Industriales. Sí, por excelencia y además con mucho orgullo. En Euskadi somos eminentemente industriales y durante décadas eso nos ha definido por encima de cualquier otra característica.
De forma muy paulatina se han ido incorporando y han ido ganando peso otros sectores de actividad como el comercio, los servicios y de manera muy evidente el turismo.
La diversificación es buena, y lo es por muchos motivos. Fundamentalmente, porque si te falla un nicho de actividad, puedes ir tirando de otro y además, enriqueces el entorno en el que te encuentras con competencias y valores diferentes.
Buscar y atraer nuevos mercados, así como diversificar el producto, es algo que, por ejemplo en las empresas, está muy interiorizado. Diversificar mercados. Una clave fundamental cuando el contexto económico es incierto, como ocurre en estos momentos. El mundo cuando hablamos de mercado se hace pequeño, y casi hay que abordarlo en su integridad para poder mantenerse.
En este marco mucho más convulso de lo que nos gustaría y en el que la incertidumbre es un componente más con el que hay que jugar, las instituciones deben evidentemente colaborar y procurar que esa diversificación sea factible.
En Euskadi hay cosas que funcionan muy bien como el sector audiovisual que ha encontrado en el País Vasco un entorno favorable para convertirse en algo absolutamente pujante
Aquí en Euskadi ya sabemos que hay cosas que funcionan y funcionan muy bien. Lo estamos viviendo desde hace meses con el sector audiovisual que ha encontrado en el País Vasco un entorno favorable en todos los sentidos, para convertirse en algo absolutamente pujante. El truco no ha sido otro que ofrecer incentivos fiscales para que en lugar de rodar en otro emplazamiento, la industria del cine lo haga aquí, donde además se encuentran con múltiples ventajas: paisaje, gastronomía… Y alguna desventaja como la falta de grandes platós.
En todo caso esa es la vía. Aprovechar las ventajas que nos ofrece el Concierto Económico en materia fiscal e impulsar nuevas actividades, y en la medida de lo posible, ponerlo en marcha antes de que se le ocurra a otro.
Precisamente en esta línea y en su intervención en el debate de política general en Álava, el diputado General, Ramiro González, anunciaba incentivos fiscales para el sector de biociencias. De momento no es más que una intención a la que todavía le quedan para ser real infinitos trámites y puede truncarse en alguno, pero en todo caso, está en el camino de buscar opciones empresariales diferentes, en la media de lo posible emergentes y favorecerlas desde el punto de vista de la fiscalidad.
No hay duda de que los beneficios fiscales son un atractivo para la economía, y un hecho diferencial para intentar convencer a sectores de actividad que buscan el mejor emplazamiento posible, ligado, por supuesto, a las condiciones económicas más óptimas.
Sin embargo, no podemos quedarnos solo ahí, en paralelo hay generar la infraestructura suficiente para que todo sea factible.
No tenemos capacidad para que se cubran las plazas vacantes que hay en las compañías con las que ya contamos
Eso pasa también por propiciar y disponer de perfiles profesionales preparados para trabajar en esas nuevas empresas que pueden y deben ir incorporándose a nuestro paisaje empresarial. En este ámbito estamos lejos del óptimo, ya que ahora mismo no tenemos capacidad para que se cubran las plazas vacantes que hay en las compañías con las que ya contamos.
Además, toda esta apertura a nuevos segmentos de actividad que propicien la beneficiosa diversificación, debe hacerse de forma ordenada y cohesionada. Ordenada y trabajada previamente para que no caigamos en una forma de “morir de éxito” como puede ocurrir con el turismo tal y como ya estamos viendo en algunas zonas.
Cohesionada porque lo nuevo debe convivir con lo que ya tenemos, y en la medida de lo posible complementarlo. No se trata de sustituir, sino de convivir y de integrar.
No poner, como vulgarmente se dice, todos los huevos en la misma cesta es prevenir posibles batacazos ante cualquier coyuntura que no sea la óptima. Diversificar permite equilibrar.
Por todo esto, bienvenidas sean cuantas iniciativas vayan encaminadas a esa complementariedad. Vendrá bien para el empleo, para la atracción y fidelización del talento, para situarnos con ventaja en el entorno y para crecer.