate por sus dosis de populismo.

La mentira en sus curriculums de políticos ha tenido como consecuencia que algunos han tenido que presentar su dimisión a raíz de haber falseado sus credenciales académicas en documentos oficiales presentados a instituciones diversas. Principalmente, son políticos de las principales formaciones políticas españolas los que han tenido que presentar dimisiones por este motivo.

Hay quienes argumentan que el tema del debate no tiene que ver con la formación de los representantes públicos y que ha sido la mentira la que ha dado al traste con sus prometedoras carreras políticas.

La mentira pocas veces ha causado dimisiones en este país

En primer lugar, la mentira pocas veces ha causado dimisiones en este país. Se ha mentido sobre guerras, atentados terroristas, financiaciones ilegales y otros temas comprometidos y nunca esos temas han producido dimisiones como este verano. Pretender hacernos creer que es la mentira la que está en el centro del debate es falso. En contextos políticos muy polarizados, la mentira no recibe castigo

En segundo lugar, la mentira también tiene que ver con la formación de los políticos, así que vamos a ello.

La política es una profesión difícil. Exige tiempo principalmente y al ser, España un país que agradece poco el ejercicio de la política, normalmente los políticos tienen carreras que facilitan la salida y reingreso en sus profesiones. La mayoría de los políticos están formados en derecho, algunos en económica y muchos ejercen como profesores en colegios, institutos y universidades. El periodismo es otra profesión y formación que facilita el ingreso en la política, pero lo hace por la cercanía de ambas profesiones.

El único límite para el acceso a la representación pública y, por tanto, al poder es el voto de la gente

El denominador común es la función pública. Algunos ultraliberales y extremistas de derechas acusan a los políticos de no tener carrera dentro del sector privado y acusan, igualmente, de un perjuicio de la carrera política por este motivo. La realidad es que esto es más una debilidad del sector privado, que con condiciones laborales muy devaluadas, no permite conservar el trabajo a profesionales que hacen incursiones en la política como si hace el sector público.

Pero sigamos avanzando. ¿Qué formaciones serían recomendadas para el ejercicio de la política?

Primero, para el ejercicio de la política en primer término en una democracia, la formación no debe ser un requisito o no debe serlo mientras exista desigualdad entre educación pública y privada, ya que eso daría ventaja a las clases sociales más acomodadas a acceder a la política y, por tanto, generaría una sociedad mucho más desigual y mataría definitivamente a la democracia. El único límite para el acceso a la representación pública y, por tanto, al poder es el voto de la gente. Es así de sencillo y así de complejo.

Las leyes son una parte fundamental de la política y conocerlas y manejarlas da una importante ventaja a las personas formadas en derecho

No obstante, sí hay que reconocer que hay formaciones que facilitan la inclusión en la política por las características de la misma y sobre todo el acceso al poder y su ejercicio.

Derecho es una de ellas. Las leyes son una parte fundamental de la política y conocerlas y manejarlas da una importante ventaja a las personas formadas en derecho.

La economía es importante para tomar decisiones de calado en materias que afectan mucho a la ciudadanía y conocer teoría y practica económica también suma puntos a la formación de los políticos.

Un político debe tener una importante cultura general. Debe saber de historia, derecho, economía, sociología, etc.

La sociología es la gran olvidada en nuestros tiempos, pero entender cómo funcionan las sociedades es importante para tomar decisiones difíciles.

Hay otras como historia, relaciones internacionales y ciencias políticas.

Estas son formaciones más recomendables, pero las formaciones dan capacidades y capacitaciones y es aquí donde debemos fijarnos y dónde formación y mentira se relacionan estrechamente.

Un político debe tener una importante cultura general. Debe saber de historia, derecho, economía, sociología, etc., ¿con qué fin? Conformar bien los equipos que tiene que dirigir. Saber un poco de economía, un poco de derecho y un poco de sociología, por ejemplo, harán que la selección de estos equipos sea la mejor y más oportuna y a partir de aquí viene la segunda capacidad que necesita un político, el liderazgo.

La última capacitación que requiere un político es una extensa formación ética y moral

Saber gestionar, motivar y fortalecer equipos es fundamental para un político, pero ese liderazgo no solo es de cara a sus equipos cercanos, también un político debe tener liderazgo para liderar a la sociedad y no dejarse llevar por tendencias extremistas. Esto es lo que hoy en día más nos hace falta en nuestra clase política.

La última capacitación que requiere un político es una extensa formación ética y moral. Saber que está bien y que está mal, que configura las normas éticas aceptadas tanto en el momento en el que vive, en el país en el que vive y cuáles de esas normas trascienden al tiempo, espacio y son universales. Dentro de esta capacidad está la virtud de saber que mentir está mal y que un político que miente en su currículum, no debería tener premio, ni representar al pueblo, ni dirigir un ministerio.

Como se puede observar, la política no requiere de formaciones. Cualquier formación puede entrar al ejercicio de la política, pero sí se requieren capacidades y capacitaciones importantes.

Los tres principios que deben guiar a un político son: no mentir, no robar y no traicionar al pueblo

¿Estas capacidades las da alguna formación o profesión concreta? No y, por tanto, una alta formación no es requisito para ejercer en política, pero sí es recomendable.

Es mejor fijarnos en las capacitaciones de un político que en sus formaciones. Como decía López Obrador, los tres principios que deben guiar a un político son: no mentir, no robar y no traicionar al pueblo.